El señor Rey estaba desesperado no sólo por la desaparición de Piero sino porque Alexandra estaba reviviendo su antiguo trauma y si Piero no llegaba… ella jamás de los jamases volvería a creer en el amor.
¡Piero! Piero… - Gritaba el señor Rey tocando a la puerta de la casa de Piero pero nadie respondía, nadie se movía… ¡Era porque nadie estaba en la casa! ¿Y entonces? –
¿Busca a Piero Barone? – Preguntó una señora mayor acercándose a la cerca que dividía su casa con la de Piero, era la vecina –
¡Sí! ¿Sabe dónde está? – Preguntó él corriendo a su lado –
¡No! Pero vi que subía a un auto con dos sujetos y una mujer…
¿Cómo dice? ¿Quiénes eran?...
¡No sé! pero pensé que él los conocía y eran sus amigos, aunque se miraba algo extraño… como afligido por algo…
¡Él se va a casar hoy! Y no ha llegado a la iglesia, la novia está que se muere de la pena… debo saber dónde está – Decía el señor Rey dando vueltas de un lado a otro –
¡Entiendo! Eso es horrible, ahora que me detengo a pensarlo parecía que se lo estaban secuestrando… ¡Pero…!
¿Vio hacia donde se dirigió el auto en el que lo subieron?...
¡Sí! se fueron en aquella dirección – Contestó la señora señalando el camino –
Gracias… - Dijo el señor Rey saliendo rápido en esa dirección, esperaba encontrarlo, necesitaba encontrarlo –
Señorita Alexandra... ya no llore – La consolaba la nana, pero todo era inútil…
¿Y mis niñas? – Preguntó Alexandra queriendo distraerse pero era imposible –
¡Están bien cuidadas con mi amiga! Están en primera fila esperando la boda…
¡Ya no habrá boda!...
¿Qué? – Exclamó la nana mirándola toda asustada –
Piero no vino así que no quiere casarse conmigo…
Señorita disculpe mis palabras, pero debe confiar en el señor Piero, él la ama y jamás la dejaría plantada…
¡Agradezco tu intención nana! Pero no hace falta, ya me había pasado y ahí voy otra vez creyendo que podía encontrar el amor y mira lo que resultó… ¡Otra vez me dejaron plantada!...
Pero señorita…
¡Aunque me niego a creerlo! Rey tiene razón Piero no me dejaría plantada… - Al oír esas palabras la nana se tranquilizó un poco, al menos Alexandra confiaba en Piero -
¿Entonces?...
¡No sé… la verdad no sé! calmándome y pensando las cosas mejor, él no me dejaría…
¡Exacto señorita! Algo debió pasar…
¿Y si fue Maribel? Sigue desaparecida y…
Si fue ella… seguramente sí fue ella, pero hay que pensar positivo…
¡No! De ninguna manera, yo voy a buscarlo…
¡Pero si el señor Rey vuelve con él!...
Me avisas al celular…
Dijo Alexandra que salió corriendo, se disponía a tomar un taxi o cualquier auto que la llevara a la casa de Piero y de ahí encontrar pistas para buscarlo cuando escuchó que la llamaban.
¡Alexandra! – Ella se dio vuelta inmediatamente sabía a quién pertenecía esa voz –
¡Piero! – Gritó ella llorando y corriendo a sus brazos cuando vio que cayó al piso, al acercarse más notó que estaba muy lastimado como si hubiera peleado –
¡Mi amor… perdóname…! – Exclamó Piero con muecas de dolor y acariciando el rostro de Alexandra lleno de lágrimas -
¡No digas nada! No tienes la culpa de nada… ¿Qué fue lo que te pasó? – Le preguntaba ella abrazándolo muy feliz de verlo… ¡Él había llegado después de todo! ¡No la había dejado plantada! –
¡Fue Maribel…!
¡Qué!... ¿Por qué, dónde está?...
¡No sé! pelee como loco tratando de escapar y al fin lo conseguí… no sé de dónde me salieron fuerzas sobrehumanas pero vencí a esos dos fortachones y corrí a tu lado…