La Promesa de Cupido

Capítulo VIII

Las siguientes semanas Amor se las ingenió para calmar sus nervios; la mayoría de las mañanas salía a trotar con Jordan, antes de que él empezara con sus clases, algunas veces se veía con Riley y exploraban un poco más la zona, había descubierto un cibercafé cerca del apartamento e iba con regularidad, otras veces incluso ayudaba a recoger las mesas en Las Pizzas de Joe. Había establecido una pequeña rutina con la que se podía distraer con facilidad y no prestarle atención a las cosas mayores que tenían lugar lejos de ahí, como por ejemplo por qué sus amigas no habían llamado o por qué, a esas alturas, su padre no había enviado a uno de sus ángeles para buscarla.

Era un lunes por la mañana y Amor y Jordan trotaban con el ritmo de la música en sus audífonos, Jordan escuchaba a alguna banda rock, Amor había descubierto que era un género musical que a él le gustaba mucho, por otro lado ella escuchaba la playlist que ponían la mayoría de las veces que Amor estaba en la pizzería.

Se detuvieron un momento y se sentaron en un banco para descansar un rato. Ambos se quitaron los audífonos al mismo tiempo, un hábito que se había hecho presente en los últimos días, ambos sonrieron tontamente.

Él lanzó un suspiro al aire.

—Si te digo lo que me preocupa, ¿prometes no contárselo a nadie?

Amor había notado aquella mañana que él se veía un poco más perdido de lo usual, la última semana lo había visto divagar más de lo normal, pero ella sabía que esos divagues eran a causa de su proyecto para la feria. Pero esa mañana había sido diferente, no hablaba casi, no corría al ritmo de siempre, no sonreía casi, no parecía el Jordan de siempre.

—Claro —le aseguró ella.

—Es Amanda —suspiró una segunda vez—. Es decir, esa noche, en el club, ¿lo recuerdas? Ella parece que tuvo por fin un flechazo con Dean, y fue increíble, ellos salieron unas semanas y luego ella estaba de nuevo ahí, ¡coqueteándome!, y luego llegó Dean y así como empezó terminó. Ya hace de eso una semana, no me ha hablado desde entonces.

— ¿Y qué te preocupa exactamente?

— ¿A parte del hecho de que mi mejor amiga me esté coqueteando otra vez? No sé qué está mal con ella, se supone que tiene un novio, no quiero que su especie de relación termine por mi culpa. Me he estado quebrando el cerebro pensando en qué hacer, ¿crees que si me alejo un tiempo ella parará y por fin aceptará que no pasará nada entre nosotros?

—Jordan —ella pronunció su nombre con cuidado—, ¿realmente no le has aclarado que no quieres nada con ella?

Las mejillas de él se tiñeron de un ligero rosa y echó su cabeza atrás. Amor suspiró de frustración, con el paso de los días Jordan le había estado más acerca de su vida y con ello su relación de amistad con Amanda, al parecer la típica donde la chica se enamora de su mejor amigo sin éxito aparente.

Amanda había estado enamorada de Jordan desde que tenían quince años, ella nunca se lo había dicho realmente, pero él no era tonto y se había dado cuenta por las actitudes que ella había comenzado a tomar. Aunque Jordan había salido un montón de veces con un montón de chicas y Amanda también había salido ocasionalmente con chicos, pero nunca resultaba ser algo serio para ella y siempre terminaba volviendo a su lado.

Y él nunca la había rechazado directamente porque tenía miedo de herir los sentimientos de Amanda, eso estaba más que claro.

—Lo he intentado —se defendió—. Pero no la quiero perder, quizás por eso dejo las cosas como están, ¿tiene eso sentido?

Amor también echó su cabeza hacia atrás y jugó con sus audífonos distraídamente.

—Creo que deberías aclarar las cosas.

— ¿Lo dices porque te gusto y no quieres a más personas por el medio o porque de verdad crees que sería lo mejor? —le dijo él volteando a mirarla, con una sonrisa torcida en su rostro. Esa era una sonrisa que le gustaba mucho, lo había descubierto, mostraba sus dientes y un hoyuelo se formaba en su mejilla izquierda.

Amor, inevitablemente, se sonrojó.

—Lo digo porque sería lo mejor —Amor miró la hora en su teléfono. Eran exactamente las ocho de la mañana, tenían quince minutos para volver—. Deberíamos irnos, se te hace tarde.

Trotaron de vuelta hasta que la gran estructura de la universidad se hizo presente en sus vistas. Amor se desvió para ir hacia el apartamento y Jordan siguió de largo, antes de separarse se dieron una corta sonrisa, era la costumbre.




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