Elizabeth
Me miraba de arriba a abajo frente al espejo. Me encantaba tener mi corbata mal amarrada, de alguna manera; aunque sea algo infantil, me hacía sentir libre...
Y aunque quisiera que Alberto estuviera a mi lado, ahora que lo pienso es lo mejor.
Mis padres solían odiarlo, o más bien odian a cualquier chico que se me acerque; excepto Cristian, ya que a él lo conozco desde que tengo memoria. Sus padres suelen llevarse bien con los míos, son muy parecidos: Igual de estrictos y aburridos.
Lo unico que conocen son sus malditas reglas. Cuánto odio eso. Se que ellos me quieren mucho, a menudo lo demuestran y soy feliz con ellos. Aunque aún tengo esa sensación de estar incompleta.
Nuestros padres nos quieren a mí y a mí hermano, aunque muchas veces siento que estoy de sobra en esta familia.
Siento que soy la oveja negra entre un rebaño impecable, y que muchas veces suelo hacer tonterías... En especial con los chicos. Y suelo romper las reglas.
Una de las más importantes reglas que me han dejado muy en claro mis padres es: jamás me dejarían estar con un chico.
Aunque ahora que lo pienso siempre he roto esa regla con los novios que he tenido, pero siempre que me descubren no es muy agradable.
Mi madre se transforma en alguien más, hasta siento que crece unos centímetros más cuando me mira enojada. Y no cualquier persona puede mirar así de intimidante. A veces da miedo.
Es por eso que tan solo falta un año y unos cuantos meses, así podré salir de esta jaula, y podré ser libre, cumplir todos mis sueños y metas, viajar por el mundo y también poder ir a la universidad y estudiar para ser doctora.
Siempre he querido ayudar a la gente, poder aliviar su dolor y salvar vidas.
"Calma Elizabeth, dentro de poco serás libre", me decía una y otra vez frente al espejo dandome los últimos retoques de maquillaje, un maquillaje que me hiciera ver natural.
Mi cumpleaños se acercaba y quería festejar a lo grande, iba a cumplir 17 años.
No podría ser libre del todo, pero por lo menos me dejarían utilizar toda la ropa que a mí me guste, o tal vez tener por fin un auto. Y tal vez para ese entonces me dejen tener novio... O eso espero.
De inmediato se me vienen a la mente aquellos ojos avellana, esos ojos que tanto amo...Y aquella promesa que le hice.
Me miró de nuevo al espejo y mis mejillas parecen tomates.
Muevo la cabeza de un lado a otro tratando de quitar esas ideas de mi cabeza. Pero es imposible. ¿Cómo ignorar a la persona que amas a pesar de todo?
Suspiro viendome por última vez al espejo para después ir a la escuela.
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Alberto
Son 8:10 y ella aún no ha llegado.¿ Por qué tarda tanto? Espero y no le haya pasado nada.
Miro mi reloj un poco angustiado y muevo los pies de una forma nerviosa, sentado en mi mesa banco esperando a que ella llegue.
¿Pero que me pasa? ¿Por qué me preocupo tanto por ella? Mi querida Eli...
Rayos! De nuevo pensando en ella. Meneo la cabeza de un lado a otro tratando de mirar al profesor. Pero es imposible, mi mente está en las nubes.
Pido permiso para ir al baño y salgo al patio para ver si hay señal alguna de ella, pero no está.
Corro por los pasillos hasta que me detengo frente a la dirección.
Esta ahí... Tan hermosa como siempre. Mi querida Eli... Esta sentada con una cara de angustia, mientras que su hermano se encuentra sentado a su lado; aunque esté parece mucho más relajado. Típico de Henry: llegar tarde.
Henry y yo éramos compañeros en la primaria, pero yo tuve que dejar la escuela por un año. Aunque jamás fuimos amigos, éramos y somos completamente diferentes. Henry, el chico revoltoso. Y yo, Alberto; el chico atlético que es muchos más tranquilo, el chico que adora de la música y leer.
Salí un año de la escuela por problemas económicos, mi padre había desaparecido y mi madre necesitaba de mi ayuda.
Después todo se calmo y por fin pude continuar con mis estudios.
Entonces la conocí a ella.
Mi hermosa Eli... Solíamos pelear por todo, enojarnos y después de un rato volver a hablar como si nada.
Peleabamos por todo, excepto cuando se trataba de los libros, a ambos nos encantaba leer.
Mientras yo le leía, ella me enseñaba matemáticas, aunque jamás entendí mucho; ni tampoco entiendo mucho ahora.
Según lo que yo e investigado, ella es una chica de los primeros lugares. Aunque también dicen que es bastante relajada y le gusta la fiesta. Pero que siempre es detenida por sus padres.
Todo mundo sabe de lo estrictos que pueden ser sus padres, y que siempre vigilan cada cosa que hace.
Antes no era así mi Eli... ¿Que la hizo cambiar de esa forma? ¿Por qué se fue?
Tengo tantas preguntas...
Despierto de mis pensamientos cuando veo salir a Elizabeth de la dirección junto a Henry. Trato de esconderme pero soy descubierto por un maestro.
–Señorito! ¿Qué hace usted aquí?– Me toma del hombro y me lleva a la dirección.
¿Enserio me dijo señorito? Es la manera más absurda en la que una persona puede llamarme. Si mi padre hubiera visto que me he dejado llamar así por alguien, me hubiera dado una paliza.
Me dirijo hacia la dirección y me encuentro con ella... Elizabeth y su latoso hermano Henry.
Nos sientan a los tres en unas bancas y la directora sale. Se muestra que ella tiene práctica con este tipo de chicos: los del alboroto. Aún nosé como pude terminar en esta situación, y aún peor. Estoy con Elizabeth.
Trato de no mirar a dónde ella está, así que juego con el reloj de mi muñeca y muevo los pies algo nervioso.
–Chicos... Están castigados. Lo siento mucho pero no me dejan opción. Usted señorita Elizabeth está aquí por brincar la barda escolar. Y usted señorito Henry está aquí por haber peleado de nuevo.
Mientras que usted... Alberto. Por salir del aula en horario de clases.–
Al oír esto, Elizabeth voltea a verme sorprendida; más yo evito mirarla.