Pasaron las semanas, Alexandra y Piero se veían sólo cuándo era necesario… y ella lo ignoraba lo más que podía, aunque con Kary pidiéndole que Piero fuera a casa a jugar con ella, le estaba haciendo muy difícil complacer a su hija… o complacer a Maribel para no perderlas. El día de la fiesta de cumpleaños de Kary al fin llegó… y todo se volvería más interesante.
¡Feliz cumpleaños princesa! – Exclamó Piero abrazando a Karmindy que corría a sus brazos al verlo aparecer por la puerta –
¡Piero viniste! – Dijo la niña muy contenta –
¡Tú me invitaste… así que no podía faltar! – Le dijo con una sonrisa y un beso dándole su regalo de cumpleaños –
¡Muchas gracias Piero! Mi mami está en el jardín por la mesa con el pastel y los regalos – Kary pareció adivinar lo que Piero quería saber… y no dudó en salir al jardín para ver a Alexandra ... ahí estaba ella, hermosa como ninguna, con su vestido sin tirantes que dejaban descubiertos sus majestuosos hombros y el pelo suelto que caía en ondulaciones desordenadas pidiendo ser acariciadas, sólo ella provocaba llamaradas dentro de Piero con sólo contemplarla –
Buen día jefa… hermosa decoración – Le dijo Piero acercándose por detrás de Alexandra que inmediatamente se dio vuelta y se le quedó viendo a los ojos por un segundo –
¡Gracias!... Kary está…
¡Ya la vi! Ella me recibió al entrar, ya la felicité y fue ella quién me dijo donde estaba su mamá – Exclamó Piero tomando de sus manos un plato con rebanada de pastel volviendo a rozar su piel, Alexandra sólo se volteó a otro lado y disimuló –
Bien, en ese caso, iré con Dulce que llora ahorita…
¡Yo voy con ella! Usted quédese aquí, quiero ayudar aunque sea en eso – dijo Piero con una sonrisa corriendo hasta donde estaba Dulce, la tomó en sus brazos y le hacía mimos como todo un padre cariñoso… Alexandra no pudo evitar quedársele viendo –
¿Le gusta verdad? – Escuchó que le preguntaron de repente, ella dejó de verlo muy asustada volteándose en dirección a la voz que oía –
¿Qué? ¿Quién? – Preguntó Alexandra cortando más pastel y dejándolo en platos que ya no necesitaba –
¡El payaso que infla globos en la esquina…! ¡Por todos los cielos señorita! Obvio que Piero Barone… quién juega con la bebé Dulce sino cae quién es – Dijo bien sarcástica la nana de las niñas y confidente de Alexandra -
¿Gustarme? ¡No! ¿Cómo crees?...
¡Señorita! Esa mirada que tenía hace un momento… era de amor… puro amor… no se puede mirar así a alguien sino se está enamorado…
¡Tonterías! Eso no es lo que pasa…
¡Puede seguir negándolo! Pero no por mucho tiempo… el amor siempre gana – Dijo sonriendo y tomando un trozo de pastel se retiró dejando a Alexandra en mucho en que pensar –
La fiesta siguió su curso… Alexandra evitaba encontrar su mirada con Piero que siempre la estaba buscando, ese hombre era necio… ¿Será porque también la quiere? A Alexandra le asustaba comprobarlo… ¿Pero por qué? –
¡Mami! ¿Me ayudas con esto? – Dijo Kary extendiendo su mano con una hoja de color rosa que parecía no poder quitarse -
¡Claro…! Oh Kary… ¿Y esto qué es? – Exclamó Alexandra sacudiendo su mano con un pedazo de hoja pegada, tenía algo pegajoso, inmediatamente se dirigió a la cocina a lavarse cuando se percató que alguien más estaba ahí –
¡Piero! ¿Qué haces aquí? – Preguntó Alexandra algo nerviosa queriendo retroceder –
¡Me vine a lavar! ¿Y usted?...
¡A lo mismo! Pero… termina…
¡No espere! – Cuando dijo eso la tomo del brazo y cuando Alexandra quiso soltarse no pudo –
¡Suéltame! – Decía ella muy nerviosa –
¡Eso intento pero no puedo! – Decía Piero queriendo despegar su mano del brazo de Alexandra pero simplemente no podía –
¡No juegues! – Cuando dijo eso ella en el afán de soltarse puso su mano pegajosa en el pecho de Piero que estaba descubierto porque llevaba una camisa desabotonada en esa ocasión y ahora era ella quién no podía quitarla –