La reina Bastarda

XXXVI

Quien iba a pensar que Padme regresaría a los calabozos a causa de la devoción de su pueblo, quien iba a pensar que los guardias la arrestarían después de ver partir a su amado Arturo.

Ocurrió sin que ella tuviera conciencia, un levantamiento en su honor por la devoción que su pueblo sentía. Todos querían que la despiadada cayera pero en su lugar ellos lo hicieron.

Que tarde se enteró Arturo, dos días después de llegar a Kazcálas se encontró con que su adorada y embarazada mujer sería decapitada en público. Bien pudo protegerla antes con los beneficios del matrimonio más ella se negó toda la vida por que le avergonzaba la marca de traición que adornaba su rostro.

Arturo y su hermana viajaron de vuelta a Kazcálas para impedir la ejecución pero cuando llegó ella se hallaba en la plataforma, entre la multitud él se abrió paso y llegó al frente, sus miradas se cruzaron.

Padme tomó aire, sentía que se desmayaría ahí mismo. Tenía miedo, sintió que sus pies se mojaban y los miró. Se había orinado de miedo.

Dio un discurso, perdonó a su hermana, bendijo a las familias de los hombres que lucharon por ella y antes de vendarse los ojos se aseguró de que la mirada amorosa de Arturo fuera lo último que vería en su vida.

El rey Arturo comenzó a llorar al igual que todos los presentes, Padme se arrodilló y buscó el trozo de madera donde recargados su cabeza, no lo sintió carca y un miedo a la muerte se apoderó de ella, pidió ayuda mientras lloraba, no sabía qué hacer.

El rey Arturo subió a la plataforma, la tomó con dulzura y la llevó hasta la madera en la que recargaría su cabeza. En tan pocos segundos de contacto un momento romántico e íntimo se presentó.

— Te amo. Te voy a extrañar.

— Yo también… No tienes idea de cuánto.

Un fuerte golpe. Un golpe certero que quita la vida y en su último aliento observa las cálidas lágrimas que caen por el rostro de Arturo y las palabras con bendiciones que su pueblo le entrega.

¿Qué clase de monstruo le quita la vida a su sangre? A una mujer embarazada que cumplía diecisiete.

Sólo una vestía como Catalina.

El rey Arturo estaba devastado y no recibía a nadie en su alcoba. Sólo un mozo reto su ira y entró, justificando que traía consigo la última carta que Padme le dedico.

Qué curioso. Que destino. ¿Quién iba a pensar que la última carta sería aquella que pidió al mozo escribir cuando estaba encerrada por primera vez en los calabozos del castillo?

Tal vez no pudo despedirse correctamente cuando la encerraron por segunda vez pero...

El rey Arturo se apresuró a leer la carta, derramando una lágrima con cada palabra escrita. Torturándose leyéndola más de una vez, culpándose por dejarla aquella tarde de Febrero.

Fin.



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En el texto hay: cartas, romance, tragedias y muerte

Editado: 22.11.2018

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