Llegada la hora de la salida Alexandra sonreía como nunca, ni se acordaba la última vez que había sonreído tanto… de repente todo el sufrimiento, el dolor, los sentimientos de rencor y algo de culpa… habían desaparecido, ahora sólo quedaba el amor inmenso que sentía por él… incluso estaba segura jamás haber amado antes, porque lo que sentía por Piero era nuevo y excitante para ella, todo el frío de su corazón había sido derretido por el calor que emanaba el fuego de su amor.
Pasa… te esperaba… - Exclamó Alexandra corriendo a abrir cuando tocaron la puerta pensando que era Piero pero…
¡Sabía que me estarías esperando siempre! – El rostro de Alexandra cambió drásticamente… sus ojos se ensombrecieron, sus labios se tensaron, sus manos se apuñaron tanto que sus nudillos se enrojecían por la fuerza que ejercía, ¡sentía mucho coraje! –
¿Qué haces tú en mi empresa? – Preguntó Alexandra deseando saber artes marciales en ese momento –
Vine a verte… te he extrañado tanto…
¡Lárgate! Eres un descarado, yo no quiero verte… ¡vete de mi vida como antes lo hiciste! – Gritó Alexandra dejándole ir una cachetada con todas sus fuerzas… al menos algo de su enojo se vio aliviado en ese momento –
¿Alexandra y estos tratos…? – Preguntó Cristian con una horrible sonrisa burlona aliviando un poco el ardor de su mejilla con la mano –
Te mereces un trato peor… ¡Debería sacarte a patadas! ¡Sal de aquí o llamaré a seguridad! – Le decía Alexandra totalmente enfadada y no era para menos, el hombre que la había engañado y dejado plantada en el altar volvía a buscarla como si nada hubiera pasado… ¡No tenía vergüenza! –
Pero sí a eso vengo, a disculparme y a pedirte otra oportunidad…
¡No acepto tus disculpas ni nada que venga de ti! Y la oportunidad ve a pedírsela a Maribel… ¡A mí ya no me interesas en lo más mínimo! Sólo me has hecho daño y tu engaño me convirtió en una mujer fría y cruel… pero gracias a un hombre de verdad he vuelto a ser la misma de antes… he descubierto el amor y tú ¡sólo me das asco! – Decía Alexandra muy firme y despectiva, tener a Cristian enfrente sólo le revolvía el estómago –
¡Eso no te lo creo…! Yo soy tu primer amor y eso jamás se olvida…
¡Alexandra! ¿Nos vamos?... – Entró Piero y se quedó algo serio al ver a ese hombre desconocido en la oficina de Alexandra -
¿Acaso es él? ¿Qué le viste?... – Se burló Cristian riéndose a carcajadas, definitivamente era insoportable –
Vámonos Piero… - Dijo Alexandra tomando del brazo a Piero cuando Cristian la tomó del otro y evitó que se fuera –
¡Suéltame Cristian!... – Piero lo miró con desprecio al escuchar de quién se trataba… ¡Así que ese era Cristian! El idiota que tanto daño le ha hecho a Alexandra -
¡Tú vienes conmigo! Debemos hablar…
¡Suéltala! – Gritó Piero golpeando el brazo de Cristian con fuerza –
¡No vuelvas a atreverte a tocarme! – Dijo muy enojado Cristian golpeando en el pecho a Piero y empujándolo hacia atrás –
¡Tú no vuelvas a tocarme! – Exclamó Piero abalanzándose sobre él y le dejó ir un puñetazo limpio, después de todo ya lo traía atravesado en la garganta por lo que le había hecho a Alexandra -
Y así Cristian no se quedó atrás y le devolvió el golpe a Piero que cayó al suelo llevándose una de las sillas, se limpió la sangre que en ese momento brotaba de su rostro y poniéndose de pie volvió a golpear a Cristian… ¡Esa era una pelea con todas las de la ley!
¡Seguridad! Seguridad… vengan en seguida a mi oficina – Decía Alexandra hablando por teléfono toda asustada ya que Cristian era mucho más alto y doble que Piero… no lo hacía menos pero además ese imbécil no jugaba limpio –
En poco tiempo como cinco guardias de seguridad de la empresa llegaron y los lograron apartar, estaban todos despeinados y ensangrentados… aunque el coraje era tan grande que Piero ni dolor sentía.
¡Aléjate de Alexandra! Ella es mi novia… - Le decía Piero todo enojado a un Cristian mucho más enojado, no se esperaba tener competencia a su regreso –