La muerte de aquel villano, había conmovido el corazón de Elizabeth, se notaba en su mirada que estaba lleno de dolor, su pasado reflejaba injusticias y mucha pena, Magda debió ser su hija y quien sea que la hubiese asesinado, no merecía seguir respirando, Elizabeth quiso acercarse a Carlos para asegurarse de que estuviera bien, pero un pedazo de su mascara se había roto y corría el riesgo de que al descubrieran, Sam se acercó a ella para agradecerle en lo que el profesor y el guarda bosques auxiliaban a Carlos que poco a poco recobraba el conocimiento, al verlo, Elizabeth le dio la espalda inmediatamente.
—Descuida, no intentaré ver tu rostro, solo quería darte las gracias por ayudar a mi compañero y por salvarnos. —le dijo Sam guardando su distancia.
—Cuídenlo bien. —exclamó Elizabeth alejándose de aquel lugar, había mucha niebla en el lugar y ella se perdió entre el paisaje, Sam estaba maravillado con ella y guardó todo eso en su corazón.
—¿Qué pasó? ¿Dónde estoy? —preguntó Carlos desorientado.
—Estas a salvo amigo. Le dijo Sam dándole una palmada en la espalda.
Como puedo, Elizabeth se cambio de ropa y guardó su mascara en la mochila y se incorporó con sus otros compañeros en el autobús, se sentía intranquila por lo que aquella criatura le había dicho ¿Quién era Anfernee? Se preguntaba con curiosidad.
Después de unos minutos, el profesor y el grupo que había ido a buscar a Carlos se reunieron en el autobús, aliviados de que todos estuvieran a salvo.
—Chicos, lamento todo esto, fue mi responsabilidad que hayan pasado por tanto.—expresó el profesor lleno de pena.
—¡Carlos! ¡gracias a Dios estás bien! —Mikea corrió hacia él y lo abrazó con fuerza sin poder controlar su llanto, por un momento pensó que no lo volvería a ver.
—No llores, no está muerto. —le dijo Andreu aliviado de ya no estar en ese bosque.
—Estoy bien, no creerás quien me salvó, prometimos guardar el secreto, pero te cuento en el autobús. —manifestó Carlos lleno de emoción.
—Me lo dices después, ya llegó la ambulancia.
—Me alegra que estes a salvo Carlos. —le dijo Elizabeth con voz suabe.
—Eso fue gracias a la heroína y a ellos que me trajeron de regreso jeje.
—Supongo que tienes una gran historia. —expresó Elizabeth con una sonrisa.
Al final todos se mantuvieron a salvo, Carlos fue revisado por los para médicos y el profesor llamó a sus padres para que lo recogieran en el hospital, la prensa no creyó nada acerca del ataque de el alce furioso que ellos describieron y crearon una leyenda local sobre “el monstruo del bosque” las clases para nosotros se suspendieron y Jane corrió hacia donde estaba Sam y lloró como magdalena, aunque el susto le duró muy poco, pues a los minutos estaba como si nada hubiese pasado, se que el hombre bestia estaba en un estado irracional y que si no hubiese hecho algo, quizás Sam y los demás hubiesen muerto en sus manos, pero también es verdad que en algún momento fue humano y al parecer, un tal Anfernee le hizo eso ¿Quién es él en realidad? ¿será alguna persona? ¿alguna organización delictiva? Creo que tendré que averiguarlo.
A lo lejos, Elizabeth vio a Sam, ya lo habían revisado de su espalda y lo habían curado, se veía deslumbrante.
—¿Te encuentras bien? —le preguntó Elizabeth aliviada.
—Solo fue un rasguño, no fue gran cosa, quien si se lastimó fue Carlos, se lesionó el tobillo, pero estará bien.
—Si, creo que tienes mucha suerte. —manifestó Elizabeth con una sonrisa ligera.
—Supongo que soy afortunado, pudo ser otro mi final.
—Queria darte las gracias por haberme salvado de ese árbol endemoniado jeje y quería darte algo como recompensa, me dijeron que te gusta mucho el fraphe de macha, así que…espero lo disfrutes.
—Jamás rechazaría un fraphe de macha jaja, gracias.
—Ah, y también venia a devolverte tu chamarra, es hora de que te la regrese ya no hace tanto frio.
La piel de Sam era como la porcelana, blanca y tersa, su cabello oscuro le quedaba muy bien con sus ojos rasgados, cada vez lo apreciaba más.
—Bueno…te veo después. —Elizabeth se despide de él y Sam le sonríe y le hace una señal de paz con la mano, estaba tan embobada por él que por un momento olvidó su compromiso con Aris y el señor Ming.
—No puede ser…debo apresurarme.
Elizabeth corrió hacia la dirección que el señor Ming le había mandado, pero pensaba que tal vez se había equivocado de lugar.
—¿Este es el lugar donde nos citó el señor Ming? Es un lote de construcción abandonado.
—¡Elizabeth por aquí!
—¿Aris? Llegamos al mismo tiempo jaja.
—Creí que me había equivocado, pero lo más seguro es que el señor Ming nos mandó aquí por error.
—Es lo más probable, este lugar está abandonado, deberíamos entrar y salir de dudas.
—Pasaré yo primero, si algún perro cuida este lugar prefiero que me muerda a mí. —exclamó Aris de manera heroica.
—Creo que será más fácil si yo paso primero.
—Si, pero me harías quedar mal delante de mí hombría jeje.
—Ok, lo siento jeje.
—Woou, es enorme.
—¡Chicos! ¡llegaron! —les gritó el señor Ming quien los esperaba del otro lado.
—¡señor Ming! —Elizabeth lo saludo agitando las manos.
—¿Qué se traerá este viejito entre manos? Tengo un mal presentimiento. —dijo Aris mientras tragaba saliva.
Queridos lectores, gracias por leer un capítulo más de "La reina cuervo" espero esten disfrutando de esta historia, saludos a todos.
Editado: 02.08.2024