La Promesa de Charlotte: Diario de Entrenamiento.

Intermedio: Recipiente para el dolor

—¿Voy a ayudar a muchas personas?—pregunto.

—Claro. La gente necesita milagros, y si los dioses no se los dan, entonces puedes hacerlo tú—responde mi creador.

—¿Incluso si somos demonios?—pregunto confundida.

—Ser criaturas infernales no es sinónimo de maldad, los dioses son mucho peores, ignoran las suplicas de la gente con tal de que las personas mueran y su fuerza vital se una a la de ellos, son seres egoístas y desalmados. Es por eso que usé alquimia prohibida para crearte y darles esperanza a los humanos, que sepan que no están solos—explica el hombre frente a mí.

—Ya veo. ¿Y por qué debo usar este vestido ceremonial? El diseño de los bordados se parece a los tatuajes de mi piel—pregunto una vez más.

—Para que combine. Además, los homo saurus adoran a las chicas lindas, harán sus rezos y plegarias con más devoción—contesta mi creador colocando un espejo frente a mí. Mi piel y mi cabello son de un color muy blanco, prácticamente enfermizo. Tengo 3 pares de alas de plumas negras en mi espalda. Mis pupilas, al igual que las de todas las criaturas del averno, son rojas.

—Señor Spe, Mendacium exige saber si la chica está lista—un guardia infernal se asoma por la puerta.

Mi creador susurra maldiciones y luego confirma que sí. Varios demonios entran en la habitación y me recuestan en un círculo de piedra. Después, proceden a esconder mis alas y extender mis brazos y piernas para luego atarlas con cadenas a la roca.

—El templo está listo, señor—dice uno de los guardias.

—Muy bien, llévenla. Estaré allí en unas horas—responde mi creador.

Muchos demonios cargan la roca donde estoy atada. El recorrido es largo, pero después de varias horas salimos del infierno y llegamos a donde los humanos viven: la tierra. Finalmente llegamos a un templo con muchas estatuas de mí, ¡Soy una celebridad por aquí! ¡Qué emoción!

Entre todos, meten mi roca dentro de un cuarto secreto ubicado justo detrás de una enorme escultura con mi figura. Después sellan la habitación y me quedo en la oscuridad. Bueno, no es tan malo, tengo un agujero que me permite ver el exterior, al parecer está conectado a los ojos de la estatua gigante con magia, de esta forma puedo ver todo como si yo fuera la escultura.

Observo la inscripción grabada en las paredes del templo:

 

«Templo de la diosa Shiro.

Vengan a mí todos aquellos cuyas plegarias sean ignoradas por los otros dioses».

 

Shiro es mi nombre y han construido este lugar para mí, que emoción. Pero no soy una diosa, soy un demonio creado con alquimia. A los pocos minutos veo entrar a mi creador.

—¿Todo en orden?—pregunta.

—Sí, pero no comprendo por qué debo estar encadenada—expreso mis inconformidades.

—Ya lo entenderás en su momento. Supongo que todavía no sabes que hacer, ¿verdad?

—No.

—Bueno, te explicaré. Mucha gente vendrá y te rezará, pedirán cosas o solicitarán milagros. Tú te encargarás de escucharlos. Pasado algún tiempo vendremos a realizar un pequeño ritual, nada del otro mundo—explica mi creador.

—Entiendo—respondo afirmativamente.

—Muy bien. Entonces te dejamos sola. Buena suerte—se despide.

Me quedo encadenada por varios días hasta que finalmente veo a alguien entrar. Estoy emocionada, será la primera criatura terrenal que atienda, aunque no sé exactamente como lo voy a hacer. Es un ser similar a los demonios de clase A en apariencia, pero por lo que he oído cuentan con características de enormes reptiles. Él se posa frente a la gran estatua y se arrodilla.

—Oh, por favor, si está escuchando esto, le suplico que ayude a mi gente, una gran plaga está azotando nuestras tierras, los cultivos están muriendo y muchas cabezas de nuestro ganado se pierden por montones, por favor ayúdenos—suplica el hombre.

De una bolsa que llevaba consigo saca un recipiente de madera y lo coloca en uno de los altares.

—Por favor acepte esto como ofrenda, es una bebida de tierras lejanas, es lo único que podemos ofrecerle—continúa el hombre.

Me gustaría ayudarlo. Fui creada hace tan solo un par de días y lo único que sé es que tachan a los demonios de criaturas malévolas ¡pero yo no soy así! De otro modo no estaría ayudando a las personas ¿no es verdad?

La criatura se marcha dejando la ofrenda. Estoy restringida así que no puedo comprobar exactamente de qué es lo que me ha traído. Más importante que eso, tengo que buscar la manera de eliminar la plaga de sus tierras, aunque estando encadenada no puedo hacer mucho.

Muchos días pasan cuando finalmente escucho una multitud de personas afuera de mi templo. Muchos de los mismos seres entran cantando alabanzas, recitando odas y todo parece una gran fiesta. El hombre reptil que vino hace semanas encabeza la reunión.

—¡Es aquí, este es el templo de la diosa Shiro, ella salvó nuestras tierras de la destrucción segura!—exclama señalando mi estatua.

La gente canta y celebra. No sé cómo lo hice pero aparentemente eliminé la plaga y sin hacer esfuerzo. Que orgullosa me siento.




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