Piero tenía miedo de moverse, pensaba que sí lo hacía Alexandra volvería en sí, lo golpearía y después lo despediría… quería apreciarla unos segundos más… pero como le estaba costando contenerse para no saltar por encima de ese escritorio tomarla en sus brazos y besarla apasionadamente, esa mujer lo atraía demasiado…y no sólo físicamente.
¡Yo no necesito que me anuncien con Alexandra, soy su socia! – Se escuchó la desagradable voz de Maribel que se acercaba, eso despertó a Alexandra de su sueño y se alejó de Piero… buscando de todo y encontrando nada en su escritorio, Piero suspiró decepcionado, pero estaba ahora estaba seguro que ella sentía algo por él también y averiguarlo sería su tarea –
¡Puedes irte! – Le ordenó Alexandra a Piero acomodando uno de sus mechones de cabello hacia atrás de su oreja… ¡Estaba nerviosa! –
¡Hola Alexandra...! ¡Oh! Piero Barone… dichosos mis ojos al verte – Exclamó Maribel entrando sin permiso a la oficina de Alexandra y casi tirándosele encima a Piero que no encontraba que hacer –
Señorita… hem… tengo que hacer algo importante así que, permiso – Dijo zafándose de sus garras y saliendo rápido de la oficina no sin antes dedicarle una leve sonrisa a Alexandra que intentaba no ver como Maribel manoseaba a su asistente –
Alexandra... ¿Cuándo lo vas a despedir? ¡Quiero que venga a mi desesperado y así poder ayudarle… después de que me recompense mi ayuda… claro! – Decía toda insinuante, de pronto Alexandra sintió mucho coraje… mucho… -
Él hace un buen trabajo… así que no tengo porque despedirlo… no hay razón – Contestó nada más tratando de no ver los gestos de Maribel –
¡Oh vamos! Dámelo… quiero…
¡Ya basta Maribel! Deja de hacer esas escenitas de una vez por todas…
No tienes por qué gritarme… ¡Ohhh… ya sé que te pasa! ¿Te gusta no? ¿Lo quieres en tu cama cierto? – Las palabras de Maribel estaban enojando a Alexandra muchísimo… aunque no podía negarlo… Piero Barone había llamado su atención como ninguno antes, y sí lo quería… pero no sólo en su cama… lo quería en su vida para siempre… aunque esas afirmaciones en su mente la llenaron de terror… ¿Acaso ya se había enamorado de él? –
¡Eso no tiene por qué importarte! – Dijo Alexandra en tono apagado, le daba vergüenza hablar de esas cosas y mucho más con Maribel sabiendo cómo era –
¡Escúchame bien reinita! Ese hombre es mío ok… te atreves a ponerle tu manicura carísima encima… y yo misma me encargo de que te arrepientas… - La amenazó Maribel descaradamente –
¿Acaso me amenazas? ¿Con qué? ¿Te irás de la empresa? – Dijo Alexandra tratando de ocultar su temor por lo que ya sabía diría Maribel –
¡No nada de eso mi reina! ¡Hay dos estorbos que tú adoras y podría quitártelas en un segundo ya que yo soy su madre!...
¡No te atrevas a amenazarme con mis hijas!...
¡Ellas no son tus hijas!...
¡Tú no las quieres…!
¡Eso no me importa! te las quito igual si tú me quitas a Piero… ¿Hablé claro? – Diciendo eso Maribel salió de la oficina triunfante, ella tenía a Alexandra en sus manos, eso explica por qué nunca le dice nada con lo que roba de la empresa entre otras cosas –
Esto no me puede estar pasando… - Exclamó Alexandra derramando una sola lágrima por su mejilla… ¡Nada más! –
Así siguieron pasando los días, Alexandra seguía siendo muy cruel y despiadada y Piero sólo se enamoraba más… al igual que ella, por eso para evitarlo, se le ocurrió una idea.
¿Me llamó jefa? – Entró Piero a la oficina de Alexandra -
¡Sí! he decidido que seas el asistente de mi administrador de empresas…
¿Por qué? ¿Acaso no hago bien mi trabajo?...
¡Por lo mismo Barone! Ya que haces un buen trabajo debes trabajar en tu área, ayuda al administrador… ¡Es todo! – Dijo muy cortante Alexandra pero Piero no se rindió –
¡Pero yo no quiero…!
¡Es que esta no es cuestión de que tú quieras o no! Yo te lo ordeno y vas a obedecer…