En diferentes rincones del imperio, Cassian y Dimitri recibirían la llamada urgente a través de las piedras mágicas.
Cassian, el hermano mayor, siempre fue considerado el sucesor más adecuado a ojos de muchos, aunque había quienes lo criticaban por ser demasiado amable y poco implacable para reinar. A pesar de su responsabilidad y destreza en la batalla, era comparado constantemente con Raynold, su hermano menor, quien tenía una reputación mucho más temible. A Cassian le faltaba esa brutalidad asesina que caracterizaba a Raynold, pero su valentía y sus contribuciones en la guerra lo hacían digno del trono. Dimitri, por otro lado, era el más distante de los hermanos, un erudito obsesionado con el conocimiento. Poseía secretos sobre las familias nobles y otras naciones que ni siquiera Raynold podía igualar. Su astucia e inteligencia lo convertían en un candidato formidable para ser emperador.
Cuando los tres hermanos recibieron el llamado urgente de su padre, cada uno dejó lo que estaba haciendo y se dirigió al palacio sin demora.
Mientras tanto, Elysia, ahora bajo el apodo de "Lysi", observaba su nueva apariencia en el espejo de la modesta casa de Karim, sintiéndose fascinada por lo diferente que lucía como una plebeya.
—No sé qué podemos hacer con tus ojos —dijo Karim mientras la observaba con detenimiento—. Destacan demasiado. No todas las mujeres tienen esos ojos celeste tan claros.
—Creo que no llaman tanto la atención. Con el cabello castaño me veo completamente diferente —respondió Elysia con confianza.
—Vamos a comer, tengo hambre. Prometiste invitarme una buena comida —le recordó Karim, ansiosa por cumplir esa parte del trato.
Las dos chicas se prepararon para salir. Lysi, sintiéndose cada vez más cómoda en su nueva identidad, decidió presentarse de manera más informal.
—Llámame Lysi. ¿Y tú eres?
—Karim —respondió la chica con una sonrisa traviesa.
—Está bien, Karim. Te daré una buena comida por tu amabilidad.
Lysi eligió un restaurante de clase media, nada demasiado ostentoso, para evitar llamar la atención. Sabía que ir a uno de clase noble sería arriesgado. Dejó que Karim pidiera lo que quisiera, y la joven plebeya no se contuvo, disfrutando cada bocado con gusto. Cuando llegó el momento de pagar, Lysi sacó de su bolso algunas monedas de oro para cubrir la cuenta, pero esto llamó la atención de un grupo de hombres en una mesa cercana. Karim, observando la situación, se puso nerviosa.
—No saques tanto dinero —le susurró—. Estás llamando la atención, Lysi. No es común que alguien como tú lleve oro así.
Karim reconoció a los hombres; eran conocidos por ser problemáticos en la zona, y solían propasarse con mujeres que parecían vulnerables.
—Lysi, solo paga y vámonos rápido —le advirtió Karim, observando de reojo las miradas fijas de los hombres.
Lysi, aunque algo despreocupada, pudo notar el creciente nerviosismo de Karim. Pagó rápidamente, y ambas salieron del restaurante intentando pasar desapercibidas. Sin embargo, no tardaron en notar que los hombres las seguían a una distancia cada vez más cercana. Intentaron acelerar el paso, pero los hombres las alcanzaron.
—¡Denme sus bolsas! —exigió uno de ellos, su tono amenazante.
—¡Voy a llamar a las autoridades! —respondió Karim con valentía, tratando de mantener la calma.
Los hombres se rieron con desdén.
—Sabes perfectamente que por aquí las autoridades no aparecen —replicó uno de ellos, con una sonrisa siniestra.
Ambas chicas se miraron como si ya hubieran anticipado lo que vendría. Sin más, comenzaron a correr con todas sus fuerzas, con el único objetivo de perder a sus perseguidores. A pesar del peligro, Lysi sentía una extraña emoción, una mezcla de adrenalina y satisfacción por experimentar algo tan distinto a su vida en el palacio. El peligro la atraía, y en parte disfrutaba de esa sensación de libertad, de estar fuera de las rígidas reglas de la corte.
En medio de la persecución, las dos chicas se separaron, intentando despistar a los hombres. Lysi corrió con desesperación, buscando un lugar donde esconderse. Al llegar a una esquina, se deslizó detrás de unas cajas junto a un basurero, jadeando por el esfuerzo. Nunca hubiera imaginado en sus sueños más salvajes que alguna vez se encontraría en una situación como esa. Los hombres pasaron de largo sin notar su escondite, y ella pudo respirar aliviada por un momento.
Justo cuando estaba a punto de salir de su refugio improvisado, escuchó algo que captó su atención.
—Señor, ha sido convocado al palacio imperial. Al parecer ha ocurrido algo urgente.
La voz provenía de un hombre que pasaba cerca, aparentemente hablando con alguien de alto rango. Al escuchar esas palabras, el corazón de Lysi dio un vuelco. Decidida a no perder más tiempo, esperó hasta que los hombres desaparecieron antes de volver sigilosamente a la casa de Karim.
Elysia estaba preocupada por lo que podría haberle pasado a su nueva amiga. Aunque ella misma había logrado escapar, no podía evitar pensar que Karim, al estar acostumbrada a ese tipo de situaciones, también habría logrado huir, pero aún así la incertidumbre la carcomía. Cuando llegó a la casa, respiró aliviada al ver a Karim sentada en la entrada, aparentemente esperando su regreso.
—¡Lysi! —exclamó Karim, levantándose rápidamente—. Estaba preocupada. No estás acostumbrada a moverte por los callejones, a diferencia de mí.
Elysia sonrió, sintiéndose algo avergonzada. Sabía que Karim tenía razón; ella no estaba acostumbrada a esas persecuciones ni a tener que escapar de hombres peligrosos. Para Karim, era parte de su vida cotidiana, algo de lo que Elysia jamás había tenido que preocuparse.
—Me las arreglé —dijo Elysia, sonriendo con alivio—. Pero vi que están desplegando muchos guardias por la zona.
Karim asintió, su rostro se volvió serio.
—Escuché algo mientras huía. Están diciendo que la única princesa del imperio ha sido secuestrada.
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Editado: 26.11.2024