—¿Qué planes políticos tienes para Marakar, Liam? —preguntó Lug—. Espero que no sean tan peligrosos como… —Lug miró de reojo a Sabrina y calló en medio de la frase.
—¿Tan peligrosos como qué? —frunció el ceño Sabrina, intrigada.
—Fue solo un malentendido —se escudó Liam.
—Un malentendido que terminó contigo en las mazmorras y que casi provoca la muerte de uno de tus mejores amigos —cuestionó Augusto.
—La situación en la escuela de Alaris era totalmente diferente —protestó Liam—. Aquí no es necesario aplicar la estrategia de problema-reacción-solución. El problema y la reacción son reales y las causó Zoltan. Sabrina proveyó una solución perfecta que beneficia a Marakar y a los sylvanos.
—Bueno, para ser justos, tu plan en la escuela fue saboteado por Elleb —admitió Lug.
—Fue una suerte que Lug lo descubriera a tiempo —comentó Augusto.
—Esa experiencia me enseñó que debo compartir mis planes con mis amigos, no guardarlos en secreto —dijo Liam.
—¡Brindemos por planes peligrosos compartidos! —levantó la copa Sabrina.
Los demás en la mesa levantaron las copas y brindaron con ella.
—Quiero escuchar toda la historia de la escuela esa —le murmuró Sabrina a Liam al oído.
—Prometo contarte todo, cielo —le dio él un rápido beso en la mejilla.
—Entonces —retomó Lug el tema—, ¿cuáles son esos brillantes planes que has pensado?
—Expansión —respondió Liam.
—¿Expansión territorial? ¿Más guerra? —frunció el ceño Dana.
—No, claro que no. La expansión territorial no es redituable a largo plazo y no va con mis principios. Estoy hablando de expansión económica.
—¿Planeas robar el motor de vapor y ganarle de mano a Agrimar, provocando la revolución industrial primero en Marakar? —preguntó Augusto.
—Al principio, pensé en esa posibilidad —admitió Liam—, pero al recorrer Marakar con Sabrina me di cuenta de que no era viable. Es como si Agrimar estuviera en el siglo dieciocho y Marakar en la edad media. El desfasaje es muy pronunciado. Marakar tiene una sociedad rural y agrícola cuya mentalidad no está preparada para una industrialización masiva. Agrimar, en cambio, con sus grandes aglomeramientos urbanos tiene una estructura más propicia. Pero cuando Agrimar sufra la migración hacia las grandes ciudades, necesitará proveedores de materias primas y alimentos. Marakar puede perfectamente suplir esas necesidades. Sabrina ya logró pactar acuerdos con Rinaldo para la futura flexibilización de la frontera y la posibilidad de comercio entre los dos reinos.
—Suena bien —intervino Bruno—, pero históricamente, los países que basan su economía solo en la producción de materias primas no llegan a un gran nivel de desarrollo sin industrias.
—Lo sé —asintió Liam—, por eso tengo un as en la manga que hará a Marakar tan poderoso como Agrimar, tal vez más —sonrió con suficiencia.
—¿Te refieres a la abundancia que traerán los sylvanos a los campos? —preguntó Sabrina.
—Eso ayudará —acordó Liam—, pero eventualmente, los sylvanos podrían decidir migrar a otras partes de Ingra, especialmente con las nuevas políticas de fronteras abiertas. La solución sylvana no es para siempre, se necesita otra cosa.
—¿Qué otra cosa? —preguntó Lug, temeroso de la respuesta.
—Transporte —le apuntó con un dedo Liam a Lug—. No sirve de nada producir en masa los más fantásticos productos si no puedes venderlos. Y no puedes venderlos si no puedes transportarlos hasta sus compradores.
—Eso es básico —intervino Franco Liderman por primera vez en la conversación—, es por eso por lo que la casa real de Rinaldo mandó a construir la Vía Vertis.
—Y eso es más que suficiente para la forma de comercio actual —acordó Liam—, pero cuando se produzca la revolución industrial, las caravanas de carretas de comerciantes ambulantes serán un sistema insuficiente para mover los productos. Se necesita otro medio de transporte, algo que pueda viajar a la velocidad de un caballo de carreras y transportar la mercadería que entraría en decenas de carretas en un solo largo vehículo.
—Ese es un sueño imposible —resopló con descreimiento Liderman.
—Oh, no, es muy posible: se llama ferrocarril —sonrió Liam—. Marakar tiene el hierro y la madera para el tendido de vías y la construcción de vagones. Haré que este reino sea el dueño del más grande y único sistema ferroviario de toda Ingra. Agrimar podrá tener todas las industrias que quiera, pero el comercio estará regulado por Marakar y sus trenes.
—Entonces, sí planeas robarte el motor de vapor —recapituló Augusto—. Solo que no lo usarás para crear fábricas, sino locomotoras.
—No voy a robar nada —se escudó Liam—, pagaré bien a sus inventores para que entrenen especialistas en Marakar.
—Rinaldo va a colgarte de una torre cuando sepa los que has hecho —opinó Augusto.
—Oh, no te preocupes, tengo algunas ideas para hacer que Rinaldo me ruegue que lleve a cabo mi proyecto y me dé toda la ayuda posible —sonrió Liam con picardía.
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Editado: 19.02.2021