Elizabeth se encontraba frente a su adversario, un oponente que había salido de entre la oscuridad y las llamas, Aris llamaba todo el tiempo a su compañera, preocupado por su bienestar.
—¿Elizabeth te encuentras bien?
—Lo encontré… el responsable de esto está frente a mí.
—Los rumores dicen que eres fuerte, pero ¿Qué tan fuerte puede ser una chica? —le preguntó el hombre en tono de burla.
—Con gusto te haré una demostración. —le respondió Elizabeth sin quitarle la mirada de encima.
—Ay, eres muy amable jaja.
—Ten cuidado Elizabeth, se escucha muy sospechoso… —externó Aris preocupado.
—No te preocupes, me cuidaré bien.
Ansel comenzó acercarse, como el lobo a la oveja, confiado de su poder y fuerza.
—Lamento si soy un poco brusco, pero quiero terminar contigo lo antes posible, no es personal ¿lo entiendes verdad?
—Pues lo mío si es personal ¡toma esto! —Elizabeth le lanzó una patada directo a la cara, fue un golpe muy rápido, pero Ansel lo esquivó sin problemas.
—Mmmm, no está mal. —Ansel se agachó y de una patada la tiró al suelo, su destreza era impresionante.
—¡Ahhh!
—No me digas que te dolió, apenas fue una caricia.
Elizabeth se puso de pie inmediatamente y se le subió encima agarrándolo del cuello con sus piernas para sofocarlo.
—¡Dime que es lo que quieres de mí o te rompo el cuello! —expresó Elizabeth en el calor de la batalla.
—¿Una heroína puede decir ese tipo de cosas? Jaja, ¿no se supone que dejas vivir a tus oponentes? —Elizabeth apretó más fuerte para dejarlo sin aliento, pero Ansel tenía mucha más experiencia en el combate cuerpo a cuerpo, era un asesino a sueldo experimentado y buscó la manera de libarse de su agarre y la arrojó con tal fuerza que al estampó contra unos edificios.
—Maldicón….es más fuerte de lo que creí… —exclamó Elizabeth adolorida.
—¡Elizabeth! ¿te encuentras bien? Hay mucho humo, los drones no pueden transmitirme una imagen clara, espera, detecto más movimiento, más criminales se acercan. —declaró Aris angustiado.
—Yo solo lo veo a él, sin duda es mi mayor problema. —Elizabeth vio una parte de escombro muy grande y la cargó para después lanzársela a su oponente.
—Pero ¿qué? ¡Ay! —Ansel logró detener aquel pedazo de escombro y lo arrojó lejos destruyéndolo por completo.
—No puede ser ¿Cómo es que…? Oye….no sé cómo detuviste mi ataque, pero tienes que desactivar las bombas de esta ciudad o te juro que no volverás a ver la luz del día, ya me he enfrentado a tipos como tu y hasta ahora yo he vencido, no me subestimes… —le dijo Elizabeth apretando los puños.
—Yo no puse esas bombas pajarraco.
—¡Deja de mentir! —la pelea cuerpo a cuerpo continuo y cada ataque era preciso y letal.
—Ya me cansé de ser bueno contigo, dejemos de jugar y terminemos con esto. —le dijo Ansel decidido a terminar con su trabajo.
—¡Elizabeth estas rodeada! —exclamó Aris a través del comunicador.
—¿Qué?
—Bien hecho 002, aunque te la pedimos muerta nos la has dejado servida en una charola de plata jajaja. —dijeron unos terroristas mientras se acercaban a la escena.
—¿Qué están haciendo aquí? Aun no termino con mi misión. —les dijo Ansel mirándolos fijamente.
—Pues resulta que ya nos cansamos de esperarte, nuestro jefe cambió de planes, ya no confía en ti, así que…
—¿Quiénes son ustedes? —le preguntó Elizabeth a la defensiva.
—Me usaron como sebo… —susurró Ansel furioso.
—Lo siento, ya tenemos lo que buscábamos, ya puedes retirarte, el jefe te dejará ir si no complicas más las cosas.
—¿Qué esta pasando? No entiendo nada… —se dijo ASÍ MISMA Elizabeth mientras se encontraba rodeada de sus enemigos.
—Así que tu eres el cuervo negro, astuto pajarito, ya te has entrometido demasiado en cosas que no te incumben, eres una traviesa jajaja. —le dijo aquel hombre mientras todos sus subordinados se reían maliciosos.
—Ya díganme que es lo que quieren…
—Nuestro jefe ha pedido tu cabeza y hemos venido por ella.
—¿Y creen que dejaré que me pongan sus sucias manso encima? Se arrepentirán de haber causado tanto dolor a personas inocentes. —Elizabeth se puso en posición de pelea lista para el combate.
—Como sea, ¿y tu que haces aquí 002? ¿no escuchaste que el jefe te dejo ir? Eres libre, largo de aquí, dispárenle al cuervo.
Aquellos hombres dispararon a quema ropa, no tenían piedad alguna, querían asegurarse de no dejar con vida a esa heroína.
—¡Elizabeth! —Aris gritó a voz en cuello esperando lo peor, al ver que no le hacían nada sus balas, le dispararon choques eléctricos causándole un dolor inimaginable a Elizabeth y comenzaron a atacarla sin piedad.