06

Dos días encerradas en aquel lugar. Mi cuerpo dolía, en especial mis manos y pies, los cuales estaban atados con extrema fuerza. Minha se veía débil. Siendo sincera no me importaba; el chorro de estupideces que había dicho horas atrás, hizo que quisiera asfixiarla. La despreciaba más que nunca.
La vi allí, tan impasible a pesar de su estado. Me pregunté donde había quedado la niña que lloraba por su amigo Taehyung. Sus lágrimas ya no valían nada.

Un año atrás, los abusos que Minha sufría por parte de Hoseok, eran desmedidos.  Sin embargo ella siempre lo miró con ojos comprensivos. Al final resultó en un amor masoquista en demasía.

Síndrome de Estocolmo le llaman: te enamoras perdidamente de tu opresor

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La puerta se abrió de un gólpe. Me había quedado dormida. El minúsculo hueco en la ventana no dejaba ver nada de luz; supuse que era de madrugada puesto que hacía mucho frío. 
Hoseok, está vez acompañado de Namjoon, entró a la sucia habitación con aires de rey. Usando la vieja táctica de la amenazas vacías, nuevamente intentó sacarnos información. Su amigo, en cambio, se había sentado en una esquina para observar la escena y de vez en cuando  decir algo que Minha y yo ignorábamos

-¿No les parece injusto? Han se escapó como una rata y las dejo a ustedes pagando. No deberían protegerlo.

-¿Te atreves a hablar de injusticias? ¿hasta cuándo vas a seguir? Tu sabes que eres el mayor culpable.- precioné de nuevocon la culpa que de seguro estába sintiendo Hoseok.

Me miro amenazante, señalandome con el índice -Tu sabes que pierdo la paciencia fácilmente, y se me está complicando soportar cada segundo que respiras.- noté cómo tensaba la mandíbula.

-Tranquilo, no la escuches. Tu no tienes la culpa- dijo Minha con vos angelical.

-Estupida- solté entre dientes.

-Valla amor de primas- habló Namjoon con sorna, clavando la mirada en mi. Pasé de él, como ya era costumbre.

-Ahh- Hoseok fingió llorar -¿hasta cuando tendré que soportarlas?- me miró -en especial a ti ¡no sueltas tu maldito orgullo!- gritó

-¿Que quieres que diga? ¡No se nada! pero al parecer tu atrofiado cerebro no logra comprenderlo

Definitivamente había logrado sacarlo de sus casillas. Sé acercó rápido a mi y yo sólo abrí los ojos como platos por el espanto. El metal frío del arma que había puesto en mi cabeza, hizo que una sensación horrible recorriéra toda mi espalda. Estaba aterrada, pero no iba a demostrarselo. 
Con un movimiento rápido golpeó mi cabeza con la parte trasera del revólver. Luego todo oscurecio