Sin entender que está haciendo, Ricchi se levantó y siguió a los camilleros. Los bonos de la comida se quedaron en el asiento.
Los dos enfermeros salieron del hospital por la puerta trasera. Ricchi corrió tras ellos tratando esconderse que no lo vean. Afuera los esperaba una ambulancia. Los hombres abrieron las puertas y metieron a los dos cuerpos adentro.
Ricchi dejó de respirar. Reconoció los cuerpos de dos policías que llegaron al hospital con él. El cuerpo del policía gordo, los hizo traspirar a los enfermeros. Les costó levantarlo. Dejaron los cuerpos en el piso de la camioneta como dos bolsas.
"¿Pero qué está pasando?" - pensó Ricchi.
Su pensamiento fue interrumpido por las sirenas policiales que estaban llegando al hospital. Los camilleros al escuchar la policía saltaron al auto y arrancaron a toda velocidad, largando humo y dejando afuera camillas vacías.
Ricchi dobló a la esquina para ver qué pasaba en la entrada principal del hospital.
Llegaron tres patrulleros rompiendo el silencio con sirenas y la oscuridad con brillos azules y rojos de luces giratorias. Con chillido de frenos se clavaron frente la entrada.
De los autos empezaron a saltar los uniformados. Dos de ellos registraron el auto que dejaron los policías cuerpos de los cuales recién cargaron en la ambulancia.
Entre los policías se resaltaba un hombre que llevaba traje. Era Herbert. Parecía el jefe. A pasos grandes el hombre entró al hospital, acompañado por sus inferiores.
Ricchi se quedó pensando. No entendía, si esto estaba relacionado con Ela. Pero lo que pasó en el próximo minuto le sacó las dudas.
El chico escuchó que la salida trasera de donde recién sacaron los policías muertos se abrió.
Allí no mas se fue a ver quién es. Se quedó helado.
Salieron caminando una mujer y un hombre del personal médico.
Llevaban una chica que casi no podía caminar. Ella solo los miraba con ojos perdidos.
Era Ela.
También tenía puesto uniforme del hospital.
Estaba descalza.
Ricchi estaba a punto de volverse loco.
"¿Qué carajo está pasando? ¡Ela otra vez está viva! ¿Adonde la están llevando?"
Los tres fueron caminando hasta la ambulancia más cercana.
Ricchi actuó por impulso. ¡Ela está viva! Y parece que está en peligro.
El chico corrió hacia ellos.
- Esperen. ¿Qué están haciendo?
Los tres lo miraron a Ricchi sorprendidos.
Ela lo reconoció. Parecía ida, pero le sonrió.
Los médicos lo miraron con enojo.
- ¡No es asunto tuyo! - dijo el hombre.
Ricchi se acercó y lo miró fijo. Apretó los puños.
- ¿A dónde...la están... llevando?
- Seguí Etna, - dijo el hombre a la mujer, - yo me encargo.
La enfermera empujó a Ela adentro de la ambulancia.
La chica se dio vuelta.
- Ricchi,- llamó Ela suplicando.
Pero adelante del chico se presentó un problema.
El hombre pegó un salto y agarró a Ricchi del cuello. Una patada en las rodillas y el chico se cayó. Otra en la cabeza lo dejó con un dolor insoportable. El hombre corrió hasta la camioneta y saltó al volante.
Ricchi trató de levantarse. No iba a dejar que llevan a Ela. No ahora, cuando otra vez está viva. Ella le pidió ayuda a él. Confía en él.
Al mismo momento que la camioneta arrancó, el chico ya en el aire abrió la puerta y se tiró al asiento al lado del maldito enfermero. Los ojos del hombre parecían dos platos.
Pero el ya no tenia tiempo de ocuparse de Ricchi. Lo dejó para después. El auto salió a toda la velocidad del predio del hospital. Atrás de ellos aparecieron tres autos policiales retumbando el aire con las sirenas.
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Editado: 27.09.2019