MAGNUS
Subo la última maleta a la camioneta estacionada frente a la puerta principal. Benjamín y el señor Mills se despiden con educación de Cedric y Kate antes de abordar el vehículo.
—Tu alimentación, material y uniforme, todo lo que necesitas la escuela te lo proveerá —explico cuando el menor de los Mills se acerca a mí. Su nariz y ojos están coloreados de rojo, sus ojos todavía humedecidos seguramente por la extensa despedida con Julia.
—Magnus promete que la cuidaras —añade con voz firme y mirada severa.
—Lo hare —afirmo extendiendo la mano para asegurar nuestra promesa, el acepta y toma mi mano en un apretón.
—Gracias Magnus por todo lo que has hecho, te lo pagaremos —afirma el señor Mills extendiendo su mano.
—No recibiré nada de ustedes señor Mills, es mi deseo ayudar a Julia —respondo con honestidad, aunque mi malicioso subconsciente considera el asunto de pagar, pero posiblemente con una bendición.
¿Bendición? Recupero mis sentidos.
¿Desde cuándo ocupo una bendición o permiso? Evito precipitarme y repaso mis planes a corto plazo.
—Adiós —se despiden una vez ingresan a la camioneta. Uno de los hombres de Cedric los acompañará a la estación de tren y una vez arriben en su destino, el personal de cada institución se hará cargo.
—Me marcho a la oficina —anuncia Cedric cuando su respectivo auto estaciono frente a nosotros—. Tienes papeleo pendiente en mi oficina —indica antes de retirarse.
Una vez instalado en la oficina las horas pasan volando enfrascado en números, documentos y planos. De vez en cuando abandono mi tediosa labor para darle un vistazo a Julia. Durante el último de sus chequeos médicos, el cual resulto desastroso, aproveché y me inmiscuí en su habitación para instalar cámaras de seguridad.
Soy consciente que ella tiene derecho a privacidad, sin embargo, durante algunos momentos del día ella permanece sola y mejor que nadie, se lo que es capaz de hacer un paciente en esas condiciones.
Me perdonara, algún día. Es mejor prevenir la tragedia.
Respecto a sus avances, desde la noche en que me salvo de una terrible caída con Maggie en brazos debido a mis todavía incompetentes piernas, no ha vuelto a mencionar palabra alguna. ¡Y por un demonio! Hasta ese momento había intentado de todo.
Me quedaba un arma, una que en mi desesperación y locura se me ocurrió en plenas horas de la oscura noche. Podría ser peligrosa, pero puede que sea nuestra única solución.
Después de terminar con el trabajo abandono el estudio y me dirijo a la habitación de Julia. Suspiro angustiado cuando descubro que sigue en cama, igual que los últimos días. Después de aquella noche parece que retrocedió algunos pasos ya que se limita a sentarse sobre la cama para ingerir sus alimentos y escuchar las incansables narraciones de los libros que conseguí para ella.
—Debes salir de la cama Julia —explico con tono laxo para evitar asustarla—. Te haces daño al quedarte atrapada en esas sabanas.
La maldita ironía de la vida pienso al recordar que Cedric utilizó la misma frase hace casi dos años cuando me encontraba en la peor etapa de mi condición. Desde una perspectiva diferente, yo alzaba gritos de odio y explotaba a cada tanto, Julia, en cambio, se mantiene cautiva en su propio mundo.
—¿Saldrás? —inquiero después de esperar por un movimiento o respuesta. Julia niega y se hunde nuevamente entre las sabanas. Refriego mi rostro frustrado y tomo asiento a los pies de la cama.
Hace mucho tiempo pensaba que no habría mujer en este mundo que me hiciera doblegarme. Eventualmente llego una, aunque claro, ella era la que te da una probada de lo buena que puede ser esa experiencia, pero luego te avisa que no habrá más hasta que te pongas los pantalones y luches por ella. Como fue de esperar, fui un imbécil y la perdí.
Había aprendido la lección. Cuando se llevaron a Julia estaba dispuesta a luchar contra lo que sea que se interpusiese en mi camino. Lo hice, pero aún quedaba trabajo por hacer. Al igual que su hermano su condición me pesaba.
Quiero facilitarle todas las oportunidades que pueda, si nada funciona, me veré obligado a llamar a uno de los colegas del doctor Emerson que seguramente no tardará dos minutos en sugerirme que lo mejor será internarla en un hospital.
Viví en carne propia la experiencia por unos meses posterior al accidente y si no fuera por Cedric, habría terminado de pudrirme en uno de esos.
Se me pasa el tiempo y retorno mi vista a la figura escondida debajo de la blanca tela. Esbozo una sonrisa cuando distingo que sus delicados dedos están expuestos mientras se aferran a la sabana.
Desconozco el instinto que me lleva a buscar su contacto. Julia reacciona, sin embargo, no se esconde por completo, estos permanecen expuestos. Intento nuevamente, pero es inútil, soy privado nuevamente. Tengo que acostumbrarme. Sus chequeos médicos son complicados ya que no permite que nadie la toque.
Con los días mi labor se vuelve cada vez más complicada. Debo atender la empresa desde aquí, en algunas ocasiones tengo a Maggie haciendo de las suyas ya que Kate y Cedric también tienen responsabilidades. Considere contratar una niñera para sustituir a Carmela durante los siguientes meses, no obstante, creo que tendré que aprender a ajustarme a ella.
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Editado: 06.09.2023