La princesa sin reino

Capítulo catorce

Verónica veía a los hombres frente a ella con total desagrado y con furia en sus ojos cafés. Solo eran cinco hombres, los supuestos lideres lo cual ella no creía para nada, los líderes de aquella congregación no se arriesgarían a un movimiento tan tonto en la arena principal de Roznok.

–No le diremos nada– respondió uno de los cinco, el más viejo. –primero muertos.

–Ay cariño– dijo Verónica negando con la cabeza y con una sonrisa sarcástica– Si hablas o no de todos modos morirás, aunque quien sabe tal vez alguno de ustedes pueda salvarse… a veces el Rey tiene misericordia por la gente que le ayuda.

Verónica vio al chico más joven, tendría unos 18 a lo mucho, el chico transpiraba muchísimo, se notaba temeroso y ella estaba segura que en cualquier momento soltaría la sopa, solo necesitaba un incentivo.

Los interrogatorios de Verónica Ricci eran conocidos por largos y dolorosos, la mayoría no salía vivo por lo que dar una esperanza de salir con vida era algo que un joven creería y estaba segura que aquel chiquillo caería en su trampa.

–el que quiera vivir tiene para confesar hasta la media noche, de ahí en adelante no me hago responsable de ustedes. –dijo como despedida en el marco de la puerta y justo cuando iba a salir el chiquillo hablo a pesar de las quejas de sus compañeros.

–Espere mi señora– Verónica sonrió con placer al no haberse esquivado.

<que mal que los traidores mueran en la horca frente al pueblo de Roznok> pensó Verónica con lastima escuchando el relato de aquel muchacho.

 

–su única finalidad era asustarla– comento Verónica entregándole por escrito la confesión del joven a su rey– Y dar a conocer que han llegado los bendecidos a Roznok.

Jasper le hecho una ojeada rápida al reporte, más tarde lo leería con detenimiento.

–Claramente no son líderes ni personas importantes– dijo Jasper con seriedad viendo a su general del ejército– Ya sabes qué hacer con ellos.

–¿algún horario en específico?

–Mañana a medio día, en la plaza. –decidió Jasper con rapidez– si eso es todo puedes retirarte.

Verónica inclino su cabeza y con un <majestad> salió del despacho.

–los bendecidos– susurro Jasper viendo una imagen con un escudo de tres ojos.

El joven rey solo podía recordar los dos episodios que había tenido su prometida, sus ojos llenos de lágrimas, nunca había visto tanto terror en unos ojos. Cuando decidió que la quería como esposa jamás pensó que sufriría de aquellos ataques, desconocía todo lo que había sufrido Luana, suponía que no era el único pero un sentimiento de protección se formaba dentro de sí, tenía que exterminar a aquellos que se hacían llamar los bendecidos tanto para su objetivo como por su futura esposa.

Los golpes en la puerta de su despacho lo sacaron de sus pensamientos, respondió un adelante y entro el duque de Rudded, alto, fuerte, elegante… todo un Lord de Aldruan o al menos eso había sido anteriormente.

–¿me mandó llamar, majestad? – pregunto el castaño.

–Así es Lord Rudded– dijo Jasper haciéndole un además de que tomara asiento, Aron hizo caso y se sentó frente al rey– Usted no le cae en gracia al viejo Dumas ¿Por qué?

Aron rasco su barbilla pensando bien que respuesta dar. Lord Rudded no era un muchacho, tenía 29 años y por sus vivencias sabía que tenía que desenvolverse con cuidado, los rumores sobre el rey de Roznok no eran buenos, pero más que nada Aron no quería que Luana pagara las consecuencias de sus actos.

–Supongo que no me aceptaba en su familia– se encogió de hombros Aron dándole un aire despreocupado. – Era un simple Lord cuando su nieta era una princesa.

–Eso me han dicho– susurro Jasper– No soy de dar mi confianza a cualquier hombre o mujer, pero a estar alturas creo que tú eres el único que puede decirme todo el conflicto que origino la caída de la familia Radcliffe.

Aron paso saliva con fuerza, fue algo más que un conflicto, fue una guerra llena de traiciones y todo comenzó desde dentro de aquel majestuoso palacio.

–Creo que conflicto se queda corto con lo que en realidad paso– comento Aron recordando a su joven y hermosa esposa– Le ayudare en todo lo que pueda con la condición de que proteja a Luana.

Es lo menos que podía hacer Aron, no había podido proteger a su mujer como tampoco a su familia así que sentía un tanto responsable del bienestar del ultimo integrante de los Radcliffe.

–Luana será mi esposa, así que hare lo posible de hacerla feliz y protegerla de todo aquel que quiera hacerle daño.

 

 

Jasper termino sus reuniones y cito a su prometida en el kiosco de uno de los jardines, a su prometida le gustaban las flores y la naturaleza por lo que pensó que aquel lugar era ideal además de que era tranquilo y libre de oídos chismosos.

El rey sonrió levemente al verla acercándose al lado de Ariana, su prometida traía puesto un vestido negro, demasiado sencillo, una coleta agarraba su rebelde cabello, frunció el ceño cuando vio las sombras de bajo de sus ojos los cuales estaban hinchados.

–Me retiro alteza– dijo Ariana una vez que la dejo en el kiosco donde estaba una mesa y dos sillas, una de ellas ocupada por el Rey.

–Gracias Ariana– agradeció Luana como siempre. –Lo siento, siempre te hago esperar.

–La espera siempre vale la pena cuando se trata de ti– dijo Jasper sonriendo.

Luana no le correspondió la sonrisa, sino que se dedico a servirse el agua de naranja que había en una jarra.

–Siento mucho lo que paso ayer– dijo Jasper cuando vio que Luana no iba a responder a su coqueteo.

–¿Por qué te disculpas? – inquirió Luana – No fue tu culpa…creo que esto está mal. –Jasper arqueo una ceja ante el comentario– Nuestro compromiso, no creo que…

–Habla más claro Luana– dijo Jasper con voz golpeada a ver la inseguridad de Luana de seguir con su comentario.




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