La propuesta del Sr. Miller.

Capítulo 15: No es no

Capítulo 15: No es no

Nos adentramos al edificio dejando a todos los periodistas atrás y con las ganas de tener más información, yo sigo en un estado se shock que no me permitía articular ninguna palabra.

Las cosas empeoran cuando entramos a la empresa, la vista de todos los empleados cae sobre nosotros.

–Buenos días, Señor Miller, señorita Corney. –Saluda la recepcionista con claro asombro en su rostro, su mirada se dirige a nuestras manos que aún siguen entrelazadas.

En ese momento intento soltarlo, pero su agarre se vuelve más fuerte haciendo que sea prácticamente imposible.

–Por favor, ayúdeme con los periodistas que están afuera de la empresa, infórmeles que yo los estaré contactando. –Pide mi jefe a la joven.

–Si señor, en este momento me pongo a trabajar en ello. –Contesta la chica tomando su teléfono mientras tecleaba algo en la computadora.

Sin previo aviso, nuevamente, Miller me jala con él hasta adentrarnos a su ascensor.

Al entrar allí, me suelto rápidamente de su agarre con notorio enojo y fuerza.

–¡¿Está usted loco?! –Expreso. –¡No tiene el derecho de a ir por allí, empeorando las cosas con la prensa! Ni siquiera le he dado una respuesta.

–Primero que todo, necesito que se calme; hablaremos de ese tema en la oficina. Considerando su posible respuesta, hice eso. –Habla de manera calmada.

Claro, como a él no le afecta.

–No intente considerar nada. –Respondo sin pensarlo dos veces.

Él no responde nada y simplemente guarda silencio, nada diferente a lo que yo hago. Me cruzo de brazos por si se le daba la brillante idea de tomarme nuevamente de la mano, de reojo miro el ascensor.

Miller se daba sus buenos lujos, el lugar estaba impecable, ni comparación al de los empleados. Se podría decir que cabían máximo tres personas, supongo que esa era la razón por la cual es exclusivamente para él.

El pitido del ascensor hace que ambos recuperemos una estructura completamente profesional, como si no hubiese estado a punto de arrancarle la cabeza allá adentro.

Como si el mundo estuviese en mi contra, las miradas nuevamente se centran en nosotros.

–A sus labores. –Ordena Miller seriamente, mientras que yo camino a su lado como un animalito que está a punto de ser cazado.

–¿Qué pasa? –Puedo leer las palabras que salen lentamente de la boca de Carolina.

Miller entra a la oficina, atrás de él voy yo, pero antes de entrar levanto el pulgar a mi amiga como si todo estuviera bien cosa que era mentira.

Cierro la puerta de la oficina con miedo a la conversación que se aproximaba.

–Tome asiento –pide mi jefe señalando la silla que estaba al frente de él. Me siento lentamente. –Ahora sí, explíqueme bien su punto de vista.

–Con todo respeto, usted no tiene el derecho de tomar decisiones por los demás. Sé que quiere salvar la empresa, no es algo que le valla a juzgar, pero simplemente no puede ir por el mundo sin tomar en cuenta la opinión de las personas.

No todo es dinero en esta vida, lo que quiere decir, que usted no puede comprar las decisiones de los demás (ni el amor que siento por usted) con un regalo de última categoría. –Digo mientras de mi bolso saco la cajita en donde venía la joya y la dejo en su escritorio. –No es algo que valla a aceptar, porque simplemente no voy a casarme, ya es una decisión tomada.

Puedo ver perfectamente como su cuerpo se tensa, su traje se ajusta a su cuerpo más de lo normal.

–Le dije que no era necesario afanarse, tómese su tiempo y piense bien las cosas –aconseja. –Además, no se tome eso como una “compra”, hágalo como un beneficio de los cuales usted puede adquirir si se casa conmigo.

–Lo siento, Señor Miller. Es una decisión ya tomada, y no es no. –Respondo decidida.

–Mire, vuélvalo a pensar. Una semana, todo lo que le doy –ahora es él quien habla de manera decidida. –Ahora, por favor, una taza de café cargado. –Pide cambiando de tema.

Salgo de la oficina botando humos por las orejas.

–¿Acaso no tiene trabajo que hacer? –Pregunto al sentir la mirada de varios compañeros.

–Oye, lo de andar con el jefe como que te subió los humos. –Habla la chica de la vez pasada.

–Mira, piensa lo que te de la gana. No estoy para perder el tiempo como cuando hay mucho trabajo que hacer. –Respondo enojada mientras bajo rápidamente las escaleras.

No era una persona de buscar conflictos, pero digamos que la mañana no había empezado nada bien. Quería gritar, arrancarme el cabello y hacer cualquier locura para poder desquitarme, cosa que era imposible en este momento.

–¿Qué necesitas, Stella? –Pregunta una de las chicas que trabaja en la cafetería.

–Un café cargado, por favor… O mejor, que sean dos. –Pido con una sonrisa que no me llegaba, simplemente que ella no tenía la culpa de lo mal que empezó mi día.

–¿Entonces, en que lío te metiste? –Pregunta mientras se recuesta en la vitrina a curiosear.

–¿De que hablas? –Digo, aunque tenía la idea a que se refería.

–Eso de que estás saliendo con el jefe, vamos… La cantidad de visitas al canal de chismes ha aumentado. –Expresa. Dicho canal de chismes, era donde aparecía cualquier cosa de las celebridades, empresarios, personas importantes.

–Todo eso es mentira. –Contesto de inmediato.

–Ajá… –Dice no muy segura mientras se retira a buscar la orden. –Toma, y cálmate que vas a terminar como un tomate.

Cuando me enojaba siempre mi cara se tornaba roja, cualquier persona a simple vista sabría que yo estaba de muy mal humor y no era solo con preguntármelo.

Vuelvo a mi lugar de trabajo dejando el café a un lado, busco la agenda del día para Miller mientras con la otra mano tengo el café para entregárselo a mi jefe.

Toco la puerta recibiendo un “adelante” de su parte.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.