La promesa que nunca hicimos

El sol de la primera mañana

EL SOL DE LA PRIMERA MAÑANA

Año 2011

 

Alexander:

Tomé a Mia con fuerza, no dejando que se moviera más de lo necesario antes de besar sus labios en la mañana. El sol entraba por las rendijas de la ventana de madera pintada de azul. Mi habitación era pequeña, pero ella y yo cabíamos a la perfección en mi cama.

Tenerla debajo de mí me había dado una fuerza increíble para creer y soñar con cosas que jamás pensé antes. Siempre fui una persona tímida, me costaba mucho entrar en confianza con alguien y Mia lo había logrado en poco tiempo.

—Alex —se quejó debajo de mis brazos —. Tengo calor.

Claro que tenía calor, estábamos a unos treinta y ocho grados y el viento no pegaba ni un poco en mi habitación con las ventanas cerradas. Quizá eran las diez de la mañana y no era normal que me despertara hasta las doce del mediodía, pero hoy era diferente, pasaría el día con Mia en la playa.

Antes de ir a pasar un día caluroso quería más de ella, tenerla en mis brazos en la mañana era todo lo que necesitaba para existir. Le di la vuelta, colocándola debajo de mí. Mi parte íntima estaba dura solo con la anticipación. Mia abrió sus piernas para permitirme acceso a ella. Tomé un condón de la mesa de noche, colocándomelo antes de enterrar mis sentimientos dentro de ella.

Tomé su cintura intentando juntar mi cuerpo más al de ella. Me gustaban sus curvas y como se sentía su piel contra la mía. El calor se intensificaba pero todo se olvidaba cuando los sentimientos eran nuevos y extraños.  

Era increíble como una persona podía hacerte sentir tanto en poco tiempo. Como si todas mis inseguridades desaparecieran con ella. El sexo era increíble, pero lo que más disfrutaba con ella era la manera en que la hacía reír y sonrojarse.

Salía con varias chicas, turistas y locales. Mis gustos eran más griegos y prefería las morenas que las rubias de Inglaterra. Me recosté a su lado, viendo su cabello castaño caer en un desorden descomunal en mi almohada. Su vista estaba puesta en el techo blanco y sus ojos café claro eran algo hipnótico bajo esas pestañas largas y espesas.

La abrace con fuerza, susurrando

—Levántate pequeña, es hora de tomar una ducha e ir a la playa.

Hace un mes que no iba a la playa a pesar que estábamos en verano era la temporada más fuerte en ventas y mi padre necesitaba toda mi ayuda en el restaurante. En un futuro seria yo el que me haría cargo del restaurante. Había crecido en Lotza, era mi vida entera y alguien debía cuidar de él y dudaba que mi hermano mayor lo hiciera.

Solo pasaba los veranos con mi familia en Grecia, el resto del año lo pasaba en Inglaterra estudiando periodismo deportivo. Estar en Oia era bonito, no solo porque era mi hogar, si no por las personas que me rodeaban.

—Odio las mañanas— se quejo Mia, cerrando los ojos de nuevo.

—¿Y pasar el día conmigo? —pregunté con picardía.

Mia saltó emocionada, dándome una sonrisa enorme y linda. Era malditamente extraño como podía ser que una chica te cambiara todo el fucking mundo.

—¡Día de playa!

Mia apenas si conocía la isla, hizo un par de viajes con su mejor amiga pero no conocieron ni una pequeña parte de todo lo que había. Solo lo turístico, según sabía yo. Era una isla pequeña y podías recorrerla toda en horas, pero era bonito apreciar las cosas con tranquilidad.

La tomé de la cara, atrayéndola para besar sus labios. Era la primera noche que pasábamos juntos y sabía que aún no tenía la confianza necesaria para levantarse al baño y mostrarme su cuerpo, las dos veces que lo habíamos hecho, ella intentaba cubrir su cuerpo con el mío o con las sabanas. A mí no me importaba ni un poco que me viera, al contrario quería que apreciara todo lo que era mío que podía ser de ella.

Nos levantamos, tomando una ducha corta y sin nada de acción como me hubiera gustado. Las duchas en Grecia están hechas para bañarse y no disfrutar como suele suceder en las películas gringas. Estas mierdas son tan pequeñas que solo te cabe el culo y un movimiento corto de brazos.

Tomé las llaves de la moto de mi hermano y con una maleta enorme en la espalda de Mia, nos montamos en la moto de dos ruedas y manejamos hasta Kamari. La playa estaba llena de turistas, pero sabía un lugar donde los turistas no llegaban.

La playa se extendía a lo largo de las faldas del volcán. El agua azul cristal, con pequeñas piedras mezcladas con la arena. Las playas en Grecia no son hechas de arena delicada como en otras playas, aquí están las malditas piedras que no permiten que camines con libertad sin hacerte mierda los pies. No es como Naxos. Algún día tenía que llevar a Mia a Naxos, va a flipar con esas playas.




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