La reina del cementerio

Capitulo 32

Cap 32

Llegaron al hotel en cuestion de minutos. La habitacion estaba intacta. Nada de signos de violencia. Todo estaba en su lugar, menos Ela y su madre.

Ricchi y padre de Ela estaban desesperados.

Jerome volvió a llamar a su mujer. Ella no contestó.

Preguntaron al recepcionista. El joven con pelo grasoso y una verruga en la naris les dijo que no vio nada. Nadie entró, nadie salió. Mientras contestaba las preguntas sus manos temblaban.

Ricchi y Jerome salieron del hotel y subieron al auto. Estaban desesperados. Estaban pensando.

- ¿Que habrá pasado? - dijo Ricchi - no pueden desaparecer asi como sin nada.

Jerome rascó la barba.

- Creo que les pasó algo. Toda esta historia es muy rara.

Jerome miró a Ricchi.

- Te quiero preguntar algo. Estas seguro que a Ela resucitaron?

Ricchi suspiró.

- Si. Si no me cree, vamos a un psiquiatra y que me revisa - dijo Ricchi enojado - yo estoy preocupado por Ela igual que usted. Y no la quiero perder.

- ¿Tu viste cuando la estaban resucitando?

- No. Pero ella aparecía viva más de una vez.

- Está bien - dijo Jeyome - Te creo.

Jerome sacó el celular.

- ¿Que va a hacer? - pregunto chico.

- Voy a llamar a mi amigo.

Marcó el número.

- ¿Herbert? ¿Cómo estás? Tengo una emergencia.

Padre de Ela le contó sobre desaparición de su hija y su mujer. También sobre la doctora y el elixir. Finalmente le conto todo.

Después empezó a hablar Herbert.

Con cada palabra que estaba escuchando, Jerome se ponía más rojo de cara. Estaba enojado.

En un momento apretó un botón y las palabras del policía empezaron a salir en altavoz.

- ... conozco a la doctora Clemens igual que tú. Atendió a Ela, pero siempre me parecía una mujer rara. Y ahora yo la tenía que arrestar. Está procesada por el asesinato. Además parece tener esquizofrenia. Esta obsesionada con la resurrección y otras cosas ocultas. Probablemente va a terminar en un psiquiátrico. Pero lo peor de todo que mientras estaba libre posiblemente armó una actividad macabra que incluía secuestro de los cuerpos. Nosotros acá en el departamento policial ya teníamos algunos indicios que en la cuidad pasan cosas raras. Encontrábamos las tumbas abiertas, cuerpos desparecidos. Me entiendes Jerome?

- Si Herbert.

Padre de Ela miró a Ricchi a reojo.

Ricchi estaba escuchando sin respirar.

La voz pragmática de Herbert lo hipnotizaba.

Poco a poco entendía de qué se trataba.

Tenía ganas de llorar.

"¡Ya basta!" - pensó él – "no aguanto más. Entonces todo este tiempo yo estaba rodeado de locos. Y padres de Ela tienen razon. Y este Herbert tambien. ¿Pero entonces que fue todo esto? ¿La mano fría de la doctora? ¿Un guante de piel? ¿De piel humana? ¿Sería un truco?

¿Por eso mismo no funciono elixir con aroma de rosas, porque no hay ningún elixir? ¿Y Ela? Bueno. ¿Cómo explicar todo lo paso con Ela? Un sueño letárgico que la levantó de la tumba. ¿Un coma provisorio? ¿Y eso fue un disparador para la doctora y el grupo de sus ayudantes? ¿La empezaron a considerar la reina? ¿Y Ela no resucitó a la mujer en el hospital? ¿Fue una casualidad y mala praxis de los médicos?

La cabeza de Ricchi estaba por explotar. Y no había ninguna respuesta lógica. Solo la que decía Herbert.

- Y ademas - comtinuaba Herbert - si te acuerdas Jerome, todo empezó por ese chico que vino a tu casa el dia de funeral.

- Si Herbert - contesto padre de Ela - ahora él está al lado mío.

En el teléfono se escuchó un suspiro de Herbert. Parece que él estaba preocupado por su amigo.

- Jerome, ¿te acuerdas que el chico tenía la cabeza lastimada?

Padre de Ela lo miró a Ricchi con lastima.

- Te pido por favor Jerome, no te caigas en esta trampa. Yo ahora voy a activar la búsqueda de tu mujer, esperemos que esta todo bien y a Mary no la agarraron estos devoradores de tumbas. Anda a tu casa Jerome, capas que Mary esta allá. Si no está la vamos a buscar y la encontraremos. Lamentablemente a Ela ya nada la puede perjudicar. Anda a tu casa. Avísame si Mary no esta allí. Entonces voy a hacer todo lo es a mi alcance para encontrarla.

- Está bien. Gracias Herbert.

- Y éste chico – continuo Herbert – yo no le voy a imputar los cargos por ayudar a unos secuestradores de cuerpos. Pobre chico fue engañado con unas mentiras y los trucos muy finos. Me da lástima por él. De alguna manera él nos ayudó. Encárgate de el por favor. Ayúdale con lo que necesita. Parece tener su propia historia triste en la vida.

- Esta bien Herbert. Me ocupo.

El padre de Ela cortó la llamada.

Apretó fuerte el celular.

- ¿Escuchaste todo, chico?

Ricchi asintió con la cabeza.

El hombre suspiró.

- Lo que puedo hacer por ti – dijo Jerome,- es llevarte a mi casa, para que descanses. Después fíjate que quieres hacer. No tengo intención dejarte en un manicomio.

Ricchi estaba escuchando. No sabía que pensar. "Ya está. Me rindo. Me voy de esta ciudad."

- Está bien – dijo Ricchi con la voz cansada.

Jerome arrancó el auto.

***

Al llegar a la casa se dieron cuenta que la madre de Ela no está. Como tampoco el cuerpo de Ela. 

 




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