La Profecía

Capítulo 32: Lograste tu misión

Not reason to stay

Is a good reason to go

 

Escucho voces a mi alrededor, apenas logro entender lo que dicen, susurran entre ellos temiendo que pueda oírlos, intento abrir los ojos, pero no lo consigo. Sus voces suenan lejanas, irreconocibles.

Muevo los ojos luchando por abrirlos, apenas logro separar mis parpados un poco, captando una tenue luz, los cierro de nuevo exhausta. Me remuevo en mi lugar cambiando de posición, un pinchazo de dolor recorre mi cuerpo, no es insoportable, nada comparado con lo que he sentido antes.

—Vas a estar bien, Katie, te lo prometo—una voz masculina susurra acariciando mi cabello. —Por favor abre los ojos. Necesito saber que estas bien, que aún tengo a mi pequeña niña traviesa...—dice con un hilo de voz. —No puedo perderte a ti también, te necesito, por favor, despierta.

Cubren mi cuerpo con algo que me mantiene caliente, por primera vez en días me regocijo con esa sensación de calidez que la manta me brinda.

¿Por qué William no me ha atacado?

¿Por qué no han venido por mí?

—Orc—murmuro.

¿Qué han hecho con él?

—¿Por qué tarda tanto en reaccionar? —una voz femenina pregunta angustiada.

—No sabemos lo que le han hecho en ese lugar, su cuerpo está recuperándose de todas las atrocidades que le hizo Blake—suena otra voz masculina.

—¿Cómo pudo hacernos esto?

—No lo sé, y deje de cuestionármelo desde hace mucho. Él tomó su elección, así como yo tomé la mía.

—¿Qué quieres decir?

—Le fallé a mi hermano, le prometí cuidar de su familia con mi vida si era necesario, no creí que también necesitaría cuidarlos de mi sobrino. Lo siento, Regina, pero no podemos seguir protegiéndolo, Blake tiene que morir.

Reacciono al escuchar el nombre de mi madre, concentro todas mis fuerzas en abrir mis ojos, quiero verla, aunque sea solo en sueños. Necesito verla de nuevo.

—¿Ma...má? —mi garganta esta seca, mi voz es apenas audible. —Mamá.

Nada.

No escucho nada.

Una lágrima escapa por mi ojo.

—Despierta cariño, necesito que despiertes, prometo no dejarte de nuevo. Lo lamento tanto. No debí dejarte sola. Te prometo que arreglaré esto, prometo que estaremos juntos de nuevo—otra voz grave susurra acariciando mi mano. 

No quiero despertar aún, no quiero regresar a la realidad. 

Siento un peso mover el lugar en el que estoy recostada, alguien sostiene mi mano acariciándola con cariño. 

—Perdóname amor, debí pelear más por ti, debí detenerlos—no necesito abrir los ojos para reconocerlo. El dorso de su mano acaricia mi mejilla. —Cuando te vi ahí entre esos cuerpos sentí que moría. Por un momento creí que me habías dejado, que estabas...—su voz se quiebra.

—Nunca había tenido tanto miedo en mi vida, eres lo más importante que tengo. Yo... no puedo imaginarme una vida en donde no estés tú. Te necesito mucho más de lo que puedas llegar a imaginar. Te amo, Katherine. Eres tu, siempre has sido tu. Por favor abre los ojos, necesito verte y escucharte. Necesito saber que estás bien.

Siento sus labios besar mi frente, una gota húmeda cae en mi mejilla, remuevo mis ojos queriendo abrirlos. Necesito verlo, necesito ver esos ojos que logran quitarme el aliento y hacer que lo olvide todo, quiero sentir su cuerpo junto al mío...

—¿Kate?

Gruño por el dolor que siento en la cabeza.

—Eso es princesa, abre esos ojos para mí, tu puedes.

Abro primero un ojo, luego el otro con pesadez, todo luce borroso, parpadeo varias veces enfocando mi vista en la persona frente a mí. Sostiene mi rostro entre sus manos, tiene los ojos rojos y una sonrisa de alivio mezclada con emoción. Aunque luce hermoso, me niego a creer que esto es cierto, William esta jugando conmigo de nuevo.

—No puedo más...—sollozo.

—¿Te duele algo? —Ethan inspecciona mi cuerpo preocupado.

—Detente por favor, no puedo...

—¿Con qué? ¿Qué sucede, Kate?

—Quiero despertar. ¡Déjame despertar!—demando.

—Mírame Kate, soy yo, Ethan. No estas soñando—me obliga a mirarlo, parece alarmado por mi reacción.

—Por favor...

Me rodea con sus brazos, me aprieta a su pecho tanto como puede con cuidado de no lastimarme. Por extraño que parezca, siento que es él de verdad, aspiro su aroma embriagándome de él, hule tan bien. Me dejo envolver en el calor que desprende su cuerpo, acepto sus caricias, me aferro más a su pecho, dejo que murmure palabras reconfortantes en mi oído, quiero quedarme aquí con él, no quiero que William me lo arrebate de nuevo.

Pasa sus dedos por mi cabello acariciándolo, su mano baja por mi espalda buscando tranquilizarme. Por primera vez, en lo que siento una eternidad, no tengo una pesadilla.

—Si este es un sueño por favor no me despiertes—suplico.

—No es un sueño amor—me separa de él para verme mejor. Aparta con sus pulgares las lágrimas en mis mejillas.

—¿No lo es?

—No. Entramos a Condor para rescatarte, ¿recuerdas?

—¿Entramos?

Mis ojos siguen un bulto que descansa a mi lado. Boomer se estira bostezando, se acomoda mejor en su lugar durmiendo de nuevo. Las imágenes me invaden, una tras otra sin tregua.

Cuerpos...

Fuego...

Cenizas...

Pelea...

Boomer...

Ethan...

Orc...

La cabeza me punza, acaricio mi sien con una mano aminorando el dolor.

¿Todo fue real?

¿Salí de ahí?

¿Soy libre?

—¿Hace cuánto...?—inquiero.

—Seis días.

¡Seis días!

¡He estado inconsciente por seis días!

Intento enderezarme, Ethan me ayuda a acomodarme, bajo la mirada hasta mi ropa, esta limpia al igual que mis pies, mis brazos, todo mi cuerpo esta aseado, aunque tengo varios moretones que se asoman pintándolo de morado y verde.




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