La princesa sin reino

Capítulo siete

Luana y Jasper se casarían dentro de dos meses, tal y como habían acordado el viejo Michael y los antiguos reyes de Roznok. A Jasper le importaba poco, él joven rey ya estaba haciendo planes con su principal y fiel consejero, Brandon, para llevar a cabo sus planes.

Por caso contrario, se encontraba Luana leyendo las pocas cartas que podía enviarle su tía Dagma. Su tía la conocía bien y Luana tenía que admitir que su decisión fue apresurada, su madre siempre le ha dicho que es muy impulsiva y más con decisiones de suma importancia.

Las cosas iban demasiado rápido desde el punto de vista de Luana, tenia dos meses para conocer a ese hombre. Ella reconocía que Jasper era apuesto, poderoso, inteligente por algunas conversaciones que había compartido con él, pero aun con todo eso, tenía que conocerlo más, aunque no era mucho lo que se podía conocer a una persona en dos meses y menos cuando el susodicho regreso a su reino después de haber estado cinco días con ella.

¿Qué esperaba? Un buen rey no dejaba a la deriva a su pueblo, no como otros habían hecho con anterioridad.

Querida tía.

Me alegra estar recibiendo noticias tuyas.

Gracias por tu preocupación, pero algo me dice que estoy haciendo lo correcto, al menos eso espero. Pronto iré a Borgoña por algunas cosas, así que nos estaremos viendo pronto.

Con amor L.R

Luana soltó un suspiro al ver las pocas líneas de aquella insulsa carta, pero no sabía que más poner, no era buena con los sentimientos y la verdad es que su tía no se lo estaba poniendo fácil, en realidad nadie lo hacía, pero pronto, Luana ya sentía la brisa de su libertad.

–Ya te lo había mencionado, pero te lo recuerdo, trae lo necesario– dice Cordelia desde el automóvil a la joven– No necesitaras nada, además Dagma siempre ha tenido mal gusto.

–Tengo muy pocas cosas, sinceramente– respondió Luana recordando aquel baúl al fondo de su vestidor. –No tardare.

–Te acompaño, de todos modos, tengo que hablar con la abuela Alice– dijo Cordelia sorprendiendo a Luana quien se limitó a encogerse hombros y solo pensar que no tenía vela en el entierro.

Ambas mujeres bajaron del vehículo y entraron en aquel castillo de estilo medieval. Cordelia entre más lo miraba más lo odiaba, estaba segura que Luana sería muy feliz con su pequeño Jasper.

La abuela Alice junto con la reina Dagma recibieron a Luana y a su futura suegra. Mientras que Alice sonreía, Dagma solo podía mirar a aquella mujer rubia con enojo y negando con su cabeza se acercó a su sobrina, a la que abrazo fuertemente y trato de formar su mejor sonrisa a pesar de la adversidad.

–Te ayudo a empacar querida–fue lo único que dijo Dagma a su querida sobrina mientras amabas se dirijan a la habitación de la joven.

–No se ve muy feliz– comento Cordelia viendo como reina y su sobrina se alejaban.

–Ella no está muy de acuerdo con nuestros planes. – se limitó a responder Alice comprendiendo en cierta parte a su hija. –Mi hija nunca ha sido una mujer con muchas ambiciones.

–Por eso solo consiguió a Anthony. – soltó repentinamente la rubia.

–Consiguió más de lo que yo esperaba. – la anciana no se detuvo a pensar en las acciones de su hija, pero si en las de su nieta– y dime ¿Cómo lo tomo, Luana? ¿y Jasper?

–Mejor de lo que esperábamos–Dagma irremediablemente sonrió, al recordar aquella imagen de Luana y Jasper en uno de los salones de la mansión de Michael– La que me preocupaba mas era Luana, ha pasado por muchas cosas y temo que el peso de la corona sea demasiado para ella.

A Alice se le vino a la mente una niña de grandes ojos azules, cabello indomable y una lengua con inteligentes comentarios, aquella chiquilla vivaz y curiosa con ganas de comerse al mundo.

–Nació para ser una reina– contesto Alice con rectitud–Porte, carácter, inteligencia, de excelente familia.

–Eso fue antes. – dijo Cordelia con un deje de lastima– Ya no queda nada de carácter en ella.

–Créeme que sigue teniendo esas cualidades, solo necesita un empujoncito y eso lo posee tu hijo– Alice tenía fe en aquellas palabras– Ya es hora de que Luana vaya superando aquel episodio de su vida.

–Espero que tengas razón.

–Siempre la tengo querida.

Alice vio crecer a aquella niña, trato de influir en ella y en sus demás nietas, las adoraba muchísimo, claro a su nieto también, pero en ocasiones su querido nieto era el mas consentido y toda la atención se reducía a él.

Pero Alice siempre había notado algo, un algo que Luana tenia diferente de sus demás hermanos, todos los que habían conocido a hermosa princesa reconocían aquello desconocido que les daba a entender que llegaría muy lejos, mucho más que su hermano.

Lastima que Luana solo quería comprar una casa cerca del mar y pasar sus días ahí llenos de tranquilidad.

Del otro lado del castillo se encontraba Luana dentro de su pequeño closet, se inclino y tomo el baúl que yacía en un rincón, seguramente lleno de polvo porque desde hace tiempo Luana dejo de sacarlo porque los recuerdos eran muy dolorosos. Luana dejo su baúl rojo junto a la puerta y después se dedico a buscar algunas joyas.

Dagma observaba fijamente aquel baúl rojo con florecitas blancas, ese baúl se lo había obsequiado a Luana en su quinceavo cumpleaños, recordaba a su sobrina con ganas de viajar por el mundo, por ello le pareció que ese objeto rojo era el regalo perfecto.

Desgraciadamente para Luana aquel regalo representaba todo lo que había perdido y lo que nunca volvería.

–¿Qué tal el Rey Jasper? – pregunto Dagma en un intento de aligerar el ambiente en aquella habitación. –¿te trata bien?

Ante aquella pregunta la mente de Luana recordó aquellos ojos cafés brillantes, el cabello rubio y la figura intimidante de su prometido, su honestidad era lo que mas le gustaba de aquel hombre.




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