La promesa bajo la luz de la luna

Capitulo 2: Lo siento

 

—¿Medios hermanos? 

Me mostré escéptica, ante tal hecho. No podía creer que aquellas personas quienes las consideraba inalcanzables. Tuvieran lazos de sangre conmigo. 

—Mentiroso. 

El soltó una ligera carcajada. El chico me miro con ternura, para luego acariciar mi cabeza con cariño. 

—Lo siento, pero esa es la verdad. No puedes negar el color de uno de tus ojos. 

Balder, descubrió la mitad de mi cara, cubierto por una parte de mi cabello. Dejando ver mi ojo color violeta. Debido a que tenía la condición llamada heterocromia, tenía un ojo de color violeta, la cual lo ocultaba, por órdenes de mi madre, y mi otro ojo era de color rojo, dejándolo a simple vista. 

—¿Como sabias acerca de mi color de ojo?, ¿A caso eres un mago? 

—Se podría decir que sí. 

—¿Estás seguro? Pues yo no soy una persona bonita, ni mucho menos visto igual a una princesa. Solo soy hija de una cortesana. 

Ante mis palabras, su rostro se puso serio. No entendía su enojo. A lo mejor, le desagrado, el hecho de compararme con ellos. Después de todo eso era lo que decían los adultos, acerca de nosotras dos. 

—Lamento haber llegado tarde. Si me hubiera enterado antes, no sufrirías tanto como ahora. 

<< ¿Por qué tienes esa mirada? >> 

Su comportamiento, no podía entenderlo. Es algo desconocido para mí, hasta ahora todas las personas dentro del palacio real, me han mirado igual a una escoria, no hay ninguna persona que me trate con amabilidad, a excepción de mi madre. 

—¿Por qué te disculpas? No es tu culpa, 

Balder no podía evitar sentirse culpable, por la situación de la pequeña niña. En sus ojos, ella era una niña indefensa e inocente. Ella no debía pagar el precio de las decisiones de su propio padre. 

Debido a las clases de sucesión, ya que él y su hermano mayor eran los mejores candidatos para convertirse en emperador. Se veían obligados a tomarlas. No obstante, no sabía de la existencia de aquella niña. Lo único que sabia era que su padre había traído a una cortesana y su madre la emperatriz se puso histérica ante tal echo. A pesar del escando y las disputas familiares, no le tomo tanta importancia. 

Fue recién que se enteró, al ver su hermana menor Mei, acosándola junto con las sirvientas. Él fue a ese lugar, debido a su tranquilidad, él quería tomar un suspiro, para sentirse libre. Pero en vez de eso, vio una escena desagradable, y antes de acercarse pregunto a sus sirvientes, acerca de la pequeña niña, y en cuanto escucho la verdad, que el hacia oídos sordos. Sintió remordimiento, ira e impotencia. Pues era ignorante acerca de su alrededor. 

<< ¿Como el mundo puede ser tan cruel, con una pobre niña? Ella no tiene la culpa de nada. >> 

—Tranquila, todo estará bien. 

Me hablo con ternura, mientras me acariciaba la cabeza. No entendía a que se refería exactamente. El solo se quedó callado, para luego abrazarme y seguir disculpándose, eso me tomo por sorpresa, que lo único que pude hacer fue quedarme inmóvil. 

Minutos después, el en todo momento fue muy dulce y amable conmigo, me dejo descansar adecuadamente, durante tres horas más. El incluso trato mis heridas, incluso el empezó a jugar conmigo, no cabe duda de que pase un momento muy ameno con él. Sin duda, es un día que no podré olvidar, siempre lo recordare con alegría. O al menos eso creía. 

Le dije que tenía que regresar en el palacio, donde nos quedábamos mi madre y yo. A estas alturas ella debe estar preocupada. Balder por su parte, me dio una canasta con comida para alimentar a mi madre. Siempre estaré agradecida ante tal gesto dulce. Recuerdo ir contenta en todo el camino, ante la compañía de Balder, el solo me dejo enfrente de la puerta de la habitación. Yo entre y el luego se fue. Al entrar, enseguida fui donde se encontraba mi madre. 

—¡Mamá!, mira te traje comida. Un chico amable me lo dio para ti. 

Le conté la anécdota, con gran alegría, pero por alguna razón no hubo respuesta. Me acerque para comprobar su estado, y al acercarme, su respiración era lenta. Mi madre, en cuanto sintió mi peso sobre la cama, empezó a abrir sus ojos lentamente, con una ligera sonrisa débil en su rostro. 

—Mi adorable hija, me alegra poder verte. 

—¿Mamá te encuentras bien? 

Ese día recuerdo verla más débil que de costumbre, sus ojos se veían más apagados de lo normal. Tuve un mal presentimiento. Ella con mucho esfuerzo levanto su mano, para tocar mi mejilla. Incluso su mano estaba más fría que de costumbre. 

—Cariño. ¿Serás capaz de perdonarme, por haberme ido antes de lo previsto? 

Ante sus palabras me sentí confundida. No podía entender ¿A dónde iba? 

<< ¿Piensa dejarme sola? ¿He sido una niña mala? >> 

—Mamá, si he hecho algo mal. Tan solo dímelo y lo arreglare. 

Hable con los ojos llorosos, estaba reprimiendo las lágrimas. Pensé que, si lloraba en ese momento, mi madre se iba a molestar conmigo. Y me iba abandonar en este basto lugar, frio y solitario.  




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