En unas semanas más se llevó a cabo la boda, todos esos días anteriores estuvieron ocupados en los preparativos, Alexandra aunque cansada de tantas vueltas y organizar todo, lucía radiante, extremadamente feliz y no era para menos, se casaría con el hombre de sus sueños… ¡Para quién tenía una sorpresa!
¡Oh… está tan hermosa! Es toda una reina – Exclamaba la nana colocándole el velo a Alexandra... un vestido de novia de su propia colección, una creación De Fara para Alexandra De Fara –
Gracias nana… ¡Estoy nerviosa! – Decía Alexandra respirando profundo para tranquilizarse –
¡Nada de nervios! Usted y el señor Piero se aman, este paso que van a dar son sólo formalidades… ya que, ustedes viven desde hace mucho tiempo como esposos ¿Verdad? – Bromeó la nana pícaramente y Alexandra se puso totalmente roja… ¡qué pena! –
No puedo negar que todos estos meses juntos hemos disfrutado cada segundo el uno del otro – Suspiró Alexandra mirándose en el espejo inmenso de su habitación –
¡Ni me lo digas! Resultaste más melosa que nunca reina – La molestó el señor Rey entrando en ese momento a su habitación –
¡Rey! – Sonrió Alexandra toda apenada –
¡Te ves hermosísima Alexandra! Te deseo lo mejor del mundo – Decía el señor con lágrimas en los ojos –
¿Usted me va a entregar verdad? – Preguntó Alexandra con tremenda ilusión –
¿Quieres que yo te entregue… como lo haría tu padre? – Dijo el señor Rey todo emocionado –
¡Sí! desde que él faltó, usted ha sido mi padre… ¿Acepta?...
¡Claro que sí! por supuesto que sí… será un honor - Exclamó abrazando a Alexandra tiernamente -
Vamos señorita… él la espera en el altar – Dijo la nana ayudándole a salir de la casa, la esperaba una hermosa limusina blanca, el camino fue eterno, los nervios estaban acabando con ella… aunque lo harían mucho más –
Piero estaba arreglando su corbata entre otros detalles de su perfecto traje en su casa… cuando se dirigió a la puerta para salir a la iglesia donde lo esperaba el amor de su vida… ésta se abrió antes que él la tocara…
¿Tú? – Casi grita Piero muy asustado al ver a Maribel entrando a su habitación –
¿Te casarás y no me invitaste Piero querido? – Dijo Maribel con su horrible voz de resentida y despechada –
¡Ahora mismo llamo a la policía!...
¡No lo creo…! – Gritó Maribel haciendo señas y dos hombres más entraron y sujetaron a Piero impidiendo que llegara al teléfono –
¡Suéltenme! ¿Qué intentas hacer? – Forcejeaba Piero pero no podía liberarse –
¡Es simple! Evitaré que llegues a esa boda y esa reina de quinta pensará que la dejaste plantada… ¿Puedes creerlo? ¡Plantada en el altar dos veces! Jajajajaja… no querrá seguir viviendo – Maribel se burlaba de una manera tan vil que a Piero le dio miedo… ¡Esa mujer estaba loca! –
¡No puedes hacer eso!...
¡Claro que puedo! Me las pagará todas juntas… y qué mejor quitándole al novio una vez más… así como es de débil y dramática seguro morirá de pena – Se reía cínicamente Maribel mientras Piero quería liberarse pero esos dos gigantes que había sacado quién sabe de donde no lo dejaban ni moverse –
¡Alexandra espérame! – Gritaba Piero tratando de golpear a los hombres que lo sostenían pero todo era en vano… no podía soltarse –
¿Ya se tardó? – Exclamó Alexandra detrás de una puerta que daba al altar, ahí esperaba la novia hasta que llegaba el novio, pero su novio no aparecía por ningún lado –
¡Tranquila Alexandra! Seguro… hay mucho tráfico – Trataba de calmarla el señor Rey pero era en vano… ¡Ella quería llorar! –
¿Y sí se arrepintió? ¿Y si me deja plantada como Cristian? ¡No lo soportaría!... – Balbuceó dejando caer el ramo de rosas rojas de sus manos… y unas lágrimas comenzaron a aparecer arruinando su perfecto maquillaje –
¡Alexandra no llores! Él no te dejará plantada…