La propuesta del Sr. Miller.

Capítulo 4: Más problemas.

Capítulo 4: Más problemas 

-¿Entonces no pasó nada más?. - Pregunta nuevamente Carolina.

-No. Simplemente me trajó y ya, no pasó nada. Deja las miles de películas que andan en tu cabeza. - Le digo rodando los ojos.

-Es que no me cabe en la cabeza como miércoles se te ocurrió ponerte los tacones de diferente color y muchos menos como el asqueroso de Rodolfo intentó hacerte algo. - Eso último lo dice con claro enojo.

-Sí. Según me informó Miller, este ya le presentó la renuncia. - Explico lo que mi jefe me había dicho unos minutos después de llegar a la empresa.

-Sin duda alguna, los príncipes azules si existen. - Habla mientras suelta un suspiro fingido. - Lastima que ese príncipe no este con su princesa. - Dice señalandome.

-Pues esta "princesa" no tiene lo que ese "príncipe" quiere o necesita. - Respondo mientras me acomodo  en la silla que se halla en la cafetería.

-¿Sabes?, Stella Corney es una excelente mujer que no debería sentirse menos porque vales mucho más de lo que crees. - Regaña mi manera de pensar.

-No es que me sienta menos, simplemente no soy la mujer que un empresario como Harry Miller necesita. Apenas y puedo con mi situación económica, no pertenezco a ese mundo de lujos. - Explico.

-Eres mucho para cualquier hombre. Quien se fije en tí, no lo va a hacer por la cantidad de dinero que tengas sino por lo que vales. - Habla de manera poética.

-En fin. No vinimos a hablar de Harry Miller; mi jefe. - Remarco muy bien la palabra jefe. - Vinimos aquí, para hablar de lo que me voy a poner este fin de semana para asistir al evento del señor Agustín.

-No tenemos como pagar un vestido de alquiler, esos cosos valen como un ojo de la cara. Creo que debimos pensar en ese detalle antes de que aceptaras esa invitacion. - Concluye.

-¿Oh, enserio?. - El tono de mi voz era sarcástico.

-Tampoco es como si te hubiese obligado a ir. Tú aceptaste dichosa. - Ataca.

-Pues imagínate que no me acordaba de ese pequeño detalle. Necesito un vestido para este fin de semana y no han pagado; esto es un caos. - Hablo mientras paso mis manos por la cara.

-¿Y si le pide un adelanto a Miller?. - Pregunta.

-Ni loca. - Contesto de inmediato.

-Bien...¿Entonces que otra cosa se te ocurre?. 

-Ahí es donde está el problema, no se me ocurre absolutamente nada. - Me sentía al borde del colapso.

-Necesitamos ingeniarnos algo, cuanto antes. Cuanado salgamos de trabajar te acompaño a la casa y en el camino podemos ir pensando en algo. - Opina.

-Me parece perfecto. Gracias.- Respondo con una sonrisa.

Nos paramos de nuestros asientos para dirigirnos a nuestro lugar de trabajo. Varias personas nos miraban raro, más bien a mí y susurraban cosas que ni me queria imaginar; no fué buena idea llegar a la empresa con el Sr. Miller.

-Cuentenme el chiste. ¿Acaso no tienen trabajo que hacer?. - La voz sarcástica de Carolina se hizo presente.

-¿Y tu quien te crees?, por el simple hecho que tu amiga este saliendo con el jefe no te hace nadie. - Le responden.

Volteo a mirar a quien había dicho tales palabras, porque lo que iba a correr era sangre. ¿Salir yo, con Harry Miller?, ya quisiera.

-¿Perdón?, y de donde sacan tremendas estupideces. - Estaba ofendida y era más que claro.

-¿Lo vas a negar?. Todos te vieron salir de la camioneta acompañada de Miller. - Seguia atacando.

-Es decir, si yo te veo saliendo de la oficina de Rodolfo, quiere decir que te acostaste con él; por el simple hecho de que te ví saliendo de dicho lugar. - Ella palideze al instante. - ¿O sí?. ¿Te acostastes con Rodolfo?.

La chica se aleja sin quitarme esa mirada asesina. Sin duda alguna mis palabras habían sido ciertas, no voy a negar que lo había dicho en modo de broma pero al verla tan pálida supe que no tenía tanta gracia. Un par de veces la ví salir de aquella oficina que ahora estaba completamente vacía, pero nunca pensé que había una "relación" más allá de lo laboral.

Al momento me sentí culpable de decir tal cosa, esa chica no se llevaba bien conmigo y ahora; menos. Me siento en el escritorio de trabajo que se encuentra afuera de la oficina del Sr. Miller, ni me había fijado en que momendo había llegado.

Luego de varios minutos en los cuales la culpa se me pasó o por lo menos un poqutito. Decidí concentrame para poder terminar todo lo que tenía pendiente para el resto del día.

Tocó la puerta, no recibo ninguna respuesta. Vuelvo a tocar, a diferencia de la vez anterior; una voz gruesa y masculina habló:

-Adelante. - Pasé a la oficina del señor Miller como de costumbre cuando ya eran las 6:00 pm.

-Buenas tardes, Sr. Miller. Le traigo la carpeta con los informes que me pidió esta mañana. - Digo entregandole dicho objeto.

-¿Desde su punto de vista, señorita Corney. Como cree que va la empresa?. - Pregunta.

-¿Desde mi punto de vista?. - Cuestiono, pues no entendía a que punto iba con su preguta. Él asiente dandome a entender que no había escuchado mal. - Pues, según mi punto de vista; va usted muy bien, ha sabido sacar adelante la empresa.

-Vamos. - Corrige. - Usted también ha portado su granito de arena, como todos los empleados.

Y siempre era así. Una palabra me ilucionaba y cuando terminaba de completar su oración; me mandaba a la employee zone, es decir; la zona de empleados.

-Bueno, creo que todos hemos dado lo mejor de nosotros. Si me disculpa, ya me retiro de la empresa. - Informo.

- Como cree. Yo me encargaré de llevarla a su casa.- Dice. Me quedo observandolo pero luego salgo de mi tic de asombro y hablo:

-No es necesario. Una compañera me va a acompañar. 

-Entonces las llevaré a ambas.- insitió.

-Sr. Miller, de verdad que no es necesario.- Repito.

-Señorita Corney, es una orden.- Demandó.

-Sr. Miller, hago mi trabajo al pie de la letra pero esta vez tendré que omitir esa orden. - Hablo.




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