La propuesta del Sr. Miller.

Capitulo 46: Huir para no sentir 2/2

El dolor de cabeza no tarda en aparecer, mis ojos apenas y puedes acostumbrarse a la claridad del día.

Toda mi mente está en un completo deja vu, miro le hora en el reloj que se haya en la habitación.

6:23 am, se supone que debería estar en el trabajo pero mis ánimos no son los mejores y pretendo tomarme la mañana. Me vale un comido si esto le molesta a alguien.

Tomo fuerzas y me levanto mientras dejo una mano en mi cabeza como si con esto el dolor disminuyera, me dirijo al baño.

Con una toalla enrollada en mi cabeza y una bata de algodón alrededor de mi cuerpo, empiezo a hurguetear el clóset en busca de algo que ponerme y pueda animarme. Todavía hay ropa que me trajo Carolina que aún no me he probado, creo que es momento de hacerlo pero sin cambiar mucho mi estilo.

Me decido por algo negro, algo de luto porque así es como va a empezar a quedar Harry Miller en mi vida, solo unidos por un contrato. Claro que se puede jugar el mismo juego que él.

Tomo la falda en tubo que me representa, más no la combino con ninguna camisa, más bien elijo el top de encaje que deja relucir parte de mi vientre y mis perfectos pechos. El blazer que evidentemente no puede faltar ya que le da el toque elegante.

Unos tacones de aguja, los odio en cierta parte pero hoy más que nunca van a ser mis aliados y no es por presumir, pero se me ven divinos.

Tomo asiento y empiezo a desenredar mi cabello, mientras espero que se termine de secar busco los lentes, la llaves y una pequeña cartera.

Salgo del apartamento y me dirijo al ascensor, espero que esté realice su trabajo y cuando ha llegado al primer piso, una mujer afanada choca conmigo tirando varios papeles al suelo.

—Lo siento mucho —se disculpa.

—No te preocupes —le sonrío y me agacho un poco para ayudarla.

Recogemos los papeles y ella me extiende la mano.

—Dalila —se presenta, estrecho su mano.

—Stella.

—Soy nueva —dice —Me mudé al piso cinco —explica.

—Bienvenida.

—¿Hace cuánto llevas aquí? —Curiosea.

—No mucho —rio —Lo suficiente.

—Me alegra por fin conocer a alguien además del portero y la recepcionista. ¿De que piso eres? A lo mejor vaya de visita en algún momento —bromea.

—Yo iré al tuyo, no te preocupes —excuso, no es como que me guste soltar información a la primera —¿Cuál era el número de tu apartamento?

—El 16, creo.

—Bien, iré cuanto antes.

—Por favor y así podrías explicarme todo este lugar.

Con una última sonrisa en el rostro la cual debía parecer una sonrisa bastante forzada, porque de verdad no estaba de humor para nada. Ubico los lentes en mi rostro y me acerco a donde Hilton.

—Buenos días —le saludo.

—Buenos días, señora. Con todo respeto, se ve muy bien —alaga.

—Muchas gracias.

—¿Se dirige a la empresa? —Curiosea mientras las camionetas empiezan a ubicarse para la seguridad.

—Oh no, me tomaré la mañana y se la dedicaré a mi madre —explico.

—Bien ¿Entonces la señora Corney es nuestro destino? —Pregunta a lo que yo asiento.

—Exactamente.

Me subo a una de las camionetas, el chófer espera un momento mientras que uno de los vehículos se posiciona adelante.

—No he visto al señor Miller —suelta Hilton en la parte delantera del vehículo.

—Ya somos dos, no he sabido absolutamente nada de él desde anoche —suelto.

—¿Quiere que me comunique con su guardaespaldas? Para ver si le pasó al… —lo interrumpo.

—No te preocupes, ya yo lo hice anoche y la respuesta fue que se encontraba en buenas manos —digo con sarcasmo.

—¿Se refiere a…

—Me refiero a que no te preocupes Hilton, lo conozco y ya debe estar en la empresa.

Él hombre guarda silencio, no comenta nada más al respecto y eso es lo mejor. No quiero amargarme  más la mañana y tampoco deseo amargársela a nadie.

El camino no pasa del silencio, lo único que se escucha es el sonido de los autos y todo aquel alboroto. No es hasta que recuerdo algo.

—Hilton, si eres guardaespaldas no es solo por tus habilidades supongo que debes tener contactos que te ayudan o te hachan una mano de vez en cuando ¿no? —Pregunto.

—Si señora, ¿Pasa algo? —Se preocupa.

—No, claro que no. Solo que, me gustaría saber si tienes algún conocido en informática.

—Sí, claro. Son profesionales y gente de confianza. ¿Necesita algo?

—Emmm, necesito que me averigüen un número desconocido. El nombre de la persona para ser más explícita —pido.

—¿Pasó algo grave?

—No, curiosidad. Un par de fotos que me llegaron y a lo mejor es algún periodista y si ese es el caso me gustaría tomar acciones ante el asunto —explico.

—Si, claro. Deme el número y me pongo en ello de inmediato.

Tomo el teléfono que se encontraba guardado en mi cartera, dicho electrónico se encuentra apagado y creo que la razón es evidente.

—Lo enciendes más tarde, vas a mi WhatsApp y ahí mismo aparece el número. No me preocupa tener mi teléfono por hoy —le hago saber.

—Como desee.

Los minutos pasan y pronto ha nos encontramos a las afueras de la casa de mi madre. No tardo mucho en bajar y llegar a la puerta, doy un par de toques en espera a que me abran.

He evitado tener las llaves por seguridad, nunca está demás prevenir.

—Buenos días —el traje de enfermera la delata, más no es la misma chica de la vez pasada —Stella ¿cierto?

—Si, mucho gusto —extiendo mi mano la cual ella recibe.

—Soy la enfermera de la jornada mañana, creo que mi compañera ya le debió comentar algo de mi.

—Si, lo hizo. Un placer conocerla y gracias por la ayuda.

—No se preocupe. Y por favor adelante —dice mientras abre aún más la puerta para permitirme el ingreso.

Hilton insiste en quedarse afuera por temas de seguridad.

—¿Ya se levantó? —Le pregunto a la enfermera por mi madre.

—Si, está en su habitación leyendo y también acaba de tomarse el medicamentos —explica.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.