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Era una calurosa mañana de principios de septiembre en Athens, Ohio. Era muy común un calor como este dado que estábamos en pleno verano, pero yo lo detestaba. El sol me daba de lleno en la cara y estaba comenzando a sudar, pero decidí ir caminando lo más lento posible al colegio ya que aún faltaban varios minutos para que las clases comenzaran. Iba de camino a la escuela para dar inicio al primer día de mi último año escolar en el Morrison Elementary School. Solía tomar el autobús para llegar más rápido, pero hoy no me apetecía hacerlo. Tenía demasiadas cosas en las que pensar y decidí que mis pensamientos, mezclados con la buena música de mi iPod, serían una buena combinación. El día de hoy tenía cita con el consejero escolar, quien por cierto era un completo inútil, porque al parecer mis notas durante el curso anterior no fueron muy buenas y, según la directora del colegio, eso no era bueno si quería postular a un buen establecimiento, ya que este año cursaría el que fuese mi 8vo grado y necesitaba dar una buena impresión, ya que para ella, las apariencias lo eran todo y el colegio no podía bajar su perfil por un par de malos estudiantes, o algo así solía decirnos el año pasado. Estaba a aproximadamente a dos cuadras del Morrison, cantando victoria antes de tiempo porque ningún estudiante del establecimiento había interrumpido mi recorrido, porque si, constantemente era el objeto de las burlas y los apodos debido a mi complexión delgada y un tanto encorvada, además de llevar los anteojos más horribles que alguien podría imaginarse y al prominente acné que apareció al cumplir los 12 años. Y pues, como pensaba, estaba cantando victoria antes de tiempo ya que de pronto aparece Evan, el chico más popular y arrogante de toda la escuela, para quitarme mi mochila y arrojarla por los aires, no sin antes abrirla para que vuelen todos los objetos que tenía dentro.
- Vaya, vaya. Pero si es Alena la perdedora. – Dice con su expresión de superioridad.
- Evan, piérdete. – Le digo lo más calmada posible, mientras intento recoger mis cosas.
- ¿Por qué debería perderme?, ¿no estás acostumbrada a ver una cara tan bella a estas horas de la mañana? – Exclama con esa voz tan irritante.
Estoy considerablemente irritada en este punto. Es el primer día de clases, del que será el último año en este infierno y no quiero que este imbécil arruine mi día y mi año escolar en general, ya que vida por sí sola apesta bastante. Todo el mundo adora a Evan, tanto los maestros, como los estudiantes debido a su estúpida cara de niño bueno, sus asquerosos ojos verdes y sus brillantes calificaciones. Es el típico hijo consentido de un matrimonio con mucho dinero, puesto que su padre, el sr Hyland es dueño de una compañía con bastante renombre aquí in Athens. Pero a mí no me agrada ni un pelo y, siempre que puedo, se lo hago notar.
-Ya quisieras ser tan bello como dices ser. Deberías hacerle un favor a la vida, y ponerte una bolsa en la cabeza para venir a clases. En serio, todo el mundo lo apreciaría. Ahora, déjame en paz. – Le digo, lo más seria posible.
Y, antes de que pueda añadir algo más. Decido dejarlo con la palabra en la boca y entrar al salón, donde se darán inicio las clases. La verdad es que podría haber omitido esta parte de la mañana fácilmente, puesto que la maestra Álvarez lo único que hizo durante todo el periodo, fue mostrarnos el plan de estudios que se llevará a cabo durante este primer semestre y se dedicó a hablar sobre su vida personal, y sobre las cosas que hizo durante sus vacaciones, incluyendo un amorío fallido con un surfista, quien resultó ser un completo mujeriego.
Iba de camino a la oficina del consejero. Esta era, sin duda alguna, la peor parte de venir a esta escuela, puesto que lo único que debía hacer era sentarme, responder cómo estaba, cómo me había sentido últimamente y si había hecho algunos amigos. Lo único que debía responder era: bien, bien y no respectivamente. Una completa pérdida de tiempo. Al tocar la puerta lo primero que escucho es su voz diciéndome que pase.
- Hola Alena, que gusto volver a verte después de todo este tiempo. ¿qué tal estuvieron esas vacaciones?, ¿lograste descansar? – Me lo dice con tan poco entusiasmo, como mi respuesta.
- Hola, sí. Todo bien.
- ¿Cómo estás?, ¿Cómo te has sentido últimamente?
- No podría decirle si bien o mal. Todo sigue igual que siempre.
- ¿Has hecho nuevos amigos? – Pregunta, omitiendo totalmente mi respuesta anterior, puesto que él está 100% consciente de mi situación personal.
Editado: 03.12.2019