30 de Noviembre de 1576
Amado Arturo.
Mi amor cuento con ansias los días que faltan para tu llegada a Sibelia. No puedo comer ni dormir de tan solo pensar que en tan poco tiempo me veré casada con vos, el amor de mi vida.
Por otra parte, me encuentro sumamente preocupada. Os pido consejo respecto a lo siguiente: mi hermana Carmen y su marido están envenenado la mente de la población ignorante de Sibelia, su logro es el trono que me fue dado. Amor mío, no temo por mi final más si por las represalias que pueda tener en contra de mi madre, la reina viuda, Anabel, y mis hermanas Lucia e Isabel.
Mis consejeros me dicen que lo mejor es capturarla por alta traición y ejecutarla al igual que a su marido, mas no tengo el corazón de arrancar la vida de la madre y el padre de mis dos sobrinos.
Decidme ¿Cómo hago que mi hermana Carmen cambie su postura sin el uso de la violencia o la palabra escrita? Ya he intentado convocarla por medio de cartas pero ninguna parece llegar a su destino. Otro consejo menos repetido por mis consejeros es que despoje las tierras a mi hermana pero el inconveniente es que aunque lleve a cabo dicha orden ella seguirá viviendo entre joyas, puesto que su marido es un marqués.
Espero vuestro consejo, amor mío.
Siempre tuya.
Padme.