...
Año 2080.
Yo creía que Chad no podía ser más rebelde.
Su cumpleaños número dieciocho había sido ayer, se había puesto tan ebrio que tuvo que dormir en el cuarto de baño. Vomitando toda la madrugada.
Eran las cuatro de la tarde, él seguía dormido.
Yo estaba sentada desde mi cama, observándolo.
Desde que el alcohol era permitido en nuestra pequeña ciudad de secundarios, muchos bebían a diario, celebraban todo.
Cuando nos dijeron que solo el diez por ciento de los secundarios viven fuera, todos estaban perdiendo la cabeza.
Bebían sin control, disfrutaban de más, y las relaciones sexuales eran muy recurrentes.
Chad había dormido por lo menos con ocho chicas estos últimos meses.
Después de todo los condones que mis padres mandaban, le servían de algo.
Y yo, bueno, me seguía manteniendo a raya.
Si el diez por ciento era el único con derecho a vida fuera, no alteraría el resultado comportándome como tonta dentro de aquí.
Yami y Rick eran muy parecidos a Chad, ambos salían y regresaban al otro día. Devon, nuestro compañero que perdió a la suya en la última prueba, era tranquilo, como yo, y era con el que mejor me llevaba.
A Chad no le caía muy bien.
Chad se había vuelto muy apuesto, y gracias al ejercicio que hacía a diario, su cuerpo estaba tonificado. Y lo aprovechaba para atraer chicas.
Me era muy molesto.
Me tendí en mi cama, mirando por la ventana a muchos salir al comedor. Los que seguro estaban recuperándose de la resaca de anoche.
—Chad bebió demasiado —comentó Devon, sentándose a mi lado.
Devon era alto, su cabello ondulado de cubría las cejas. Ojos marrones y rostro recto; era muy serio y rara la vez lo veía sonreír.
—Vamos a comer —me dijo, tomándome de la mano.
Miré a Chad, estaba muy dormido todavía.
—Lo esperaré —susurré.
Devon hizo una mueca.
—No creo que despierte pronto, no debes mal pasarte porque bebió su peso en alcohol.
Yami decía que Devon estaba enamorado de mí, y por eso siempre intentaba acercarse. Y aunque yo no pensaba en el noviazgo y esas cosas, me era agradable saber que le gustaba a alguien.
Tomé su mano, levantándome para seguirlo fuera.
Rick comentó que el cielo era falso, incluso el aire. Toda la pequeña ciudad solo era una simulación. Y los rumores decían que la última prueba trataría de algo similar.
Estaba preocupada, por qué tan pocos pasarían la prueba.
Devon no me soltó la mano hasta que llegamos al comedor, y tomamos una charola para servirnos de comer.
Había más variedad de comida, pastel de manzana y frutas nuevas.
No tenía mucha hambre, tomé un poco de sopa y ensalada.
—No deberías desgastarte tanto por Chad —me dijo Devon, sentándose para después seguirlo.
—Es mi compañero —avisé.
—Él no se preocupa por ti —aseguró, mordiendo su carne—, hace lo que quiere, cuando quiere.
Chad siempre había hecho lo que quería, sin importar las palizas. Él era así, y la verdad si fuese al revés, él también me soportaría.
No le contesté a Devon, miré mi comida y comencé a comer.
—¿Qué hay chicos? —saludó Rick, sentándose frente a nosotros, colocando su charola llena de comida—, muero de hambre.
Devoró sin decir nada más.
—No entiendo como sigues tan delgado —comentó Devon, mirándolo raro.
—Buena digestión —aseguró Rick, señalando su estómago.
Miré a Chad entrando al comedor, acomodando sus rizos con una mano, apenas abriendo sus ojos. Me levanté para ir con él, pero una chica se le acercó primero, y cuando lo vi sonreírle, me volví a sentar.
No pude perder de vista sus movimientos.
"¿Por qué tenía que ser tan coqueto?"
—¿Celosa? —inquirió Yami, sentándose a mi lado.
Despabilé, mirando mi comida de nuevo.
—No —bufé con sequedad.
Cuando vi a Chad acercarse con su charola, con la chica a su lado. Me levanté, para irme.
—Mery —me saludó, pero lo ignoré, saliendo del comedor.
Había noches en las cuales lo observaba dormir, preguntándome si me había enamorado de él, y por eso me afectaba tanto verlo con otras chicas. Pero la idea desaparecía de inmediato cuando me recordaba que él nunca se había fijado en mi de otra forma.
Volví a mi habitación, recostándome para poder leer un poco sobre las profesiones de afuera. Me llamaba mucho la atención ser parte de la corte, quería poder aportar un poco para los derechos de los secundarios.
—¿Por qué te fuiste? —inquirió Chad, entrando a la habitación.
No quité el libro de mi cara, fingiendo no escucharlo.
—Vamos, no terminaste de comer —dijo, sentándose al lado de mí.
Mi cama se hundió con su peso.
Seguí en la misma posición, mirando las letras, sin leerlas realmente. Solo quería que se vaya y me dejé sola.
—Mery —susurró, tomando mi libro por arriba, para bajarlo y encararme—, ¿estás molesta?
Lo miré tres segundos, ya no podía sostenerle la mirada.
—¿Qué te importa? —mofé—, al rato te vas, te embriagas y corres con la primera chica bonita, que seguro te hace ojos vivarachos.
Chad levantó una ceja, sonriendo.
—No me digas que estás celosa —dijo, riendo.
Sentí un hueco en mi estómago; no quería hacer tan obvio mi sentir, me molestaba demostrar tanto.
Tomé mi libro de nuevo, colocándolo frente a mi cara, para que no se diese cuenta de que todos los colores había subido por mis mejillas.
—Déjame sola, Chad —pedí amablemente.
—Vamos, Mery —sentí sus manos buscar las mías, quitándome el libro para poder tomarme—, nunca preferiré otra chica que no seas tú.
Tenía ganas de decirle que no era lo mismo, porque yo quería que me prefiera de otras formas.
Sonreí.
...
Nadie sabía para que nos indicaban entrenar un poco durante el día. Muchos lo hacían, era obvio que tenía que ver con la última prueba, pero no sabíamos qué tendríamos que hacer.
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Editado: 02.12.2021