CAROLINA WILSON
Cuando desperté, ya era de noche. Me levanté y miré la hora. No era tan tarde, por lo que fui a la cocina a por algo para cenar, de camino, había luz que provenía de la habitación de Chris, así que me acerqué silenciosamente para ver qué hacía. Me asomé y él estaba en su escritorio tecleando cosas en el ordenador y hablando con alguien por llamada. Volví a mi camino de ir a la cocina. Hice unos macarrones con tomate y cogí una pieza de fruta para el postre. De vuelta a mi habitación, escuché un ruido, como si fuera un golpe, pero no le presté demasiada atención. Llegué a mi habitación y se escuchó otro golpe. Christian vino a ver si era yo la que hacía aquellos golpes pero, yo estaba cenando mientras veía una peli.
-¿Estás bien? -me preguntó Christian.
-Perfectamente, solo estoy aquí cenando y viendo una peli. -respondí yo.
-¿Has escuchado esos golpes? -dijo Chris un poco preocupado.
-Muy claramente. Parece que están haciendo obras. - dije.
-Pero es un poco tarde como para estar de obras.
-Pues no tengo ni idea.
Chris se marchó de vuelta a su habitación y yo seguí viendo la peli. Cuando la película terminó ya eran la una de la madrugada. Me fui al baño para cepillarme los dientes y ducharme. De repente se volvieron a escuchar golpes. Era muy extraño.
Después de haberme duchado y cepillado los dientes, volví a mi habitación, vi a Chris en el salón y le hablé del golpe que escuché mientras iba al baño.
-Carolina, esta noche mantente con algo de alerta por si pasa alguna cosa. -me comentó Chris.
-Creo que esta noche tampoco voy a dormir, porque en la tarde dormí mucho. -le dije yo.
-Al menos duerme alguna hora, ya que mañana tienes clase y si esta noche no duermes mañana vas a estar más cansada durante el día.
-Lo intentaré, pero ya te digo, no creo que pase. Descansa hermano. -terminé de decir para volver a mi habitación.
-Descansa hermanita. -dijo enfatizando la última palabra.
Giré los ojos y me fui. Ya de vuelta en la habitación se volvió a escuchar otro golpe más, yo ya me estaba hartando de los golpes y di un golpe de vuelta a la pared. Durante el resto de la noche no se volvieron a escuchar aquellos golpes tan molestos.
En la mañana, me levanté y fui a clase, un poco aburridas para mi gusto pero pasaron rápido las horas. Y en un abrir y cerrar de ojos ya era la hora de volver a casa.
Al llegar a casa volvieron a sonar los golpes, pero como era mediodía no me podría quejar porque todavía era de día. Christian no estaba en casa, supongo que aún no había salido del trabajo. Me alegraba mucho estar junto a él porque me daba esperanza de poder sacarme la carrera de medicina como él hizo en su momento.
Como tenía hambre y no había mucha cosa en la nevera, bajé de casa y fui a una pizzería a comer.
Por la tarde, sobre las cuatro y media, Chris volvió y yo estaba haciendo mis deberes en el salón.
-Hola, mi niña, ¿cómo estás? ¿Cómo te fueron las clases hoy? -me preguntó como de costumbre.
Al principio no me gustaba que me llamara mi niña, pero con el tiempo me acostumbré y le cogí cariño a ese apodo que me ponía siempre que quería.
-Hola, estoy bien, haciendo los deberes. Las clases fueron algo aburridas pero que voy a hacer. -le respondí.
-Me alegro, si necesitas algo dime, estaré en mi habitación. -dijo y se fue.
Estaba feliz, supongo que le fue bien hoy en el trabajo. Había veces que volvía algo triste, pero siempre buscaba la manera de no demostrarlo, yo de todas maneras me daba cuenta hiciera lo que hiciera. Esa es la parte triste de trabajar como médico en urgencias, no siempre vivía todo el mundo que le tocaba atender, a veces morían y eso le dolía a él.
Durante el resto del día se siguieron escuchando golpes, pero los ignoré. A la noche los golpes se volvieron más intensos hasta un punto que Christian, buscó por toda la casa de donde provenían esos golpes, pero se esparcen mucho, en cualquier parte de la casa se escuchaban igual de fuertes.
Christian, optó por llamar a los bomberos y cuando llegaron, los golpes disminuyeron de manera instantánea. Cuando los bomberos entraron al departamento instalaron unas grabadoras de audio para ver si nuestra palabra era real.
Una semana después los golpes siguieron, los bomberos volvieron y revisaron las grabadoras. Dijeron que era muy extraño que cuando ellos estaban no se escuchaba nada pero cuando no estaban si habían golpes. Decidieron dejar a uno de ellos con nosotros unos días para averiguar qué era lo que pasaba.
Todos los bomberos se fueron y el que se iba a quedar también se fue para coger algo de ropa y cosas para pasar los siguientes días en nuestra casa.
Una hora después volvió, vestido como un ciudadano cualquiera y sin su traje de trabajo. Le dejamos la habitación que sobraba en el apartamento y se instaló rápido, se presentó con nosotros y nos comentó lo que estaban pensando él y sus compañeros de equipo, para averiguar la situación de aquellos golpes. Se llamaba Christopher.