Hope that you spend your days, but they all add up
And when that sun goes down, hope you raise your cup
Oh, I wish that I could witness all your joy and all your pain
But until my moment comes, I'll say
Me paseo por los aposentos de la corte Condressiana, extrañaba mi hogar.
Pedí que apartaran 3 habitaciones contiguas en una área alejada de la muchedumbre de personas que viven en el palacio. Lastimosamente, no pude hacer esto en Jamsflor, quería dejar todo preparado allá también, con el rey no hemos discutido aún como nos vamos a organizar cuando nazcan. Ni tampoco sé dónde van a nacer.
En mis manos tengo la ropa recién lavada de los bebés, y cuando llego a una de las habitaciones, las acomodo en el estante. Un sonido en la puerta me hace levantar la cabeza, ya no puedo estar de pie mucho tiempo así que me sigo meciendo en la mecedora.
—Hola, ¿cómo están? —les pregunto a las cuatro mujeres que entran.
Me sonríen y Caillech queda enseguida besándome la barriga.
—Queríamos asegurarnos que estuvieras bien, ya pasaron tres días, segura que no tienes ninguna molestia.
—Estoy bien —respondo no muy segura de ello— quería felicitarlas por el descubrimiento.
—No fue tan difícil identificar el problema pero lo que nos costó fue averiguar qué podíamos hacer para arreglarlo —responde Ilesha sentándose en el piso.
«Los muebles que mandé a hacer no están listos»
—¿Te gustó la mecedora? —inquiere Dhan.
—Sí, es divina y perfecta, estoy segura que me servirá mucho a la hora de amamantar.
Mau se lleva las manos a la cara chillando, hace un puchero.
—Esto se me hace tan irreal ¡qué nervios!
—¿No tienes ni un poco de miedo? —dice Cai mientras recoge su cabello.
—Miedo no…aunque le tengo nervios al parto y a la lactancia —confieso. La verdad es lo que más me preocupa.
—Estoy segura que lo harás excelente —me apoya Ilesha.
Cambio de tema.
—Y cuénteme ¿cómo adivinaron lo del “quinto elemento”? —pregunto curiosa.
—Bueno, sabemos que los ex comandantes, nuestros tíos, se retiraron de sus puestos, ya que veníamos nosotras.
A los comandantes se les llama por el apellido materno, para que no los confundan con el rey, por eso a ellos se les llama Hunt y a papá Khione.
Maureen sigue explicando—. Pero ellos nunca averiguaron cómo hacer que las cosas volvieran a su total normalidad, pero la tía Elizabeth nos dijo que había un libro muy interesante aquí, ella nunca pudo averiguar y entender bien, pero nosotras sí.
—La ley es de cinco, el compromiso es de cinco.
—Los lidés y los mundos necesitan un quinto elemento—Ilesha es quien habla.
—El éter es un quinto elemento el cual participa en la formación de gran parte de los cuerpos celestes.
—Es increíble —agrego.
Aprovechamos la tarde y les digo como quiero arreglar la habitación. También les cuento lo del veneno, mi tiempo en Jamsflor, el trato de la abuela de Alex y mi relación con dicha persona.
—Sinceramente no sé qué somos, lo único seguro de nuestra relación es que vamos a ser padres y que al final del día dormimos en la misma cama.
—Pero lo quieres y él a ti, y ya van a ser padres ¿qué más quieren? —pregunta Mau.
—No sé, pero por el momento las cosas están bien y no lo arruinaré buscándonos un título.
La noche llega y nos reunimos en el comedor, Alex se la pasó todo el día trabajando. Se sienta a mi lado en la enorme mesa y al otro tengo a Bash. Mastico la deliciosa comida típica. Es un plato que tiene tortillas, frijoles, tomate, cebolla, frijoles, huevo y una crema especial. Es increíblemente delicioso. Charlamos sobre temas triviales. Y es que las mejores cenas son cuando no solo se escuchan sonidos de cubiertos.
—Bash, Als, rey Syntox; necesitamos que nos acompañen a la sala del trono después de la cena —nos pide mi madre.
Asentimos. Supongo que hablaremos de los bebés. Termino mi cena con mi cuarto pudín de cacao y menta. Tengo los pies hinchados y lo menos que quiero ahora es tener que caminar. Mis hermanas se van retirando a sus aposentos y me quedo con mis hermanos varones, padres y el rey de Jamsflor.
—¿De qué tenemos que hablar? —inquiero con ganas de irme a descansar.
—Es un tema que será dicho en la sala del trono, los esperamos allá —contesta papá y me quedo extrañada.
Henrik se levanta de la mesa.
—Bueno, tengo que terminar un trabajo gigante para la academia —me da un beso en la frente antes de irse.
Para solo tener 18 años es un chico muy inteligente, sereno y responsable. Además que empezó en la academia de medicina apenas salió de la escuela.
Miro a Alex que se acaricia el labio inferior con los dedos.
—¿Pasa algo? —pregunto y eleva el rostro, está preocupado. Lo sé —me puedes decir qué está pasando. No estás bien, te conozco.
—No pasa nada Alcíone.
Se limita a responder y se va dejándome con Bash.
—¿Tú si me vas a decir qué pasa? —cuestiono y no dice nada, toma la servilleta de tela, se limpia las comisuras de los labios y me tiende la mano para levantarme.
«Se supone que tengo 5 meses y tengo una barriga de 8»
Me levanto y poso mi mano debajo de mi barriga, haciendo que el vestido se apriete y se muestre el tamaño en todo en su esplendor. El general se aparta mirándome entera y sus ojos empiezan a cristalizarse. Se muerde el labio negando.
El gesto me parece tan conmovedor que la que termina con las lágrimas afuera soy yo.
—¿Cuándo creciste tanto, insecto? —suelto a reír y me tiro a abrazarlo. Me pego a él, de lado. Besa mi cabello sin soltarme. Y es que en un largo período de mi vida, los brazos de mi hermano mayor y mi padre eran mis refugios preferidos.