Nací en una familia que se dedicaba a las labores del campo, mi madre una hermosa mujer trabajaba como pastora cuidando las ovejas del dueño de aquellas gigantescas sabanas donde vivíamos, mi padre era muy viejo pero aun así ocupaba un puesto de excelencia entre los trabajadores de su patrón. En mi infancia me gustaba ir con mi madre a pastorear las ovejas, me gustaba correr por el campo y sentir los sonidos del agua en el estanque y de los insectos que con agraciada amistad se posaban en mis manos, mi cabeza y mis piernas. Realmente la vida bucólica, era lo mío.
En mi infancia nunca tuve un recuerdo de mi vida pasada, aunque, si sentía la conexión con el lugar de donde provenía; la naturaleza para mí era mi segundo hogar.
Crecí en el campo hasta los doce años, cuando mi padre murió y a mi madre la despidieron de aquel trabajo que amaba tanto, tuvimos que partir a la ciudad y las vivencias de aquel lugar quedaron plantadas en mi corazón como un destino al cual tenía que retornar. El día en que llegue a la ciudad fue uno de esos días en que junto a mi madre experimente el infortunio de nuestros orígenes, nadie nos aceptaba porque no teníamos dinero y además porque éramos pastores. Aquella noche nos tocó dormir en la calle; el frio no permitió que cerráramos los ojos y toco arroparnos con unos cartones que nos regalaron unas personas. Por ende padecí un fuerte insomnio el peor que experimente en mi vida como humano, pero trajo consigo la primera revelación hecha por mi vida pasada, en donde me mostraba de donde provenía y que debía buscar en mi vida presente. En el que sueño, vi una libélula que volaba en un estanque, una flor vinotinto y un camino que llevaba al lugar donde me encontraba que era en ese momento la ciudad y después una voz me hablaba sobre una misión, pero no pude escucharla bien.
Me desperte angustiado por la conmoción que me causo Aquel sueno extraño y dude muchisimo sobre lo que me decian,pensé, que solo eran fantasias que soñaba un pobre pastor,pero no,era real, al cabo de un rato se posaron sobre mi,no una, si no muchas libélulas doradas que me decian con su volar.
-esto es tan solo el albor de tu nueva vida-.
Y yo maravillado con estos insectos, caí dormido y no sentí mas frio.
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Editado: 09.07.2019