La propuesta del Sr. Miller.

Capítulo 37: Reglas y confusión.

Capítulo 37: Reglas y confusión.

Termino de empacar la poca ropa que había en el clóset de la habitación, acompañado de Stella quien se encontraba en las mismas que yo.

Las palabras de Marck no lograban salir de mi cabeza luego de aquella llamada en la que habíamos conversado.

—Tienen que venirse cuanto antes, tuvimos problema con una de las bodegas.

¿Que pasó? —Pregunto cuando estaba a punto de subirme al barco acompañado de mi hermana y esposa.

—Estuvieron a punto de incendiar la bodega, si el guardia no se da cuenta esto seria una completa catástrofe.

Con esas simples palabras de inmediato entendí que los rusos estaban enojados y que habían vuelto por todo, ya habían empezado y no había poder humano que los detuviera.

Este era el inicio del problema, lo peor era que no tenía la menor idea de que excusa inventar para mi esposa.

—Ya esta todo listo. —Informa la mujer estando la maleta a un lado.

—Bien, ¿me puedes hacer el favor de ver si mi hermana ya se encuentra lista de igual manera? Gracias. —Pido.

—Claro. —Dice he manera seca.

Bueno, por lo menos me conformaba con que me hablara.

Cuando ella ha salido de la habitación, rápidamente tomo mi teléfono y marco el número de la única persona que me puede ayudar en este tipo de ocasiones.

—¿Bueno? —Pregunta el hombre de manera seria al otro lado de la línea.

—Caccini, habla Harry Miller. —Informo.

—Amigo mío, cuanto tiempo. ¿Que te trae a hacerme esta llamada? Dudo mucho que solo sea para tomar un café.

—Y no te equivocas. —Hablo.

—Di de una vez. ¿Que necesitas? —Pregunta.

—Los rusos andan amenazandome. —Comunico. 

Escucho un bufido de su parte.

—¿Y eso en que me incumbe? Suficiente problemas he tenido con esos hijos de la chingada, no pretendo poner a mi familia en peligro. 

—Oh vamos, por los buenos tiempos. Además, esta vez me amenazan con alguien inocente.

—¿Buenos tiempos? Por favor, te alejaste apenas supiste que era parte de este mundo. ¿Quien es la víctima que va a pagar las consecuencias de tus actos?

—No son mis actos, fueron los de mi abuelo. 

—Eso es lo mismo, ¿quien es la víctima?

—Mi esposa. —Respondo.

_¿Desde cuándo te casaste?

—Hace unos tres días.

—Vaya amigo, gracias por la invitación, no te hubieses molestado. —Habla con evidente sarcasmo.

—Una historia larga.

—Solo tengo algo que decir sobre tu mujer, ¿que loca es para casarse con alguien que está involucrado con la mafia? 

—Cabe aclarar que yo no ando metido en este cuento, simplemente estoy pagando las consecuencias de alguien más. —Me defiendo.

—Como sea, eso es casi lo mismo. ¿Cuando nos podemos ver?

—Estoy en Maldivas, pero ya me regreso a la mansión hoy mismo. Yo te estoy avisando para vernos. —Explico.

—Como sea. Deberías sentirte especial, Miller... no me meto con los rusos así como así, necesito una razón y tú me la acabas de dar, fuera otra persona y créeme, me valdría un caraj* —Expresa al otro lado.

—Lo se y de verdad que te lo agradezco, de alguna manera te pagaré.

—Con que se recupere el tiempo perdido me es suficiente. Si te sirve de consejo, habla y explícale las cosas a tu esposa, créeme, esto de mentir sobre la mafia no es nada bueno. A pesar de que vas a recibir mi ayuda y la de todos los míos, esa gente no se va a quedar quieta hasta hundirte en el infierno.

—Le diré las cosas cuanto antes, no es algo de que preocuparse.

—Te equivocas Miller, ya te amenazaron con ella y las promesas en este mundo se hacen cumplir; por las buenas o por las malas. Cuídala y vigila cada uno de sus movimientos si es necesario, que se yo, contrátale tres guardaespaldas si hace falta.

Aflojó el nudo de la corbata debido a la preocupación y a la calor.

—Ya tiene uno, y está informado de todo.

—Bien, por lo menos tienes cerebro.

—Mi empresa está en una de las tres mejores del país y entre las cinco de manera mundial, estoy muy lejos de no tener cerebro.

—La mia se encuentra en la primera, tanto nacional como internacional. —Se burla.

—Yo no labo dinero, eso es una gran diferencia.

—Tú no, pero tú abuelo si lo hacía y si no es por eso, la empresa seguiría abajo; sin ofender.

—A pesar de todo, cuando nos alejamos de esos malandros, la empresa siguió creciendo sin tener nada ilícito sobre ella.

—Bajale el tonito Miller, yo tambien hago negocios con gente que tú llamas "malandros".—Advierte.

—Me refiero a los rusos, Caccini. 

—Como digas, termina tu enrredillo que yo voy a mover mis bandos para ayudarte. —Explica y al mismo instante cuelga la llamada.

Alejandro Caccini Cipriani, como la sociedad lo conoce; un adinerado hombre de negocios, aunque en realidad sea el rey de la mafia.

Nos conocemos desde hace aproximadamente tres años, hicimos algunos negocios, hasta que un día me enteré que este era la cabecilla de la mafia Italiana. Suficientes problemas ya había tenido mi familia por culpa de esa gente que corresponde al mundo de lo ilícito, no quería ser el culpable de otra desgracia más para los Miller.

Tuvimos una conversación luego de algún tiempo, para ser más exacto, un día después de la muerte de mi padre. En donde esté hombre me ofreció ayuda y protección con la mafia rusa, el problema que tenía con ellos era algo leve, que, con el tiempo se convirtió en algo bastante riesgoso.

Caccini tuvo problemas bastante graves con los rusos, razón por la cual al principio se negaba a ayudarme.

Masajeo mi sien para intentar relajarme, a la vez cierro los ojos e intento imaginar que no hay ningún problema a mi alrededor.




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