El rey a quien todavía no había visto en persona llegaría en tres días y debía estar lista, la reina madre le dijo que tendrían dos días para conocer el uno al otro y luego sería la boda, con esa noticia solo consiguió que se pusiera nerviosa, ¿Qué tal si no le agradaba?, ¿Qué tal si es feo? ya había visto su retrato pero no le aseguraba que el pintor no hubiese ocultado algunos defectos.
Tres campanadas anunciaron la llegada del séquito del Rey, la Reina Clarion junto con Amelia esperaban en las puertas del castillo varios hombres a caballo con armaduras verdes se acercaron dando paso a su futuro esposo parecía imponente un hombre de poder Amelia quedó impresionada por la elegancia de su prometido y por primera vez en su vida sonreía por un hombre.
Edmund se acercó a su madre beso su mano y la acercó ligeramente a su frente símbolo de que merecía respeto por ser alguien mayor, cuando se aproximó a Amelia ella hizo una ligera reverencia y se presentó, Edmund sintió que su futura esposa estaba nerviosa con su presencia así que decidió tomar su mano y besarla con delicadeza todo esto para ponerle mas nerviosa, Amelia temblaba ligeramente pero trato de ocultarlo apretando sus puños.
— Hijo, ve y descansa después tendrás tiempo para hablar con Amelia—
— Pero tengo mucho que discutir con mi prometida—, Amelia sonrió tímida quería hablar con él, pero necesitaba un poco más de tiempo y pensó en como no sonar descortés
— estoy segura que su majestad se sentirá mejor si descansa debió ser un largo viaje —
— princesa Amelia, espero que pueda acompañarme está tarde en la terraza oeste —, le dijo Edmund para después volver a besar la mano de Amelia, se despidió de ambas para ir a su habitación
— ya puedes respirar, querida —, le dijo la reina cuando su hijo se alejo, Amelia sonrió avergonzada porque había estado conteniendo un suspiro.
Camino con prisa hasta su habitación, y en cuanto Abihil la vió Amelia se arrojo a sus brazos para dar vueltas mientras sonreía de pura felicidad, Abihil se alejo adentrándose en el armario
— ¿Cómo es él?— preguntó Abihil mientras le ayudaba a escoger un vestido
— Es.... Es ...... Es un joven cautivador debo admitir que es apuesto, parece ser amable—, contestó cerrando sus ojos tratando de revivir el momento en dónde sintió sus manos juntas estaba embelesada tocando sus manos y sonriendo sin poder evitarlo
Finalmente el atardecer comenzó y el Sol se ocultaba lentamente entre las montañas, Amelia usaba un hermoso vestido de color verde oscuro como el emblema de su nueva casa.
Un sirviente la guío hasta la terraza que estaba decorada con varias plantas y muchas flores de todo tipo, era un pequeño jardín muy bien cuidado y justo en medio había una pequeña mesa muy baja sin sillas como era tradición según le explicaron, el prometido debía comer con ella solo pan y vino en una mesa estando al mismo nivel sentados en el piso, simbolizaba lo que él debía siempre aportar al hogar, a cambio ella le daría una caja de madera con listones de seda que significaban amor y estabilidad, caja que se debe entregar después de la cena.
— Su alteza real que grato es estar aquí está noche—
—Princesa por favor venga aquí—, extendió su mano y Amelia la tomó, la llevó hasta el balcón donde estaba preparado el vino y el pan
Una vez sentados, el príncipe Edmund sirvió dos copas de vino y le entregó una a su prometida, Amelia solo le dio un sorbo pues nunca había ingerido alcohol, al hacer una mueca por su extraño sabor el príncipe pregunto, — No me puedo imaginar que la princesa del gran Imperio de Obelia no haya probado antes su cosecha de vino—
—Lo que sucede majestad, es que la primera copa de vino se da en la boda según las tradiciones de mi pueblo pero decidí acoplarme a mi nuevo hogar—
Dicho eso miró hacia el gran pueblo y pensó en la gente que lo habitaba, también acerca de como siempre estaba nublado en Lemiantis así que para hacer fluir la conversación decidió preguntar:
— ¿Cuándo terminará la época de lluvias?—, Edmund volvió a llenar su copa y contestó,
— Desafortunadamente no termina nunca, Lemiantis es un lugar con clima templado y normalmente tenemos inundaciones además claro de ataques de corsarios últimamente orquestados por Nidaveler y Fillory—, Amelia extrañada dejó de comer y preguntó, — ¿Por qué ocurre esto?—
— Desde hace veinte años están en guerra Fillory viene aquí por provisiones y esclavos pero Nidaveler está pagando al parecer a corsarios para que secuestren mujeres y así llevarlas a la guerra puesto que Nidaveler se queda sin hombres para luchar—
— ¿Su majestad qué ha hecho al respecto?—, Edmund sirvió su tercera copa mientras que Amelia todavía ni siquiera daba su segundo sorbo
— Absolutamente nada puesto que sería perder tiempo y dinero que no tenemos, pero con el dote dado por el imperio de Obelia gracias a nuestro matrimonio, espero poder mejor la flota de barcos pesqueros—,
— Su majestad, me apena enormemente tener que decirle esto a tan solo dos días de la ceremonia pero no habrá dote de Dinero por parte del imperio de Obelia puesto que mi tío derrocó a mi padre y tomo el poder para si mismo, mató a mi familia pero me permito seguir con vida en exilio. Espero pueda aceptar mis disculpas—, Edmund dejó su copa vacía en la mesa y tomó la botella con lo poco que quedaba y con paciencia le dijo, — Por la noche justo en el momento más oscuro el cielo se despeja permitiendo ver las estrellas, eso y el alcohol son lo único bueno de este lugar, espero pueda amar a Lemiantis tanto como a su tierra natal—
— Estoy segura que lo haré, por usted podría hacer cualquier cosa será mi esposo y le debo mucho—
— Eso es cierto no lo olvides, sino puedes darme apoyo económico para el pueblo al menos espero que seas fértil— Amelia arrodillada y con la cabeza baja, extendió sus brazos en dirección al principe para darle la caja de listones y el la tomó, le dijeron que debía entregarla exactamente de esa manera pues era una tradición