La Regente (petrova)

Capítulo XII

CAPITULO XII
 

 

El sonido de la puerta principal siendo abierta y cerrada retumbó entre las cuatro paredes de la habitación de Mika.

-Debe ser Noah – Dijo el chico con una media sonrisa –Salió desde temprano a cazar, debe estar cansado.

-Tal vez necesite descansar – Coincidió Elektra, quien comenzaba a sentirse incómoda con la conversación, aún no podía olvidarse del beso de Noah.

-Y creo que tú deberías hacer lo mismo. Te he entretenido durante horas. ¿Por qué no descansas un rato? Te despertaré para cenar.

-¿Tú que harás mientras tanto? – Inquirió incómoda, no quería seguir aprovechándose de la hospitalidad del chico.

Mika sonrió tranquilizadoramente.

-Tengo que hablar con Misha sobre escaparse de los entrenamientos de Nico, y luego volveré, solo serán un par de minutos, no te preocupes.

La chica asintió y no dijo nada; Mika dio la vuelta y la dejó sola en la habitación. Ya comenzaba a acostumbrarse al color neutro de las cuatro paredes que la envolvían, al suave aroma a vainilla de la cobija y a la pequeña cama sobre la cual estaba sentada. Comenzó a pensar en su antigua vida, en todo lo que había dejado atrás, no era fácil comenzar de nuevo, hacer borrón y cuenta nueva, incluso aunque esa era una de las cosas que más deseaba. No podía ignorar todo lo que había descubierto, lo que Mika le había contado; había admitido que la Hermandad de Hierro estaba intentado derrocar a su padre, no lo había dicho de una forma directa, claro, pero Elektra lo había intuido en sus palabras, existía una pequeña revolución fraguando contra Petrova, una muy pequeña, cierto, pero eso le daba de alguna forma una esperanza.

Pensó en su padre y lo que había hecho, cómo había mantenido a todos ciegos y sordos a los gritos de ayuda de los que vivían fuera de las fronteras; se suponía que ella lideraría aquellas tierras en el futuro, eso era lo que su familia había esperado de ella, pero se preguntaba cómo había planeado su padre mantenerla en la oscuridad respecto a todos los secretos que había ocultado. Tal vez nunca había sido su intensión pasar el mandato a su hija, o quizás después de todo, él aún guardase esperanzas con respecto a ella. "El poder lo es todo y algún día lo entenderás" le había asegurado su padre, y ahora casi entendía a lo que se refería, no le había hablado de riquezas o alianzas matrimoniales adecuadas, se había referido a miedo, al miedo que infundía sobre aquellas personas, sin voz y sin rostro, que nadie, excepto la milicia y él, conocían.

Desechó los pensamientos, no quería seguir dándole vueltas en la cabeza, tenía que encontrar una forma de ayudar primero a todos los habitantes de la aldea, luego se ocuparía de su padre; eso era lo correcto para hacer, más ahora que sabía sobre los tributos y los juegos, no podía permitir que algo le ocurriese a aquellas personas; tal vez esa era la razón por la cual había encontrado a Mika y a Noah, quizás eso era lo que el destino esperaba de ella.

Al momento en el que el nombre de Noah cruzó su cabeza, no pudo evitar desviar la mirada hasta la única fotografía que estaba sobre la mesa de noche. La contempló durante largo tiempo tratando de determinar qué escondían aquellos dorados ojos tristes, pero fue en vano, lo que sea que sentía Noah era algo que solo él conocía y que ella solo podía anhelar descubrir.

Tomando una decisión finalmente, se puso de pie, era el momento de encarar lo que había sucedido; su misión había sido una desde un comienzo, vengarse de su padre, pero ahora sus prioridades estaban cambiando de manera abrupta, ya no sentía la insistente necesidad de venganza, ahora quería ayudar; ahora que conocía más de lo que hacía un par de días atrás, todo había cambiado, debía mantenerse firme y no permitir que nada la distrajera... y Noah, él se había convertido en su única y más persistente distracción.

Caminó el corto pasillo que llevaba a las otras habitaciones hasta que llegó a la de Noah, tenía que hablar con él, decirle que lo que había ocurrido en el río había sido un error y no debía suceder otra vez; pero la puerta se abrió lentamente mostrando un cuarto completamente vacío. Dio un paso atrás confundida, había escuchado la puerta abrirse hacía tan solo unos minutos, y nadie más había salido salvo Mika. Retrocedió un poco más hasta que sintió la manilla de una puerta clavarse en su espalda. Se dio la vuelta asustada, la puerta se había abierto tan solo unos centímetros, la única puerta que Mika le había pedido que no abriera; quiso cerrarla, pero algo llamó su atención.

Una figura dorada se encontraba encorvada sobre una cama; el chico sollozaba suavemente sobre otro cuerpo que estaba inmóvil.

-Tienes que despertar, debes hacerlo – Suplicaba la voz de Noah – No sé qué hacer, es demasiado peso, necesito que despiertes y me digas qué hacer... por favor, todo es mi culpa.

Había una angustia y desesperación en la voz de Noah que hizo que Elektra quisiera entrar y consolarlo, pero sabía que no debía, le habían pedido nunca abrir esa puerta, era lo único que le había dicho Mika.

-No deberías estar aquí – Reprendió suavemente una voz a su espalda, mientras una mano se estiraba por encima de ella y cerraba suavemente la puerta – Lo siento, no fue mi intención asustarte – Se disculpó Mika al sentir el miedo en la chica – Es solo que es un tema delicado, pensé que había sido claro cuando pedí que no entraras a esa habitación.




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