-Ya es muy tarde como para que estés aquí afuera. – dice mi padre con su voz rasposa.
-Se me paso el tiempo otra vez. – dije con una tierna sonrisa hacia mi padre.
-Ya lo sé, siempre te olvidas de todo cuando te quedas viendo a la noche. – me mira mi padre con tristeza en los ojos.
-Si… sonara raro, pero lo siento muy familiar. – digo quitando la mirada de mi padre y dirigiéndola hacia la luna.
-Bueno ya entra, te puedes resfriar. – mi padre se para y se dirige hacia la casa.
Minutos después lo sigo, pero un fuerte dolor en el pecho me hace caer y dar un grito desgarrador.
-Aaaaa. – grito por el dolor incesante en mi pecho.
Mi padre llega corriendo hacia mí y me carga hasta el cuarto.
-¡Nyx! ¿Estás bien? ¿Qué te sucede?¿ Que te duele?¡Dime! – grita mi padre de frustración al ver lo que me pasa.
Paro de gritar, pero sigue el dolor sigo así hasta que me quedo dormida.
Despierto por el sonido abrumador que llega a mis oídos por el despertador. Levemente me voy levantando de la cama ya que siento muy débil mi cuerpo.
-Papá levántate, vas a llegar tarde al trabajo. – lo muevo para poder levantarlo.
-Está bien, ya voy. Nyx ¿Te sientes mejor? – dice mi padre con preocupación en sus ojos.
-Si estoy mucho mejor ahora, no te preocupes. Pero ves saliendo para alistarme. – lo empujó hacia la puerta.
-Bueno, si te sientes mal me avisas.
-Claro padre, pero ya sal. -me rio por su preocupación excesiva.
Mi padre sale del cuarto y me pongo a realizar mi rutina diaria para poder irme a la academia.
Ya vestida falda negra suéter blanco.
Me dirijo hacia mi academia “ Olympus ” pero no es cualquier academia y especial para personas con TDAH voy aquí desde sexto grado ya que antes me habían botado de 3 colegios, la verdad no sé porque ya que la mayor parte del tiempo soy callada pero casualmente en los antiguos colegios sucedían cosas en los eventos masivos y de todos me culpaban.
La mayoría sucedía en el día de las madres, siempre me ponía triste ya que veía a todos mis compañeros con sus familias y la mayoría de las veces estaba sola; mi padre hacia todo lo posible por estar allí pero no era lo mismo. Volviendo al punto, lo que sucedía es que se realizaban bailables en los cuales acababan con pirotecnia, la cosa mala es que siempre estaban en mal estado y producían mucho humo, pero siempre era en exceso, el humo seguía y seguía hasta el punto de rodearme por lo cual me culpaban a mí.
Otra fue en una excursión para el zoológico, en el área de las mariposas repentinamente no había mariposas había murciélagos los cuales persiguieron a los demás y a mí no, por lo cual me culparon a mí.
Esas son unas de las cosas por las cuales termine en esta academia. Cuando entre conocí a mis mejores amigas Calliope y Dysis la verdad son las únicas, la mayoría se alegan cuando saben los problemas que tengo.
-¡Idylla! Por aquí. – escucho que gritan mi nombre.
-Hola chicas. ¿Listas para los últimos días aquí? – las saludo.
-Claro que sí, espero con ansias las vacaciones. – habla Calliope.
-Vasta de charla vámonos. – ahora es Dysis.
Nos dirigimos para la clase de historia griega es una de mis materias favoritas junto con la astronomía; historia griega la imparte profesor Brunner.
-Buen día, el día de hoy hablaremos sobre los dioses griegos. – el señor Brunner dice mientras va entrando al aula en su típica silla de ruedas. – Algún voluntario que nos diga los tres principales.
-Zeus, Poseidón y Hades. – escucho a mi lado, es Calliope quien habla.
-Muy bien señorita. Hay doce dioses en el olimpo los más conocidos son: Zeus, Poseidón y Hades, ellos adquirieron su poder derrotando a su padre Cronos lo cortaron en pedazos enviándolo al tártaro. En varias ocasiones bajaban a la tierra para … ¿Cómo decirles? – expreso pensativo.
-Para divertirse. – dijo Dysis a mi otro lado, haciendo reír a toda la clase.
-Se divertían con mortales, los hijos de estas uniones eran mitad dioses y matad humanos – aclaro el señor Brunner. - ¿Saben cómo se les nombro? ¿Idylla? – pregunto mientras se fijaba en mí.
-¿Semidioses? – digo con duda, poniendo atención a clase.
-Exacto semidioses.
De repente empiezo a escuchar “Cuídate, que no te encuentre.” Suena sin cesar en mi cabeza hasta el punto de llegar a dolerme.
-Señorita Idylla ¿se encuentra bien? – pregunta el señor Brunner dejando al lado la clase.
-Si profesor. Solo un leve dolor. – le contesto de manera amable. Se escucha un ¡rin, rin! Que indica la hora del receso.
-Señoritas Calliope, Dysis e Idylla pueden esperar un momento. – habla el señor Brunner cuando ve que somos las ultimas de la clase.
-Está bien, profesor. – Dice Calliope bajando los escalones siguiéndola Dysis y a lo último Yo.