Piero no podía moverse, no podía hablar… ¿Cómo pasó eso? De repente Alexandra De Fara tenía dos hijas… ¿Quién era el padre? ¿Ya estaba casada? ¿O habían sido aventuras? ¿Por qué no fueron sobrinas o vecinas? ¡La duda lo estaba matando! No podía soportar la idea que Alexandra fuera de otro hombre… ¡Pero qué celos sentía! Sin embargo al parecer alguien adivinó lo que le pasaba y le aclaró las cosas.
¡Quite esa cara de alma en pena! ¡No son sus verdaderas hijas! Ella las adoptó… Kary y Dulce son hijas de su socia minoritaria Maribel… ella es buena para acostarse con todos los hombres que le gustan pero no para cuidar a los hijos que resultan por descuidos en sus locos encuentros con quién sabe cuántos… la señorita Alexandra sabía que Maribel no las cuidaría, así que se hizo cargo de los angelitos, ella dice que las niñas no tienen la culpa y que no merecen pasar penurias con una madre que no las quiere, hizo hasta lo imposible para convencer a Maribel de que no abortara… primero con Karmindy, incluso le ofreció ser su socia… la muy descarada aceptó por el dinero que tendría sin hacer nada claro… desde ahí la hizo su socia en una minoría, luego vino Dulce, en esta ocasión tuvo que ofrecerle una mensualidad aparte de su sueldo como socia para que la bebé naciera… diciéndole que ella se haría cargo de las niñas como si fueran suyas, sólo debía dárselas – Piero no podía creer lo que escuchaba, ahí estaba una señora mayor con un biberón y una bandeja de galletas en sus manos que de seguro era para las niñas… contándole una historia increíble –
¿Entonces ella no está casada? – Preguntó como para asegurarse –
¡No! De los años que llevo aquí la señorita no ha tenido ningún novio, siempre después del trabajo viene a casa y sábados y domingos se ocupa de los quehaceres y de sus hijas adoptivas como cualquier madre lo haría y mejor aún, cualquier pretendiente… que por cierto son muchos, que le hable de amor… ella le dice inmediatamente que tiene dos hijas y salen corriendo despavoridos – La respuesta de la señora que parecía ser la nana de las niñas hicieron que a Piero le volviera el alma al cuerpo –
Qué imbéciles son… y ¡Ella es maravillosa! – Exclamó en un suspiro Piero… de pronto sintió que se estaba enamorando más, ella no tenía el corazón tan congelado como decían –
¡Exacto! La señorita es un ángel, entiendo lo de reina pero no la parte de hielo, la reina de hielo no le queda, ella es una buena madre, mejor que muchas y muchísimo mejor que Maribel, estas pobres niñas ya hubieran muerto de hambre porque ella sólo dice fiestas y trasnochar… ni siquiera viene a verlas… es una perdida – Dijo saliendo al jardín y dándole a las niñas lo que llevaba para ellas –
Piero se quedó apreciando como jugaban las pequeñas con muchos de juguetes esparcidos por el jardín… seguro tenían la vida ideal, las niñas eran felices gracias a Alexandra -
¡Aquí están los papeles! Y si vuelves a olvidarte te despido – Lo asustó Alexandra hablándole de repente, Piero volvía a perderse en su belleza natural… ¡Cómo deseaba abrazarla y besarla en ese momento! ¡Se había enamorado tan rápido que le daba miedo! –
¡No volverá a pasar jefa! Y… ¿Esos vestidos tan hermosos que llevan las niñas? – Preguntó con la única intención de alargar su estadía en casa de Alexandra -
¡Son diseños míos! De la nueva colección para niñas “Princesas” que lanzaré el próximo mes… obviamente mis hijas tendrían la exclusiva… son mis modelos… amo como quedó el comercial y las fotos de la campaña con ellas – Al decir eso y observar a las niñas esbozó una leve sonrisa, Piero no podía creerlo, era tan hermosa cuando sonreía, ¡Parecía otra! Ella no era mala, no era fría, fingía serlo por alguna extraña razón que desconocía y seguramente también cargar con la mala mujer de Maribel tenía algo que ver en su desprecio para todos pero, la reina de hielo no era de hielo, ¡Era un ángel! Un ángel que ya se había robado su corazón –
¡Déjeme decirle… que usted es maravillosa! – Exclamó Piero sin darse cuenta, al oír eso Alexandra se volteó a mirarlo y volvió a notar esa mirada de fuego… en esta ocasión le recorrió todo el cuerpo, pudo percibir su calor… esos ojos la estaban atravesando de una manera que hizo latir rápido su corazón… ¿Por qué se sentía así? estaba acostumbrada a los halagos, pero los elogios de él… le provocaban sensaciones diferentes –