Después del "accidente" habíamos llegado al río sin problemas. Era muy hermoso, había un pequeño sendero de piedras blancas que llevaba directo a la orilla del río y al rededor flores blancas, amarillas y rosadas.
Había un árbol grande en donde descansaba un columpio blanco, una cascada con el agua caliente y cristalina. Los rayos del sol eran fuertes que me puso la piel roja por lo que no pudimos estar tanto tiempo ahí. Mi cuerpo no estaba aún acostumbrado al sol, en mi reino no había sol, el día siempre era nublado, aunque no lloviera.
Sabía perfectamente usar mi poder de fuego y era casi mente igual a ellos, pero eso no significaba que ya podía soportar el sol al igual que ellos, tenía que acostumbrarme completamente a los rayos del sol cuando estos se volvían más fuertes en algún momento del día haciendo que mi piel se pusiera algo roja, como si fuera una alergia.
Inmediatamente habíamos llegado al castillo Deleriux desapareció y no lo he vuelto a ver en tres días… otra vez.
Empezaba a impacientarme su comportamiento, no deseaba que se enamorara de mí y decidiera casarse conmigo, era todo lo contrario. Deseaba ver su destreza, que tan fuerte es a la hora de enfrentarse a un enemigo. No iba a ponerme otra vez en "peligro" para ver que era capaz, debía encontrar otra manera.
Pero eso sería en otra ocasión, ahora estaba en unos de los balcones mirando el hermoso jardín que había enfrente de nosotros con la princesa y sus amigas hablando de los amigos de su hermano los cuales eran hijos de condes y de la mano derecha del rey.
Sin olvidar a los caballeros de armadura brillante que hacían suspirar a doncellas descerebrada como ellas. Tenía que mantener a raya mis fuertes ganas de vomitar, estaba siendo obligada a mirar a los chicos entrenar para la "guerra" mientras que nosotras los mirábamos hacer cada desafío del entrenador el cual los preparaba para ir directo a su tumba.
Eran pésimos en lo que hacían y ya estás niñas creían que eran todos unos fuertes guerreros cuando eran unos muertos vivientes.
Ya veía porque estaban tan desesperados por esta unión, éramos su salvación para su desgracia. Por algo nosotros éramos conocidos como los “demonios invernales” por todo el reino.
Me distraía viendo a las flores ir de un lado a otro por el viento al igual que las hojas de los árboles escuchando el sonido de las espadas chocar una con otras de fondo.
Estar aquí era aburrido.
En la televisión solo había programas aburridos y la noticia no era tan interesantes. Sólo hablaban de que vestido era el más lindo en los eventos y fiestas que hacían, quien llegaba con quien y así.
Llegué a la conclusión de que éramos los únicos que no teníamos esas cosas allá, dábamos consejos de primeros auxilios, como aprender a defenderse en caso de una invasión y sobrevivir en los bosques ya que era una opción para alejarse del Reino y vivir sin las leyes establecidas por el nuevo régimen. Prácticamente estábamos preparando a nuestro pueblo a cualquier cosa que podría pasar, ya sea la guerra o la invasión.
Podríamos ser demonios invernales, pero eso no nos hacía creer que éramos invencibles porque según la historia, ningún rey y su pueblo es invencible y debíamos tener eso en cuenta.
Esta gente aquí sólo les importaba el estatus y quien tenía más dinero cuando eso era irrelevante para la situación en la que estábamos.
Divise a los lejos a Deleriux. Estaba en unos de los árboles frente a nosotros con un libro.
Entonces… ¿eso quería decir que cada tres días lo vería?... Eso no me gustaba para nada, el tiempo que tenía para elegir mi compañero no era mucho, no quería elegir al inútil de su hermano mayor porque lo que veía en el entrenamiento me dejaba dicho dos cosas: que yo me encargaría por completo de la liberación de este pueblo y el me pediría de que guarde las apariencia para que mi pueblo no supiera lo inútil que era. Sino… exigirían a otro rey más capaz que él, en mi reino si un rey no era el más fuerte de todos los hombres y capaz de matar por si solo a una bestia y a un ejército de cincuenta hombres no lo consideraban digno para que fuera su rey y exigían a otro aún si era de sangre real o no, eso no importaba.
Por eso nuestra familia a través del tiempo era la más temida por todos debido a nuestra destreza para la guerra.
Un mensajero captó mi atención, iba directo al príncipe. Le susurro algo al oído, vi la sorpresa de este y detuvo el entrenamiento gritando algo que no pude entender.
De inmediato todos empezaron a correr hacia el castillo.
—¿Qué sucede?—pregunte mirando a las chicas que estaban al lado de mi confundida, ellas parecían estar preocupadas por algo que desconocía.
De repente a los lejos se escuchó una fuerte explosión, los pájaros salieron volando hacia el sur y humo negro empezó a verse.
Me levanté de mi asiento mirando el espeso humo escuchando la llamada de alerta lo que significaba que había un ataque, me sorprendí que al menos contaran con una para avisar los ataques.
Camine hacia el pasillo rápidamente seguida por la princesa y sus amigas, llegue a la entrada del Castillo en donde estaba los reyes con un gran grupo de soldados listos para ir a la batalla.
Encontré a mi hermano, me acerqué a él escuchando como el rey les daba luz verde para que fueran. Vi como el príncipe mayor se despedía de su familia.
—Que dices… ¿vamos también?—preguntó mirando a mi hermano.
Me mira—Sí...—responde asintiendo—necesitarán de nuestra ayuda.
—En ese caso… terminaremos encargándonos de todo…—digo— lástima que Eliot no está, así sería uno a la derecha, otro a la izquierda y otro al frente… nos repartiríamos a los muertos. Como una competencia—susurre mirándolo divertida.
—O unos de los desafíos de nuestro padre…—dice—estaba con el rey cuando escuché que no era más que dos grupos de veinte hombres, nada comparado como los grupos que van a atacar a invierno...
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Editado: 09.03.2022