La princesita del Ceo

Capítulo 10: Confianza

Elena:

Cuando terminamos de cenar en el restaurante del hotel Ángela tomó mi mano, gracias a Dios habíamos llegado después de Aarón y él no se sentó en nuestra mesa, pues cuando llegamos él y su novia, que ya no era la misma mujer con la que se había casado hace algunos años estaban cenando. Esta vez solo estábamos Eric, mi madre, Ángela y yo, cené aliviada y tranquila aunque sin querer crucé miradas algunas veces con Aarón, que no paraba de mirar hacia donde estábamos y que desde lo lejos saludó a mi hija haciéndole una seña con la mano.

—Mamá quiero que me acompañes a un lugar—pronunció mi hija entusiasmada.

—¿Qué lugar? —cuestioné y bajó la mirada algo apenada—¿Quieres ir al baño? ¿Es eso?

—No, quiero que me acompañes a un parque que vi cuando me perdí esta mañana—dijo y enarqué ambas cejas.

—Es tarde ya, Ángela, y tu madre se ha pasado todo el día con dolor de cabeza, que tal si lo dejamos para mañana y yo las acompaño —intervino mi madre.

—Es que... quería contarle algo a mamá...—dijo la niña mirándome tiernamente.

—Tengo muchas ganas de caminar, vayamos un rato a ese parque—dije poniéndome de pie y Ángela sonrió feliz. Quería escuchar lo que me tenía que decir.

—Yo también tengo ganas de caminar, quisiera acompañarlas —dijo Eric, pero como mi pequeña me había dicho que tenía algo que contarme, no lo consideré conveniente, así que lo detuve.

—Vamos a conversar cosas de chicas Eric, otro día nos acompañas—exclamé.

—Está bien. Ángela de paso quería disculparme por lo que dije el otro día, no fue mi intención—pronunció y la niña bajó la mirada en silencio—No volverá a ocurrir nunca más. Los adultos a veces somos un poco tontos y nos equivocamos. —afirmó—. Perdóname, por favor, te quiero mucho, eres una niña encantadora y he estado muy estresado últimamente, ¿me perdonas?

—Está bien—suspiró Ángela—ya vamos mamá. Mira es Aarón—exclamó corriendo hacia la mesa donde él estaba a saludarlo. Yo me quedé de pie esperándola allí.

—No tardes—murmuró en el oído de él que acarició su cabello y le guiñó un ojo.

Caminé con mi hija hasta llegar al parque donde jugaban algunos niños.

—Mamá tengo un nuevo amigo y quiero que lo conozcas—me dijo y me quedé absolutamente sorprendida.

—¿Qué amigo Ángela?

—Un nuevo amigo. Le dije que hoy lo ibas a conocer en este parque. Él quiere hablarte—respondió sentándose en el columpio y allí esperamos un rato mientras la mecía.

—Ángela parece que tu amigo no va a venir. Ya es tarde y no ha llegado—pronuncié al ver que avanzaban las horas y no llegaba su amigo. Imagino que era algún niño que conoció y probablemente ya sus padres lo hubieran llevado a dormir. Ángela era muy conversadora y se le hacía fácil hacer amistad con otros niños.

—Sí vendrá—se cruzó de brazos—él lo prometió.

—Es muy tarde, alomejor lo olvidó o se durmió, incluso tú deberías estar durmiendo.

—Solo esperemos un poco más mamá, por favor—imploró juntando las manos—él prometió que vendría y yo confío en él.

—Solo un rato más—dije impaciente sentándome en el columpio que estaba a su lado.

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Aarón:

—Espérame en la habitación, tengo un asunto importante que resolver—le dije a mi novia cuando llegamos a la puerta de salida del restaurante.

—Ya vallamos a la habitación cariño, te voy a hacer algo que te encantará—pronunció ella acariciando mi brazo.

—Estoy aquí por trabajo, Lea, estas vacaciones son falsas, solo estamos comprobando que todas las instalaciones del hotel funcionen bien, que la atención sea diez de diez, que nuestros primeros clientes se lleven una buena opinión y que nuestro hotel sea bien caracterizado, recuerda que hay varios invitados importantes, entre ellos periodistas que estarán calificando el hotel y de eso dependerá su futuro desarrollo...

—Odio cuando me hablas así—suspiró.

—¿Así cómo?

—Como un empresario.

—Es porque eso soy: un empresario. Hasta mañana bonita. No me esperes despierta—la despedí y la vi marcharse antes de ir a ver a Ángela, hacía poco ellas acababan de salir.

—Señor Aarón Brown—dijo uno de los trabajadores del hotel acercándose a mí, aun en la puerta del restaurante.

—¿Qué sucede?—cuestioné acomodando las mangas de mi camisa.

—Unos clientes del hotel quieren hablar con usted—pronunció

—¿Sobre qué?

—Dicen haber sido maltratados en la instalación, que hallaron algo extraño en su habitación, algo que parece droga y llamarán a la policía si ustedes no pueden resolverlo o le dan una explicación.

—Maldita sea—reproché, era lo que faltaba. Si desde el inicio teníamos a la policía por aquí y se empezaban los rumores de haber algún tipo de sustancias ilegales, ahí, si estaríamos en problemas y pérdidas monetarias.

—¿Dónde están? Dile que vengan…

—Están en la carpa, en la playa. Dicen que se sienten apenados de presentarse aquí delante de todos y ser humillados.

—Gracias no te preocupes, lo resolveré—afirmé y caminé hacia la carpa. Mientras caminaba uno de mis guardias personales que me esperaba fuera del restaurante me siguió a cierta distancia como solía hacer. Habían un hombre y una mujer en la carpa, ya era de noche y en esa parte no había muchas personas.

—Espérame aquí—le dije a mi guardaespaldas cuando estábamos a unos cuantos metros, pensé que si veían a ese guardaespaldas , alto y fuerte solo se alarmarían y se pondrían a la defensiva.

—Buenas noches —saludé—¿en qué puedo ayudarlos? —pregunté, ambos estaban de frente a mí, ella tenía unos treinta años y el hombre unos 45, él mantenía las manos tras su espalda.

—¿Usted es el CEO Aarón Brown, verdad? ¿Coopropietario de este Hotel?—preguntó el hombre.

—Sí, qué sucede—pregunté. El hombre dio un paso acercándose a mí y mirando a ambos lados.

—Tenemos un serio problema.

—¿Qué sucede en la instalación? Podemos arreglarlo.

—El problema eres tú Aarón—dijo el hombre sacando un cuchillo y enterrándomelo en el abdomen, tan sorpresiva y desprevenidamente que ni siquiera me dio tiempo defenderme. Mi guardaespaldas, que vio todo sacó su arma y les disparó mientras ellos se dieron a la fuga. Puse una mano en mi abdomen, estaba sangrando y tuve que sostenerme del barandal. Allí herido una sola cosa venía a mi mente y era Ángela y la promesa que le había hecho. Esa niña que quizás era mi hija estaba esperándome, cómo podía decepcionarla sin siquiera conocerla.




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