Verónica había vuelto un par de días a la capital de Roznok, iba por víveres y otros asuntos y casualmente iba a coincidir su regreso al campamento con el viaje del Rey, lo cual aprovecharía Verónica.
Ella sabia que estaba mal, sabia que una mujer debe darse a respetar y no debía ser la segunda opción porque ella no se merecía eso, pero, si había un pero, y es que no podía dejar de pensar en el rey, quería tenerlo solo para ella, lo añoraba día con día y no podía quitárselo de la cabeza y lo peor es que odiaba aquel sentimiento de rechazo.
Entro al salón del trono, la habitación tenia numerosos ventanales que dejaban entrar la luz del sol, en cada columna estaba la bandera morada de Roznok, camino por en medio de la alfombra roja hasta que llego a la escalinata que te llevaba directo al trono del rey, aunque también estaba la silla de la reina.
Roni se quedo admirando las enormes esculturas de los ángeles, eran enormes iban desde el suelo hasta casi rozar el segundo piso de la sala. Cada vez que iba aquel sitio lo analizaba y pensaba que ella había podido sentarse allí, al lado del Rey.
–¿Qué haces aquí? – indagó Jasper.
–Me han dicho que estabas aquí– respondió Verónica con voz suave mientras subía las escalinatas.
La joven vio como Jasper rosaba el reposabrazos de aquella ostentosa silla con detalles en dorado y tela de terciopelo violeta.
–La guerra se aproxima– dijo Jasper y volteo a verla– ¿estás lista?
Verónica pudo presumir que nunca había titubeado en su vida, se consideraba una mujer valiente, que a pesar de su género se había abierto camino en un mundo de hombres y había llegado lejos, incluso más que su padre.
–estoy lista cuando tu lo estés– respondió la joven sin dudar. –sabes que siempre te voy a apoyar.
Jasper se sentó en la silla y alzo su mirada para ver a su amiga.
–Lo sé, siempre me has apoyado en todo– Jasper sonrió levemente. –Y estoy muy agradecido.
–¿entonces por que la escogiste a ella? – Las palabras salieron de su boca pintada de escarlata sin haberlo pensando, Verónica se arrepintió, pero lo había dicho– disculpa no es mi asunto.
El rey había meditado la respuesta a aquella pregunta desde hace meses; el se imaginaba que decirla seria dificultoso, pero sorprendentemente no le dolió decirle aquellas palabras a Verónica, pero si se tratara de Luana no podría darle esa respuesta porque además algo había cambiado entre su esposa y él.
–Porque necesitaba una reina– dijo Jasper– no una guerrera.
La mujer junto sus labios y miro hacia otro lado, sus ojos oscuros brillaron por las lagrimas y el un nudo se le formo en la boca del estómago.
–Ella no es una reina– alego Verónica– Y yo no solo soy una guerrea, tengo mas capacidades de líder que ella y lo sabes.
–eh ahí el problema– comento Jasper– Yo soy el rey, el líder y no podía permitir que mi reina fuera igual o más fuerte que yo.
<sin embargo, tal vez me equivoque con Luana> Pensó Jasper al recordar sus últimas discusiones y como poco a poco veía el verdadero carácter de su esposa y la verdad es que no le disgustaba.
De repente la desesperación embargo a Verónica, a tal punto en que se sentó a horcajadas del rey, se desato los lazos de su blusa negra y dejo expuestos sus pechos. Vio que Jasper desviaba la vista y que sus manos estaban tensos, por lo que Roni le tomo el rostro para que la viera a los ojos y por último choco sus labios carmines con los del rey.
Jasper no correspondió el beso, lo que hizo fue tomar a su amiga de las caderas y la alejo de él, aunque ya era tarde porque un par de ojos habían visto la escena.
Luana despertó aquella mañana con ganas de comerse al mundo ya que Jasper le había anunciado que irían a Raisen después de la visita al campamento del ejército, bueno eso ultimo no dijo Jasper ella haría, pero no importaba ella quería acompañarlo.
Luana no recordaba haber ido nunca al reino de Raisen, a pesar de ser país vecino de Aldruan, claro había escuchado de ellos y lo importante que era el comercio entre ambos reinos, pero de ahí en fuera Luana no tenía conocimiento más que el de los libros.
Decir que estaba emocionada era quedarse corto, quería alejarse un poco de la corte y poner distancia, mas, entre Dorian y ella, quería pasar más tiempo con Jasper porque en ocasiones sus agendas simplemente no coincidían.
–¿me acompañaras? – pregunto Luana a través del espejo a su fiel amiga Ariana.
La pelirroja dudo un poco y entrecerró los ojos, todo esto mientras trenzaba el cabello de la reina.
–Para eso tienes a tus damas de compañía– explico Ariana con cierta lastima hacia ella misma–Aunque si quisiera ir.
–entonces ven con nosotros– pidió Luana con ojos suplicantes– Jazmín y Danielle son muy aburridas y estiradas, así que solo me acompañara Eli. Oh vamos Ari… imagínate las aventuras con Smith, tú y yo.
–Suena tentador. – sospeso Ariana pensando en las travesuras que los obligaría a hacer Luana. –Veré que dice el rey.
–No tienes que hablar con él, exijo como reina que me acompañes sino ¿Quién peinara mi horrible cabello? Seré el hazmerreír en la corte de Raisen.
–Está bien, está bien no quiero que la reina me lleve a la horca.
Seguido de eso ambas jóvenes se dieron a la tarea de arreglar la maleta de Luana, escogían vestidos, zapatos, pijamas entre otras cosas.
–¿quieres un pastelito de limón? –pregunto Luana después de una hora– Creo que desayune muy poco.
Esa mañana Jasper había pedido que les subieran el desayuno, pero por una u otra razón no había podido comer bien por realizar otras actividades maritales.
–Le diré a las de la cocina si tienen– dijo Ariana dejando el vestido rosa sobre la cama. – ahorita vengo.
–Te acompaño– anuncio Luana.
Caminaban entre risas y empujándose la una a la otra.
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Editado: 08.11.2021