¿Como es que un chico como tú puede ser tan detallista? ¿Como puedes hacer sentir tan especial una mujer? Eres tan maduro, leal y confiable, no me extraña que Mikea guste de ti, no eres deifica de apreciar…
—Te ayudaré a lavar los platos, gracias por invitarme, estuvo delicioso.—le dijo Aris con una sonrisa brillante y dulce.
—Eres muy atento ¿ya te lo habían dicho?
—Me lo dicen todo el tiempo.—exclamó él s¿con alegría.
—Jajaja, mentiroso.
Después de unos minutos…
—T e veré más tarde, iré a casa a darme un baño ¿paso por ti para irnos juntos al desfile?
—Si, el señor Ming nos verá haya.
—Ok, Te veo en un rato.
Elizabeth y Aris se despidieron y él se fue a su casa pensando de más.
—Ay, solo espero que no piense que soy raro o intenso, aunque debo confesar que no aguanto las ganas de verla con ese vestido puesto.—expresó Aris sonrojado y añadió.—tranquilízate Aris, pareces un enfermo…
—¿Este vestido será de mi talla? Sería una vergüenza no poder usarlo por que me quede demasiado angosto…ya no comeré nada en todo el día jeje.
Después de unas horas…
—Será mejor que vaya saliendo, Aris ya se tardó.—exclamó Elizabeth extrañada.
—¡Elizabeth!
—¡Señor Ming! ¿Que hacen aquí? Me alegra mucho verlos, creí que los veríamos en el desfile.
Aris también estaba saliendo de su casa cuando vio a Jaime y al señor Ming con Elizabeth.
—¿Querían sorprendernos? —les preguntó Aris sonriendo.
—Así es, quisimos pasar por ustedes, aunque no sabía si presenciarías el desfile como civil o como la reina cuervo.
—Prefiero mezclarme entre la gente, claro que si hay alguna emergencia apareceré sin dudarlo, solo quería disfrutar el desfile con ustedes.
—Me parece bien que observe desde lejos.—exclamó Jaime, el cual tenía el aspecto de un gánster de carácter impaciente, pero era todo lo contrario.
—Esperemos que sea un día tranquilo, después de la paliza que le diste a los mensajeros de Anfernee, dudo que se presente otro de sus subordinados. —declaró el señor Ming pensativo.
—Pienso lo mismo, deberíamos iros ya, estoy seguro que habrá mucha gente, alcancemos un buen lugar.—dijo Aris emocionado.
—Ay esto es medio incomodo jejeje.
—Y te incomodarás más cuando veas todo lo que venden con tu imagen.—le dijo Jaime mientras se abría la camisa enseñando su playera de la reina cuervo.
—Yo compré la gorra y el reloj jejeje.—declaró el señor Ming con una sonrisa.
—Vámonos ya, esto es incomodo jajaja.
Una vez que llegaron al desfile, los cuatro se quedaron con la boca abierta al ver la gran cantidad de gente que se encontraba aglomerada en el lugar, ni siquiera en los desfiles o campañas presidenciales había tanta gente.
—Dios…¿esto es real?—preguntó Elizabeth asombrada.
—Es demasiada gente.—exclamó Aris impactado.
—¿Pareciera que toda la ciudad esta aquí.
—¡Vamos compren sus póster de la reina cuervo! ¡Imagines inéditas de la heroína enmascarada! ¡A solo cinco dólares!
—¿puede ver de cuales tiene?—le preguntó Aris con curiosidad.
—Por supuesto jovencito, también tenemos pedidos especiales si es que lo prefiere jeje ¿quiere ver de que se trata?
—¡Claro!
—Venga acérquese jejeje.
El vendedor le enseñó a Aris unos calendarios de la reina cuervo editadas en trajes de baño, lencería y con trajes de conejo, enfermera y más, el rostro se le puso tan rojo que parecía un tomate, estaba apunto de que le saliera humo por las orejas.
—¡Oiga! ¿Como se atreve a vender estas cosas viejo cochino? ¿Que le sucede? ¿Cuantos le compran estas cosas?—le susurraba Aris tartamudeando y arrebatándole las cosas.
—¡Hey! ¡Con cuidado mocoso! Esto es lo que más se me vende.
De pronto Elizabeth se le acercó por atrás a Aris y se inclinó hacia él.
—¿Que haces? ¿Por que susurran tanto?
—¡Elizabeth! ¿Que haces aquí? ¡No es nada! Lo juro….—exclamó Aris muy nervioso.
—¿Que es lo que vende señor?—le preguntó Elizabeth con curiosidad.
—Vendo calendarios de…
—¡Cállese! Vamos Elizabeth, no es nada del otro mundo jejeje, ven, vámonos ya…
—¿Qué? Pero…
—¿Que tanto hacen ahí? El desfile ya está por comenzar. Vénzanse.—exclamó el señor Ming lacándolos, Jaime venía con las orejas rojas, pues había otro puesto vendiendo lo mismo.
—¡Apreciables ciudadanos agradeceos su predica en este primer desfile en honor a la heroína más valiente que ha pisado esta ciudad! ¡La majestuosa reina cuervo!—la gente comenzó a gritar llena de jubilo, estaba emocionados de poder ser parte de ese momento histórico.
—¡Que viva la reina cuervo!
—¡Viva!
—¡Disfruten de este desfile y larga vida a nuestra reina!
—Todo esto es por ti…—le dijo Aris mientras le agarraba la mano.
—No lo puedo creer, parece un sueño…
Los carros alegóricos comenzaron su recorrido en honor a su apreciada heroína, muchas personas usaban una mascara blanca es su honor y había botargas de cuervos inflables bailando alegremente, había soldados, policías, paramédicos y muchos civiles marchando en su honor.
—Quiero que se graben todo esto en lo más profundo de sus corazones, en especial tu Elizabeth, oficialmente la ciudad te reconoce como su heroína, todo esto es por ti.—exclamó el señor Ming conmovido.
—Es una gran responsabilidad.—declaró ella con un nudo en la garganta.
—Yo jamás olvidaré este día.—declaró Aris con los ojos llorosos.
—Hasta la ciudad ha levantado una estatua en su honor, debe sentirse orgullosa.—le dijo Jaime dandole una palmada en la cabeza en forma de caricia.
—No puedo contener las lagrimas…—exclamó Elizabeth conmovida.
—¡Viva la reina cuervo!
—¡Que viva nuestra heroína!
—¡viva!—gritaron sus amigos con jubilo y la piel de Elizabeth se le erizó.
La gente se veía muy alegre, había globos aerostáticos, confeti , juegos artificiales y más.
—No quiero echar este momento a perder, pero díganme que no soy el único que ve unos hombres sospechosos parados en los edificios.—les dijo Jaime mientras le pasaba sus binoculares al señor Ming.