SEGUNDA PARTE: El Marcado - CAPÍTULO 32

—Es un milagro— dijo Dana, admirada.

            Estaba examinando de cerca a Kelor. También yo me acerqué con curiosidad. Busqué en su vientre la enorme herida, pero no la encontré, ni siquiera pude ver el rastro de una cicatriz.

            —¿Cómo es posible?— interrogué a Zenir.

            —Mientras ustedes buscaban las mantas y las hierbas, he cosido la herida y la he lavado con una mezcla especial que ayuda a regenerar la piel, es tan rápida que en verdad parece mágica— explicó.

            —Increíble— murmuré.

            Zenir tomó las mantas y envolvió a Kelor.

            —Debemos mantenerlo caliente esta noche— explicó. Luego tomó unas hierbas del frasco verde y las mezcló con una pasta que sacó de una lata que tenía en su bolso.

            —Vamos, toma esto— le murmuró al unicornio herido. Kelor comenzó a lamer la pasta con las hierbas de la mano de Zenir—. Eso es. Eres un buen muchacho. Mañana estarás como nuevo.

            Zenir acarició la cabeza de Kelor cariñosamente y luego se puso de pie.

            —Pronto oscurecerá— dijo—. ¿Por qué no compartimos la cena y duermen en mi casa esta noche?

            —¿Qué hay de Kelor?— pregunté.

            —Kelor estará bien. Luar lo cuidará.

            Luar relinchó como en respuesta a sus palabras.

            —Gracias por su hospitalidad, Zenir— dijo Dana.

            —Es lo menos que puedo hacer por los que salvaron la vida de Kelor— dijo él.

            Zenir volvió a colgarse el bolso del hombro y emprendió el camino hacia su casa. Dana y yo lo seguíamos un poco más atrás.

            El sol ya era una bola pálida sobre la línea del infinito, y unas pocas estrellas asomaban formando constelaciones extrañas para mí. Dana entrelazó su brazo con el mío mientras caminábamos.

            —Mira— dijo Dana, señalando la débil y blanquecina luz de una estrella solitaria—. Aquella es Aros. Hay una vieja balada que comienza:

            “Si miras al cielo

            verás una estrella

            no es la más bella

            ni la que más brilla

            pero es la más segura

            pues buen tiempo augura

            Si sigues la estrella

            irás hacia el norte

            al pueblo de Aros

            que lleva su nombre

            si vas de su mano

            no debes temer

            extraviarte no puedes

            si el cielo sabes leer.”