...
La siguiente borrachera fue peor; todos estaban tan alcoholizados que de un momento a otro actuaban como si fuesen amigos. No me atreví a probar una gota, después de la sensación de asco de aquella vez, no tomaría una gota de alcohol en mi vida.
Chad me había estado evitando desde aquella vez que tenía una confesión para mí. Y yo no tenía el valor de afrontarlo y preguntar yo misma.
La lluvia falsa comenzó a caer sobre la fogata, apagándola en cuanto se hizo densa, y la ola de quejas se cernió en torno a todo.
Algunos no dejaron su botellón de lado, y cuando la lluvia se intensificó, agradecí que los de arriba quieran que esto acabe.
Corrimos todos, entrando a la casa, excepto Chad.
Sentí que los celos me comprimieron el pecho cuando lo imaginé yéndose con una chica por ahí, bajo un árbol.
Yami estaba tan ebria que sin quitarse la ropa mojada se quedó dormida en su cama.
Las gotas obstruían la vista de mi ventana, y con la fe de que Chad llegaría en cualquier momento, no me permitió quitarme ni un segundo de ahí.
—Deberías dormir, él no llegará hoy —dijo Devon, que me miró desde su cómoda cuando se quitaba sus zapatos.
Rick que no parecía muy ebrio, se sentó a merendar algo de lo que habían dejado guardado en la vitrina.
—Chad no estaba ahí antes de la lluvia —musitó, metiendo el trozo de pan a su boca—, ni siquiera lo vi bebiendo.
Una pequeña reocupación aterrizó en mi pecho, y sentí que debía salir a buscarlo. Me puse de nuevo mis zapatos.
—No iras sola —llegó Devon, parándose de un salto para también ponerse sus zapatos.
No le dije nada, abrí la puerta, sintiendo como brisa me cubrió el cuerpo, y la fuerte llovizna se sintió helada. Salí, corriendo mientras en cuestión de segundos mi cuerpo ya estaba empapado.
Sentí a Devon detrás de mí, pero no me giré a verlo; solo intentaba encontrar a Chad entre las gotas de agua que no me dejaban ver nada.
—¡Chad! —grité, rendida, colocándome en un punto donde el agua no me mojaba tanto.
—Regresemos —escuché decir a Devon, que me abrazó para hacer calor.
—No —mofé, mirando todas las sombras que tenían forma de humano—; ¡Chad! —grité de nueva cuenta.
Mi cuerpo comenzó temblar a pesar del calor que intentábamos darnos. Miré a Devon y sus labios morados por el frio. Nos retiraríamos si no nos íbamos ahora.
Salí de nuevo a la lluvia, soltándome de su agarre; caminando a otra dirección, para poder ver si estaba cerca.
Y cuando llegamos a la cafetería, lo pude ver con una chica su lado, y aunque no estaban haciendo nada comprometedor, me sentí defraudada.
Devon se detuvo, mirándome como "Te lo dije"
Bufé, cuando me miró y me di la media vuelta para volver a la casa.
—¡Mery! —lo escuché gritarme, pero la molestia me hacía correr más rápido, dejando a Devon muy atrás.
Las manos de Chad me dieron la vuelta, encarándome.
—¡Creí que estabas en peligro! —grité, golpeado su pecho.
Devon llegó enseguida, tomándome de la mano libre para poder arrastrarme.
—Vámonos, te resfriaras —murmuró, y comencé a seguirlo.
—Mery —escuché a Chad, me no me giré.
Volvió a darme la vuelta, pero esta vez me jalé para que no me acercara a él.
Devon seguí insistiendo, y Chad parecía que perdería los estribos en cualquier momento.
—Déjame tranquila —Le pedí, y comencé la marcha de nuevo, y hasta que entramos a casa, escurriendo en agua, Chad me volvió a encarar.
—No pasaba nada, solo nos resguardábamos del agua —explicó.
—No te pedí explicación —le dije, caminando a mi cama para poder quitarme la ropa mojada.
—Mery, es cierto —murmuró.
—Estoy harta de preocuparme por ti —susurré, sacando mi ropa mojada, dejándola caer al suelo, haciendo ruido.
Rick seguía comiendo, mirándonos con gracia. Devon también se estaba secando.
—Sécate —Le pedí a Chad—, te enfermaras.
Y me golpeé mentalmente, y es que me era inevitable no preocuparme por él.
Me enredé en una frazada con mi ropa interior mojada; metiéndome a la cama, ignorando la presencia de Chad a un lado.
—Vamos, Mery, no te enojes —pidió.
—Descansa, Chad —dije, cerrando los ojos.
Y no lo escuché insistir más.
...
La visita de nuestros padres siempre era sorpresa.
Mi madre desempacaba las cosas que me había traído, y pude ver en gran parte cosas parar curar las heridas.
—Mamá —hablé, ya que no me estaba prestando atención mientras dejaba las cosas en mis piernas—, háblame de la última prueba.
Se detuvo, solo para mirar a mi padre.
—No podemos hablarte de eso —dijo papá—, está prohibido.
Miró inconscientemente hacia arriba, solo por un instante. Y supe que los estaban vigilando.
—Entrena muy fuerte, Mery, muy muy fuerte —señaló mi madre, tomando con fuerza mis manos—. Promete que lo harás Mery.
Asentí, levemente.
Se acercó a mí, para abrazarme.
—En las revistas de Chad, entre las hojas, hay unas tijeras —susurró muy despacio, pegando sus labios a mi oreja—. Debes cortar tu cabello, Mery, cortarlo lo más corto posible.
Sentí una punzada de preocupación en mi interior. Y no sabía porque debía hacerlo.
No reproché nada, solo asentí sin decir nada más, e intenté que no se me aguaran los ojos.
—Dile a Chad que entrené, Mery —me pidió papá, dándome un abrazo fuerte.
"No lo necesita" me dije a mi misma.
—Se lo diré.
Los guardias solo revisaban las bolsas abriéndolas y moviendo el contenido, y estaba rogando que hoy no sea el día en donde nos tienten un poco. El guardia me pidió abrir la bolsa, y eso hice.
Estaba muy nerviosa, y esperaba que no se me notase demasiado. El hombre hizo contacto visual conmigo y sentí que el cualquier momento me tomaría por la espalda y me quitaría todo. Pero no, me dio el paso y pude respirar con tranquilidad cuando estaba a dos metros de distancia.
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Editado: 02.12.2021