La razón, más allá del corazón.

01. Una carta con mi nombre en su labios

CAPÍTULO UNO
 

—Vale, para ya que me asustas. —la voz de Amelia suena fastidiada a mi lado, desconcentrándome— luces como toda una psicópata, Kayla, de verdad. En cualquier momento, tu mirada de hiena hambrienta y mis insoportables cólicos van a explorarme un ovario.

Sacudo mi cabeza en completa negación.

—No puedo, Amelia. ¿Acaso no lo entiendes? —despeino mi cabello, frustrada— ¿Por qué lo hace? ¿Acaso quiere matarme? ¿Por qué lo está haciendo? ¡me está matando, por un demonio!

—Esa boquita —se burla, con una sonrisa lobuna en sus rosados labios, alimentado mi frustración— Pero lo admito. No entiendo un carajo de lo que está pasando, es verdad...— toma el último sorbo de su bebida y yo deseo desaparecer con él cuando lo tira despreocupadamente sobre la mesa—... pero no sé por qué te pones así, por el amor de Dios, Kale —enarco una ceja con su tonito de incredulidad propia— es solo una carta. Relájate un poco. 

Bufo en respuesta, ofendida— Pareces bastante fascinada por tremendo despropósito poco pertinente.

La observo mirarme como si todo lo que saliera de mi boca fuera disparatado, y poco entendible para ella. Enarca una de sus cejas oscuras, y cierro los ojos en el momento en que siento como la vena del cuello me comienza a palpitar con más fuerza, lo que, en estos momentos, no ayuda en mi estado de crisis nerviosa.

—Y tú bastante paranoica por solo haber encontrado una simple y sencillita cartita bajo tu escritorio. Ya pareces mamá con las cuotas de mis clases de violin —replica cuando mis ojos vuelan por encima del gentío y se estancan en la mesa ahora vacía del fondo de la cafetería. 

—Vale, Amelia, pónte en contexto solo un poco —carraspeo volviendo mis ojos ella sintiéndome patética al no encontrar a mi objetivo.

—No es solo por el hecho de haber encontrado una simple y sencillita cartita bajo mi escritorio— repito sus palabras haciéndola rodar los ojos— es el haber leído el remitente de tan inesperada nota ¿vale? Eric. Eric Graham. Eric.—repito lentamente sin poder creérmelo todavía.

Amelia me da un golpecito en la frente. 

—Sí, zumbada, Eric, ese Eric. El idiota de ojos de lluvia —señala — El de los encantadores ojos grises y el de estatura imponente. Ese Eric que te gusta desde que regaste tu té en su camisa favorita. Ee que te trae babeando las baldosas, arrastrando los pies y te trae el corazón algo dis....

—Lo pillo.— Le corto con los brazos cruzados. 

—Y el mismo que ha sido nuestro amigo desde hace tres años, Kayla, que no se te olvide— me recuerda, entornando sus ojos, por enésima vez en la mañana. 

—Vaya, eso es todavia mucho mejor — ironizo dejandome caer sobre mi asiento. 

Amelia tira su cabello rubio hacia un lado, malhumorada cuando le tapa la cara.

—Eres una exagerada —enarca una ceja— Mira que poder lograr que el crush de parte de tu infancia te haga caso...—menea la cabeza— chica afortunada. 

—Habla la que encuentra todos los días media docena de chocolates en su casillero.—bufo— Eso sin contar las invitaciones para el baile, claro. 

Ella suelta una risita divertida— Es distinto. 

Enarco una ceja cuando menea la cabeza— Es exactamente lo mismo. 

—Kayla...

—Es lo mismo, Amelia. Es simplem....

—Yo no estoy enamorada de ellos, Kayla.— me corta al instante y contengo el aliento. 

Casi automáticamente en que termina de hablar, bajo la mirada de sus ojos como si me quemaran cuando me dedica una mirada de reproche. 

Aquí vamos. 

—¿Por qué se te hace tan dificil aceptar que tambien mereces ser amada? — me increpa y frunzo los labios, muda.  

Un insoportable nudo se me instala en el estómago y me remuevo incómoda, todavía con su mirada oscura sobre mí. 

—No pienso tener esta conversación ahora, mucho menos aquí.— le advierto pero me ignora. 

—Pues te jodes— suelta, enfadada.

Por un momento odio que me conozca tan bien como para saber qué estoy pensando sin siquiera haberlo formularlo. 

Ventajas de ser mi hermana, supongo. 

—No es un disparate que alguien acepte que te ama aún cuando para tí esa idea te resulte completamente descabellada.

Por un momento mi vista viaja hacia las demás chicas de la cafetería y se me cierra la garganta cuando nos repaso a mi hermana y a mí en la mente a una velocidad impresionante. 

Amelia y yo somos como una mezcla entre papá y mamá. Mi hermana tiene los ojos de un tono café oscuro como los de él, y yo, por el contrario, los tengo claros como ella, color miel con motitas naranjas, para ser específicos. Si bien Amelia es delgada y tan alta como papá, yo, al igual que mamá, soy un poco más "recogidita" y un poco menos escultural que ella. Realmente me sorprende que pueda alcanzar el taburete de la cocina y no balancear mis pies como bebé.

Y he aquí «la mayor desfachatez  familiar que puede existir en esta sociedad»...

Mientras que Amelia es blanca como papá, yo soy morena como mamá, una mujer de color. Extraño, lo sé, a pesar de ser mellizas, cada una tomó una porción distinta de cada uno. Aunque bueno, está claro a quién le dicen que tomó mejor parte, ¿verdad?

—Amelia...— mi voz suena casi rota cuando vuelvo mi vista hacia ella, implorando que no siga el tema. Pero me vuelve a ignorar categóricamente.

—Hemos tenido demasiado esta conversación, Kayla. 

—Sí y empieza a hartarme— mascullo, haciéndola suspirar. 

—Pues seguirá hartándote hasta que empieces a escucharme verdaderamente y dejes de hacerte oídos sordos cada que intento hacerte entrar en razón —me obliga a mirarla cuando toma mi mano por encima de la mesa.— Deja de creer que eres tú el problema. 

Su voz se suaviza y se me contraen los músculos de la cara, anunciando que voy a empezar a llorar. 

Genial.

Se había vuelto casi rutinario estas charlas motivacionales de parte de mi hermana hacia mi persona. Podría decirles que casi matutinas. En las que yo intentaba no mostrar mis inseguridades y ella contradecida, intentaba hacerme cambiar de opinión. Pero vale, cuando la mayor parte del tiempo, todo el mundo parece mirarte como si tuvieras una plaga infecciosa y probablemente mortal impregnada en la piel es bastante difícil seguirle el rollo.



#19960 en Novela romántica

En el texto hay: juvenil, notas, romance

Editado: 22.01.2022

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