La prueba

15: Mi protector

...

La sensación de hormigueo seguía instalada todavía en mis labios, y por un momento, se me olvidó todo.

No podía dejar de sonreír, incluso cuando todos alrededor estaban tensos del saber qué pasaría en la última prueba.

El entrenamiento nunca se había tomado en serio, ni siquiera cuando la presidenta lo decretó, pero ahora mismo, después de que a todos nuestros padres nos hayan dejado claro que sí era importante; todos despertaban y después del desayuno, entrenaban hasta la hora de la cena.

La seriedad era inminente en sus rostros, nadie decía nada que no sean nuevas tácticas de lanzamientos, de golpes o velocidad.

Chad me sonrió de lejos, mientras armaba lanzas para caza, y ahora me sentía totalmente extraña. Mi compañero y yo teníamos una especie de noviazgo. Cosa que jamás imaginé ni en todo lo que tenía pensado hacer saliendo de aquí.

El único problema era que pronto entraríamos a la última prueba y nuestro futuro era incierto. Por más que anhelaba estar con él después de esto, no sabía si sería posible.

Me enderecé, mirando a todos a mi alrededor, secando el sudor de mi frente con mi antebrazo.

—Haremos una reunión después de la cena —avisó Yami, caminando a mí, dando zancadas.

—¿Reunión? —inquirí, ella movió la cabeza de lado a lado, apretando los labios.

—Beberemos un poco —decretó—, nos queda muy poco y todavía nos sobra mucha agua ardiente —levantó las cejas, jugando con ellas un poco.

—Lo pensaré —dije, y ella hundió los hombros.

—Vamos, Mery —me movió un poco con sus manos, sujetando mis hombros—, podría ser tu único mes de vida y no haces nada divertido.

Hice una mueca.

—Eso me quita las ganas por completo —revelé.

Ella asintió, cerrando los ojos.

—Tienes razón, lo siento...

...

Devon ya no se acercaba mucho a mi como antes; mantenía la distancia, extrañaba sus charlas, pero no lo culparía, Chad era incierto, y nunca sabíamos cuando le tiraría un golpe a alguien.

Me coloqué una camiseta larga, y un jeans de licra. No pretendía ir a la reunión, pero seguro Chad lo haría, y si me invitaba, no quería negarme.

La mayoría ya había cortado su cabello, por lo menos hasta el hombro, quizá me excedido un poco; pero ya no me daba vergüenza mostrarme.

Vi a todos salir de sus casas cuando la luz descendía de arriba, incluso Devon salió sin decir nada, seguido de Yami y Rick que corrieron gritando de la emoción.

Me senté al borde de mi cama, acomodando mis cosas antes de dirigirme allá.

—¿Iras a la reunión? —preguntó Chad, sentándose frente a mí.

—No lo sé —aclaré.

—No iré si no quieres —dijo, y sentí un alivio, porque no quería ir.

Le sonreí.

—Me alegra, no quería ir.

Chad acarició mi mejilla, y me dio un beso casto en los labios.

—Estoy un poco cansado —murmuró, recostándose—, no sé si sea por los pensamientos que no me dejan dormir, o por el entrenamiento.

Suspiré, recostándome a su lado, de costado para mirarlo.

—Me siento igual...

—Nos queda tan poco tiempo, que no sé cómo hacer que valga la pena —murmuró, peinando lo poco que me cubría el cabello delante a mi frente.

—Todo el tiempo contigo vale —admití, abrazándolo.

No sabía que yo tenía un lado cursi, ya que Chad era el que siempre decía las cosas lindas.

Se levantó un poco sobre su codo, acercándose un poco más a mi rostro.

—Debemos prometer que sea lo que sea la siguiente prueba —comenzó—, debemos estar juntos, sin separarnos ni un minuto uno del otro.

Asentí.

—Lo prometo.

Chad juntó nuestros labios en un beso largo, y atrevido; estábamos tan cerca que sentí una presión en mi sistema; algo que no había sentido nunca.

Chad se separó y mis labios lo extrañaron.

—Solo quiero que sepas que te amo, Mery —susurró, y la emoción subió por mis mejillas.

—Yo también te amo.

Volvió a unir nuestros labios, y la necesidad de tocarlo me invadió, lo hice, pero con un poco de vergüenza. A pesar que siempre dormíamos juntos, jamás había tocado ni un solo musculo de su cuerpo, pero ahora mismo, me era demasiado excitante hacerlo.

Él no se quejó y me sentí con la libertad de poder sentir su cuerpo fornido tan pegado al mío. Él pareció comprender lo que yo quería, y se colocó sobre mí, suavemente, sin soltar el beso. estaba completamente lista para entregarme. 

—Mery —suspiró—, ¿estás segura de ello?

No dije nada, solo lo volví a besar, mostrándole que nunca había estado tan segura de ello. Sus manos fueron suaves, lentas y precisas. Sus labios tiernos y sus ojos nunca se apartaron de los míos; y en ese momento nos sentí completos.

Chad era mi protector, mi amigo, leal a mí, y todo lo que tenía y necesitaba.

...

Las sensaciones que había tenido eran increíbles; las había leído, incluso las había escuchado en otras personas, pero jamás imaginé que era cierto, y vivirlo era increíble.

Chad seguía dormido bajo las sabanas, y yo acariciaba su rostro.

Las pecas en sus mejillas, sus espesas pestañas, sus labios y su rizado cabello; grabando todo en mi tacto.

Todavía no volvía nadie, y estaba aprovechando todo el tiempo posible para estar tan cerca de él, sintiendo su piel contra mi piel.

Porque temía en el fondo que no podríamos estar así nunca más.

Siempre estuve enamorada de Chad, pero nunca lo había podido descifrar de esta manera.

Le planté un pequeño beso casto en los labios, recostándome sobre su pecho desnudo, escuchando serenamente los latidos de su corazón.

Ahora mismo quería detener el tiempo, y que la última prueba nunca llegase, que todo se quedé como esta, y todos nos quedemos así, aquí, sin pelear por una vida fuera, una vida que quizá no valía la pena sin la persona que amabas desde siempre.




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