Capítulo nueve

–Tenemos alrededor de seis legiones para ir Aldruan– dijo Brandon posicionando seis piezas dentro de aquel gran mapa– Además de que Rondania ha mostrado su apoyo con dos legiones más y Borgoña claramente dejara pasar el ejercito sin ningún contratiempo.

Borgoña es el reino más cercano a Aldruan además de que esa frontera es de las menos conflictivas con dicho reino.

–¿Qué hay de las huelgas? – pregunta Jasper observando aquel mapa.

–Es nuestro principal beneficio, Aldruan en este momento es considerado tierra de nadie– aseguro el fiel consejero del Rey–Lo que más anhela el pueblo es un líder.

Jasper se consideraba a sí mismo como un rey arriesgado, hasta ahora había tenido éxito en cualquier batalla, pero la mayoría de los reinos que había invadido eran pequeños o su rey era un inepto, pero Aldruan era otra cosa, hace años había sufrido un golpe de Estado llevando al pueblo a una época de guerrillas, peleas por el poder y hambruna entre los más necesitados.

Así que en la mente del joven rey todo parecía encajar perfectamente, sospesaba que sería otra campaña sencilla y en cualquier momento podía llevar a sus tropas hasta allá y obtener una gran victoria.

–Entonces podemos proceder en cualquier momento. – Dijo Jasper con dicha hacia sus consejeros.

–Pronto llegara el invierno a Aldruan– intervino Verónica con sutiliza– que es azotada por los inviernos más crudos.

–Podemos proceder…– dijo Brandon, pero pronto lo interrumpió Verónica.

–Estamos aquí– señalo Verónica con una banderita el territorio de Roznok– Para llegar a Aldruan tenemos que cruzar por Rondania seguido de eso pasaremos por Raisen, sabemos que la reina de Raisen no se lleva bien con su majestad por lo que o lo rodeamos o tendremos que tener una audiencia con esa mujer– dijo Verónica con desagrado hacia aquella monarca.

<<si procedemos ahorita llegaremos a Aldruan en pleno invierno ¿y qué pasa en el invierno? Los víveres se terminan, hay más riesgo de enfermedades y mis hombres no están acostumbrados al frio aunado a esto pasaremos por la frontera de Borgoña donde específicamente comienza un camino de montañoso. <<

–¿Qué es lo que sugieres, Ronni? – pregunto Brandon resignado, él ya deseaba comenzar con aquella campaña.

–Si su majestad lo acepta, podríamos esperar hasta que termine el invierno en Aldruan. –dijo decididamente la mujer de cabellos largos.

–El invierno dura seis meses en Aldruan– comento Jasper negando con la cabeza– Pero cruzar aquellas montañas en invierno sería un suicidio tal como paso con Nicholas Ivanov cuando intento invadir Aldruan.

–Exactamente– comento Ronni de que haya entendido la referencia. – Se que es demasiado tiempo, pero tendremos el tiempo necesario para poder checar aquel terreno y llegar a un acuerdo con la monarca loca.

–que así sea entonces– decidió Jasper.

Los aposentos que se habían asignado a Luana eran preciosas, las paredes tenían un color beige con detalles en dorado, las cortinas eran de un color rosa pastel y combinaban con la cobija de la cama, grandes ventanales con una hermosa vista hacia el bosque, un gran vestidor y un merecido tocador.

Luana veía todo con cierto placer, aquello si era a lo que estaba acostumbrada y aquel espacio era digno de una princesa, que mal que su estancia en aquella hermosa habitación fuera tan corta, porque después de contraer matrimonio se iría a los aposentos del rey.

Su preciado baúl había quedado arrinconado y se veía completamente fuera de lugar, pero eso a Luana no le importaba lo más seguro es que terminara adentro de algún closet, pero antes tenía que sacar todas sus cosas valiosas.

Se sentó en el piso de aquella elegante habitación y abrió el baúl, saco dos vestidos con suma delicadeza, uno negro que era de su madre después fue el turno de sacar un corsé, lo miro con rabia y quiso quemarlo, pero no podía hacer eso, aquel objeto tan incomodo había salvado su vida y si en algún momento las cosas no salían bien podía vender las piedras preciosas cosidas en el interior de aquella prenda.

La joven continúo sacando vestidos y demás cosas hasta que quedo en un rincón una pequeña caja de terciopelo como era color rojo se confundía fácilmente con la tela del baúl, Luana tomo la cajita llena de curiosidad y la abrió, adentro se hallaba un hermoso anillo con delicadas flores azules alrededor del aro, incluso tenía pequeñas hojas verdes, era realmente un trabajo a detalle.

–mi guerrera, mi admiración– leyó Luana en interior del aro dorado, las lágrimas invadieron los ojos azules de Luana y pronto estuvieron deslizándose por sus mejillas.

–Mi Orgullo, mi hija Theodosia, mi esperanza mi amada Cornelia, mi alegría mi Briseida, mi admiración mi pequeña Luana y por último mi satisfacción, mi heredero Alexander.

Así es como le gustaba nombrar a sus hijos el rey de Luana, al principio la joven princesa no le prestaba mucha atención, hasta ahora.

Luana se puso el anillo que le quedaba a la perfección y saco otro preciado objeto el reloj de bolsillo de su padre, el cual era de oro en medio de este se exponía el escudo de armas de su familia: Dos palomas rodeando el escudo con una corona en el cuello cada una, algo sencillo tal como le gustaba a su abuelo.

–Disculpe princesa– Luana dio un pequeño brinco cuando escucho la voz de una joven entrando a su habitación. – El rey pide su presencia en su despacho.

–Gracias…–agradeció Luana con una pequeña sonrisa viendo a aquella joven de grandes ojos cafés y piel morena–. ¿puedes decirme tu nombre?

–Soy Ariana princesa.

–Un gusto Ariana.

Luana no quiso hacer esperar a su prometido por lo que rápidamente recorrió los pasillos con ayuda de Ariana y llego a despacho.

La joven toco la puerta del despacho y espero escuchar la profunda voz de su prometido para poder pasar. Luana se internó en el despacho después de escuchar un adelante, lo primero que vieron sus ojos fue el escritorio de caoba, los numerosos papeles esparcidos por aquel escritorio y su apuesto prometido leyendo un documento a detalle le hizo recordar a aquella lejana infancia donde iba a molestar a su padre.