La princesa sin reino

Capítulo treinta y uno: La familia de los venenos

–No puedes hacer eso, querida– dijo su esposo siguiéndola con la mirada–Prometiste no decir nada.

La mujer de largos cabellos rubios soltó un grito lleno de frustración haciendo que su esposo soltara una carcajada.

–Yo no prometió nada, lo hiciste tu– aclaro la rubia– No puedo quedarme cruzada de brazos.

–Inténtalo– dijo su esposo– Necesitamos seguir el plan al pie de la letra, después hacemos lo que tu quieras.

Nuestro plan va a pasos de tortuga– la mujer se dejo caer al lado de su esposo y soltó un suspiro– Tenemos que acelerar esto o posiblemente tu hermana se haga de un esposo estúpido y le de un heredero.

–Rosella no se quiere casar, cariño– dijo el hombre con entera confianza– Quiere que nuestro primero hijo o hija gobierne Raisen.

–Claro, va a manipular a nuestro hijo o hija y lo educara a su imagen y semejanza– dijo la mujer llena de furia– No es por nada, pero John con todo respeto, puedo decir que tu hermana esta loca si cree que mi primogénito será para ella.

–Ella no tendrá a nuestro hijo. No alcanzara a conocerlo. – aseguro John–De hecho, te tomare la palabra, aceleraremos nuestros planes y nos desharemos de ella. Después nos ocuparemos de tu hermana… en realidad deberíamos aprovechar su visita.

La esposa de John se sintió mas tranquila al ver esa sonrisa llena de maldad que John tenia siempre que iba a hacer algo. Claramente se había casado con el hombre ideal para ella.

Al otro lado del castillo estaba Luana siendo peinada por Ariana, quien le contaba los chismes que le habían contado el servicio sobre la noche anterior.

–Debes creerme– Dijo la pequeña pelirroja– Dejaste encantada a la reina Rosella.

–¿Sera por qué está loca? – pregunto Jasper divertido desde el otro lado de la habitación. El rey recibió dos miradas furiosas tanto de Ariana como de su esposa– No me miren así, esa mujer está loca.

–Mi madre decía que si un hombre le dice loca a una mujer es porque ella no es sumisa y no teme dar su punto de vista. – añadió Luana sin dejar de ver a su esposo–¿Parezco una mujer loca, querido esposo?

Jasper paso saliva <<terreno peligroso>> Pensó al ver la dureza de la mirada de Luana, pocas veces lo miraba de aquella manera y prefería salir huyendo. Así que el joven rey se acerco a su esposa, le beso la frente y sonrió.

–Pequeña fierecilla– dijo Jasper – siempre me sorprendes, te espero afuera veré si Smith tiene mejores chismes que Ariana.

Ambas mujeres vieron como el rey salía dando grandes zancadas, huyendo de la locura de su esposa y su doncella.

–Es un cobarde– aclaro Ariana.

–Como todos los hombres. –Luana se levanto de la silla frente al tocador, se echó un último vistazo en el espejo y asintió– Gracias Ariana, tu trabajo siempre es impecable.

–Gracias– dijo Ariana y guiño su ojo izquierdo.

El vestido de aquel día era color índigo, el escote era circular, los hombros quedaban descubiertos y unas “mangas” comenzaban por encima del codo y caían hasta sus pies; la parte del pecho estaba tapizada de piedras color doradas y la falta era plisada. El vestido gritaba “Raisen” con todo su esplendor.

–No creo que haya problema, majestad– escucho que Smith se dirigía a Jasper con entera formalidad. – Un guardia me comento que la reina estaba satisfecha con su majestad. Además, si la reina no los quisiera aquí estoy seguro que ya lo sabríamos.

–Buenos días, Smith– saludo Luana llegando hasta los dos hombres.

–Mi reina– dijo Smith inclinándose y tratando de no reírse.

Smith trataba a Luana como sin formalidades cuando estaban a solas o con Ariana, pero cuando estaba el rey, eran cosas muy distintas, cosa que los hacia reír a ambos.

–¿Se divirtió ayer en el banquete? –Luana arqueo una de sus cejas oscuras y espero la respuesta de su amigo.

–Una noche muy interesante, majestad– dijo Smith recordando las palabras de Luana hacia la reina de Raisen. –Estoy seguro que dejo a mas de uno con la boca abierta.

–Esa era la idea– contesto Luana con voz maliciosa– ¿Nos vamos? Tengo hambre.

Y sin más, los reyes de Roznok emprendieron camino hacia el comedor, donde les habían dicho que se llevaba a cabo el almuerzo en aquel castillo.

Ambos caminaban en un silencio cómodo, aun así, se sentía la tensión, pero no entre ellos sino más bien la tensión estaba en el castillo en general. Las personas de la corte caminaban desconfiadas y todos se observaban, como si pudieran saber las intenciones de los demás.

Luana fruncia el ceño viendo a varias mujeres solas por los jardines, sus miradas iban de una persona a otra y ella conocía esas miradas frías y calculadoras. La reina se preguntaba si se trataban de espías de la reina o de alguna otra persona.

–¡Oh vamos Alegría! – Tanto Jasper como Luana siguieron la voz divertida del hombre que gritaba se encontraron con una pareja sentada en el césped, debajo de un árbol.

Era una escena de los más curiosa, el hombre reía divertido picando el estomago de la mujer, pero Luana no podía mirar el rostro de la joven vestida de negro porque su rostro estaba cubierto con un velo oscuro, la reina presentía que aquella mujer sentía todo menos alegría.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.