Elizabeth vivía con el miedo de ser descubierta, que alguien hubiese grabado su rostro y tarde o temprano apareciera en la primera plana como el fenómeno de nueva York, constantemente se veía atrapada en sus pensamientos.
—¿No te gustó la comida? —le preguntó Carlos quien se había percatado de que solo jugaba con su almuerzo.
—No tengo mucha hambre. —le respondió Elizabeth con una sonrisa fingida.
—Prueba esto, es un sándwich de atún, su mejor receta. —le dijo Mikea acercándole el emparedado.
—Ay, huele espantoso. —exclamó Carlos tapándose la nariz ¿Cuántos días lleva en tu mochila?
—Debió fermentarse la mayonesa, en fin, no te perdías de nada bueno.
—Seguro que estaba bueno jaja.
Carlos y Mikea eran muy agradables, era fácil llevarse bien con ellos, me hacían reír mucho, con su compañía, puede que esta universidad no sea tan solitaria después de todo y en cuanto a Jane, creo que puedo mandarla a volar y nadie la extrañaría.
Después del almuerzo, las actividades continuaron y luego de un día de nuevas experiencias, Elizabeth y sus amigos por fin habían salido de clases.
—Ay por fin podemos largarnos de aquí. —exclamó Carlos estirándose.
—Habla por ti, yo aun tengo que quedarme a limpiar el salón de audiovisuales, debo obtener puntos extras si quiero rescatar el semestre. —manifestó Mikea con pesar.
—Si quieres puedo ayudarte, no tengo nada que hacer, así que…
—¿De verdad?
—Si las dos se van a quedar, entonces yo tambien, no puedo dejar a dos damiselas haciendo el trabajo sucio. —externó Carlos mientras las abrazaba.
—Gracias, son los mejores, después de esto prometo invitarles algo de beber.
—A trabajar entonces, muero por una sola italiana.
Una hora más tarde, Elizabeth y sus amigos ya habían terminado de limpiar, así que les dio hambre y decidieron ir a un lugar que no tenía mucho de inaugurarse, Carlos les recomendó aquel establecimiento y se dirigieron hacia allá. Era una cafetería y después de pedir su orden se dirigieron a un parque recreativo que estaba cerca de la zona, Mikea y Elizabeth se reían de las ocurrencias de Carlos , hablaba sobre su familia y de como su madre aun le lavaba la ropa, pero su alegría fue interrumpida por un gran alboroto.
La gente comenzó a correr y a lo lejos pasó una camioneta blanca a toda velocidad, sus llantas rechinaron ocasionando un gran chillido, se trataba de unos ladrones de bancos que habían estado robando descaradamente, se encontraban huyendo de la justicia.
—¡Corran! ¡están disparando al aire! —los civiles corrían vueltos locos, pues los ladrones trataban de darle a las patrullas que los perseguían.
—¿Qué diablos? ¡corran! —Carlos las tomó de las manos, pero el tránsito de personas era demasiado.
—¡No se detengan!
Entre tanto alboroto, los chicos se dispersaron.
—Dios mío ¿en que momento se complicó todo? —se preguntaba Elizabeth paralizada, las personas le pasaban casi por encima.
—¡Ayúdenme! ¡por favor! ¡secuestraron a mi bebé! ¡esos ladrones me arrebataron a mi hija! —una madre desesperada pedía ayuda gritando con todas sus fuerzas, pero nadie se detenía a ayudarla, cada quien buscaba salir ileso de aquel enfrentamiento.
—Esos cobardes secuestraron a la hija de esa mujer, ojalá que los policías puedan encontrarla sana y salva. —se decían unos amigos quienes corrían pasando a un lado de Elizabeth.
—¡Por favor que alguien me ayude! Se los ruego…
El miedo se apoderó de Elizabeth y corrió hacia un lugar seguro, mientras se alejaba, no podía dejar de pensar en las personas que asustadas corrían por sus vidas, no podía ignorar sus lágrimas y lo desesperados que se encontraban.
—Yo no puedo hacer nada, no soy una heroína, lo que pasó con Ash fue una terrible coincidencia, yo no estoy capacitada para enfrentarme a esos desgraciados, quizás sean igual que él…
—¡Auxilio!
—Corran! ¡ya hay varios muertos! —la gente se encontraba hundida en al desesperación y Elizabeth no pudo seguir huyendo más.
—¡Ay! ¡maldición!
Elizabeth corrió con todas sus fuerzas y entró a una tienda de disfraces que había sido impactada por los disparos de los delincuentes, cogió una mascara blanca y se la colocó se quitó su sudadera y quedo en una camiseta negra.
—No voy a tener este cargo en mi conciencia, no se porque me pasa todo esto, pero aprovechare esta super fuerza y atrapare a esos desgraciados.
De entre toda la gente, salió un cuervo negro con una máscara blanca en el rostro, las personas no comprendían porque se dirigía al peligro.
—¿Esa mujer esta loca? ¡la camioneta corre a toda velocidad! No se detendrá frente a ella, la va a aplastar…
—¡Oye! ¡Aléjate del camino!
—Ni siquiera se inmuta…
No puede ser, debe ser la chica de la que todos hablan. —las personas comenzaron a grabar con sus celulares y los ladrones por fin notaron a Elizabeth.
—¿Qué demonios? ¿se quiere morir o qué?
—¡No te detengas Greg! ¡aplástala! ¡No dejes que la policía nos atrape! —le ordenó Evan, su superior, la niña no dejaba de llorar y comenzaba a exasperarlos.
—¡Ya calla a esa mocosa! No soporto su escándalo. —le dijo Evan a Mike quien la sostenía.
Al ver que Elizabeth no se movía del camino, Greg se sintió obligado acelerar la velocidad, pero Elizabeth respiró profundamente y tomó posición para frenar la camioneta y así lo hizo, detuvo el auto con las manos, recibiendo todo el impacto.
—No dudaron en arrollarme bastardos… —Elizabeth dio un salto y se subió en la camioneta y arrancó la parte superior de ella como si fuera una hoja de papel, sacando a dos de los ladrones de la ropa y los lanzó contra las patrullas.
—Entrégame a la niña. —le ordenó Elizabeth a Mike con voz fuerte.
—Demonios…no te acerques o disparo. —le respondió él tembloroso, nunca había visto algo así.