El cielo de un nuevo día comenzaba a despejarse, hacía frío y todo parecía tener esa luz mortecina de un comienzo sin sol. Me escondí debajo de las mantas cuando escuché que alguien, con un aura distinta a la de Severus, abría la puerta.
- Colagusano alcánzame mis cosas, Colagusano, limpia la casa. Colagusano, vigila a Nela… ¿Qué se cree que es? Ya le contaré a mi señor Tenebroso que está con esta…- La voz, un tanto aguda como para ser de un hombre, se acercó a mí.- Esta joven. ¡Severus Snape, me las pagarás! – Se sentó a mi lado, creía que dormía- No es por usted, señorita bonita. Es que, él me prometió que mataría, que secuestraría, que tendría poder- escupió- Pero nunca cumplió.- dijo entre sollozos. – Maldito Snape- dijo con tono burlón. Se acercó a mí, bajando la manta para descubrirme el rostro. Me hice la dormida, mientras el intruso olfateaba mi piel, suspiró- Usted es tan bonita, con su cabello castaño y piel pálida ¿De qué color tendrá los ojos?
- Lárgate de aquí, pervertido…- mascullé.
Abrí mis ojos, el mago sin muchas luces trastabilló y cayó sentado al suelo.
- ¡Estaba despierta!- dijo asustado.- ¿Qué escuchó?.- me apuntó con la varita.
- ¡Colagusano abre la puerta!- gritó Severus desde la planta baja.
El mago me fulminó con la mirada y sin apartar su vista de mí, dejó la habitación. Suspiré mientras cubría mi cuerpo desnudo con una de las mantas. Me acerqué a la ventana, se trataba de un barrio humilde, quizás de personas que desconocían nuestra existencia. Dos cabezas rubias estaban en la puerta, pude identificar el listón violeta de una de ellas. ¡Stephie!
Con rapidez me vestí, aparecí mi bastón blanco y bajé silenciosamente la escalera, hasta cubrirme en la cocina que estaba ridículamente iluminada.
Lucius Malfoy y Stephie entraron con el mentón en alto. El mago mortífago apuntó a Severus con su varita, él no se movió. Parecía haber rejuvenecido, estaba hermoso.
- Tranquilízate y razona Lucius.
- ¡No puedo tranquilizarme, Severus! Draco no cumplirá su parte, dos veces lo intentó ¡Dos! El Señor Tenebroso no es tonto, irá por mí, por Narcissa…- el mago rubio tomó de la cintura a Stephie- Por toda mi familia. ¡Necesito tu ayuda, Severus! Me lo debes…
Stephie miró para atrás. Vestía de forma elegante, sensual, intimidante. Más que bruja, parecía vampiresa.
- La señorita Malfoy…- dijo asustado Colagusano. – La última vez que la vi, me dio una patada. ¿Quién patea a una rata?
- ¿Te molesta?- pregunté fulminándolo con la mirada- Quiero escuchar…
Stephie se acercó a Severus, amenazadora y voluptuosa.
- Tienes su aura mezclada a la tuya. Nada bien, ahora que tu lealtad está en juego, Snape.
- No sé de lo que habla, señorita Boccard.- dijo sin inmutarse.
- ¡Malfoy! Stephie es mi nueva esposa- intervino Lucius.
- ¿Y Narcissa? – preguntó extrañado Severus. Miró hacia donde me encontraba- ¡Colagusano!
El aludido, atolondrado como era, se acercó a ellos. Stephie hizo un gesto de repulsión ante el mago y miró hacia donde me encontraba.
- ¿Estamos solos, Snape?-
- Sólo nosotros cuatro.- respondió sin mirarme.- Colagusano, llévate a tus amigas, las ratas, a otra casa. Su presencia parece molestar a mis invitados- sonrió sin despegar los labios.- ¡Ahora!
- ¡Tempo!- exclamé golpeando tres veces con el bastón, congelando a los magos.- Stephanía…- murmuré furiosa – ¿No podías caer más bajo no?
- ¡Lo sabía! ¡Eres la princesa de la profecía, maldita bruja!- me arrojó un hechizo con la rosa de metal que oficiaba como objeto mágico.
Lo esquivé y le apunté.
- ¡Expelliermus!- grité y su rosa salió por la ventana, rompiendo el cristal.
- ¿C…Cómo?
Me acerqué caminando hasta ella.
- ¿Sabes cuál es la diferencia entre tú y yo, Stephie?- sus ojos celestes se clavaron en los míos. – Tú persigues el poder y a sus hombres- dije mirando a Lucius.- ¿No tenías un mortífago mejor? – volví mi vista a ella- Yo no me obnubilo por nada, ni por nadie.