La reina de los cuervos

Infierno





La caída por aquella abertura por poco sentí que fue eterna y si no fuera por el golpe que me di al tocar tierra, hubiera jurado que no tenia fondo. 
La calor de aquel lugar era mas que insoportable, parecía el mismísimo desierto con un mar de lava alrededor. Aunque se podían escuchar con mas intensidad los lamentos que anteriormente habia escuchado, no podía ver nada mas a mi alrededor que secas rocas y una fuerte brisa hirviendo que levantaba polvo, piedras y todo a su paso. 
Vague sin descanso y sin tener suerte en encontrar alguna sombra que me cubriera del abrazador calor que allí hacia. Estaba al borde de la deshidratación y del cansancio que poco a poco me vi obligado a cerrar los ojos, por cosas de fuerza mayor. Caí con brusquedad sobre la caliente tierra cuando una escena familiar llego a mi como ráfaga de viento. 
Allí estaba yo con las manos metidas en la tina ahogando a la que una ves fue mi novia. La escena se repetía una y otra ves sin reparo y aunque en la realidad si paso, esta ves era diferente. Bárbara las escasas veces que lograba sacar su cabeza a flote para poder respirar, se transformaba rápidamente en un monstruo que me gritaba una y otra ves que continuara. La tortura por la culpa rápidamente comenzó a pesar y cada ves que intentaba detenerme una fuerza sobrenatural me obligaba a seguir con mi acto. 
—No puedo, no puedo—Me repetía en mi mente una y otra ves, pero sin poder lograr apartar mi fuerza y mis manos de ella. 
—Hazlo, hazlo—Me gritaba mi subconsciente como si alguien mas viviera dentro de mi. 
La asesinaba una y otra ves sin contemplaciones, pero con un arrepentimiento que dolía y ardía por dentro.  La escena se repetía cada ves con mayor brusquedad y aunque intentaba contabilizar cuantas veces habia revivido ese horrible recuerdo sepultado dentro de mi, escasamente lograba saber exactamente cuantas eran. 
Al fin tuve un minuto para descansar de aquella tortura que pesaba y quemaba por dentro y fue entonces cuando observe hacia mi derecha y allí vi a Dan huyendo de un carro en llamas, mientras su mejor amigo que habia fallecido hace un par de años, en un accidente automovilístico, le suplicaba por ayuda y Dan muy cobardemente habia huido al ver que aquel automóvil se transformaba en abrazadoras llamas. 
Al otro extremo oí a mi madre gritar y rápidamente voltee hacia ella y fue cuando la vi con un bulto en sus brazos, mientras intentaba colocarlo en un agujero en lo que parecía ser el jardín de nuestra casa. 
Al vecino Sam golpeando una y otra ves a su esposa y a uno de los niños que me habia mordido dentro de mi camioneta asesinar a un pequeño cachorro. 
¿Qué pasaba? ¿Era este el infierno? ¿Acaso éramos todos pecadores? ¿Qué era eso que mamá enterraba con horror en su rostro?  
—Es tu hermana—Dijo una vos femenina tras de mi. 
—¿Mi hermana? Yo no tengo ninguna hermana.—Bufe. 
—No la tienes, pero si la tuviste. Tu madre no pudo con la responsabilidad de ser madre a tan corta edad y en arranque de ira la asesino.—Dijo la mujer observando la escena.—Tu hermano Dan aunque pudo salvar a su mejor amigo de morir en aquel accidente no lo hizo y ese es su mayor pecado. El niño que ves allí, ahorcando y torturando aquel cachorro tiene un corazón tan sucio como el de cualquier psicópata adulto. Tu vecino siempre desquitaba su ira en su esposa y la golpeaba cada noche hasta cansarse. Y tu, bueno ya sabemos porque estas aquí. Asesinaste a tu novia a sangre fría y jamás fuiste castigado por ello. Y ustedes no son los únicos. Si caminas un poco mas allá, veras que todos tus conocidos están aquí y es porque tu pueblo no era mas que un escondite para pecadores, al estar lejos de la civilización y de los ojos del mundo es fácil escabullirse en el. Pero ese pueblo ya no existe. Yo soy la encargada de desaparecer esos lugares en los que solo viven hombres crueles y sádicos como tu y tu hermano, tu pueblo fue uno de ellos. Los hacemos vivir un infierno antes de desaparecerlo por completo, sin saber que el infierno esta aquí abajo. Elijo hombres fuertes para que ellos no teman al tener que liquidarlos uno por uno y como tu fuiste el ultimo de todos los habitantes caíste a tu propio infierno en cuerpo y alma. 
—¿Estoy muerto?—Pregunte al recordar que habia caído desde la tierra sin morir antes. 
—Lo estas, antes de llegar al infierno tu cuerpo quedo entra algunas grietas de la tierra y solo llego aquí tu alma.—Bufo—Te quedaras aquí por toda la eternidad al igual que todos los que alguna ves conociste. 
—¿Qué hay de los recién nacidos?—Pregunte pues sabia perfectamente que en el pueblo existía una veintena de ellos y dudaba que fueran pecadores. 
—Bueno ellos no son nuestro problema—Respondió como si fuera algo normal.—Yo soy Aradia la reina de los cuervos, mi hermano me a dado el poder absoluto de castigar a los pecadores como estime conveniente y este es mi infierno en donde tu Daniel Bradbeer serás mi huésped por toda la eternidad y donde serás sometido una y otra ves por tu mayor pecado hasta el fin de los tiempos. 
Esas fueron sus ultimas palabras antes de que mi mayor pecado volviera a repetirse una y otra ves, sin volver a detenerse nunca mas. 



 



#19811 en Otros
#5829 en Relatos cortos
#1792 en Terror

En el texto hay: horror miedo monstruos, muerte y misterios

Editado: 02.10.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.