La reliquia prohibida

Capítulo 1

Despertó aquel joven y vio a unos hombres que le tenían amarrado a una silla y que momentos antes le habían golpeado hasta quedar sin sentido. En la mesa contigua se hallaban artefactos que parecían ser de tortura, instrumentos quirúrgicos y hasta una máquina para controlar el ritmo cardiaco. Pensó Yehoshua, que le había secuestrado algún grupo fundamentalista hasta que de pronto vio a un sujeto vestido con una sotana negra y un cinto rojo realizando unas extrañas plegarias en latín. Ese hombre a quien llamaban “Reverendo”, no cesaba de preguntarle donde tenía el rollo prohibido que había encontrado en Corinto. Por más que Yehoshua les suplicaba que no continuaran torturándolo, que él les había dicho todo, ellos fingieron no escucharle y uno de ellos le inyectó una de las drogas de la verdad; como vieron que no resultaba el efecto que querían, el “Reverendo” le dio una bofetada con el anillo de la Orden de la cual era miembro y con el que dejó al pobre sin sentido.

En su estado inconsciente, la mente de Yehoshua le trajo todos sus recuerdos; su nacimiento en Colombia, el año en el que tuvieron que huir junto con sus padres por el conflicto armado interno de su país, de cómo vivieron unos malos años en España hasta que un día sus padres al conocer sus orígenes judíos, se convirtieron al judaísmo y un tiempo después decidieron emigrar a Israel que les concedió el permiso, estableciéndose de forma definitiva en la ciudad de Petaj Tikva. Ya instalados en su nuevo país y con su nueva vida, Yehoshua conoció a los trece años a la niña que le robaría para siempre el corazón, una pequeña de cabello negro y ondulado, con unos hermosos ojos negros tan brillantes como el azabache y, con la belleza e inocencia de un ángel; su nombre era Inna Yankelevich. Aunque eran de culturas distintas, él de etnia sefardí y ella askenazí, y por presunción algo difícil de romper ese distanciamiento cultural, Yehoshua siempre se las ingenió para ganar su amistad y su corazón. Pasarían cinco años hasta que por fin un día se decidieron a tener un noviazgo.

Por mandato de las leyes israelíes, a los dieciocho años Yehoshua estuvo obligado a prestar el servicio militar de tres años con un incidente casi fatal faltando corto tiempo para salir; terroristas palestinos desde la Franja de Gaza dispararon cohetes Qassam hacia Beersheva con tan mala fortuna que uno impactó en el área de acuartelamiento causándole heridas en el pecho. Después de ese suceso, al poco tiempo logró retornar a su ciudad Petaj Tikva y después oficializó su relación con Inna quien ya comenzaba sus estudios universitarios en arquitectura.

Mientras decidía su futuro profesional, con un grupo de amigos organizaron un viaje de verano de cuatro semanas a Grecia. Sin ningún contratiempo volaron hacia Atenas donde se hospedaron en un hotel que habían seleccionado con anticipación y aunque nada se veía preocupante, muy pronto comenzaría para Yehoshua su encuentro con un destino que cambiaría su vida para siempre.

Inna y Yehoshua junto con el resto de sus amigos, pasaron sus primeros días conociendo Atenas, recorriendo todas las ruinas antiguas y pasando momentos agradables. En las ruinas del Teatro de Dioniso, Yehoshua en presencia de todos le pidió a Inna que cuando volvieran a Israel se fueran a vivir juntos a lo que ella en medio de su impresión y alegría le respondió positivamente. Tal vez los prejuicios de dos culturas distintas quedaron sin importancia porque el amor que se tenían era mucho más fuerte. Días después de aquel momento de felicidad, salieron con rumbo a la Isla de Rodas con el fin de conocer el Dodecaneso para después terminar su viaje en Corinto. En Rodas se unieron a una expedición de jóvenes ortodoxos que irían a Patmos a recorrer la famosa isla donde el Apóstol San Juan escribiera el libro del Apocalipsis. Yehoshua se hizo amigo de Dimitrios uno de los jóvenes griegos, con quien recorrió la Cueva del Apocalipsis y con el que encontró en sus inmediaciones un rollo que al parecer había permanecido sin ser descubierto en los últimos dos mil años en el fondo de una grieta en el suelo, recubierta de rocas y de maleza. Sharon, una amiga de Inna y Yehoshua, estaba caminando con el resto del grupo junto a unos arbustos cuando sintió que uno de sus pies era absorbido por la tierra. Cuando fueron a socorrerla, Yehoshua y Dimitrios observaron algo raro en el fondo, pues entre las piedras se veía un trozo de piel de cordero que resultó ser la cubierta protectora de un rollo.

Cuando descubrieron el rollo para asombro de todos, comprobaron que contenía un escrito antiguo y bastante deteriorado por lo cual todos unánimemente decidieron volver a Atenas donde buscarían algún profesor o un arqueólogo que supiera descifrar el contenido de aquel documento del que se sintieron orgullosos de haberlo encontrado. Al no encontrar a nadie que les ayudara en Atenas, Yehoshua y su grupo decidieron partir a Corinto a lo cual Dimitrios se les unió insistiendo la necesidad de descifrar el rollo. “No sé por qué te interesa ese rollo, ni siquiera tu amigo griego se denomina cristiano sino ortodoxo” le decía insistentemente Inna a Yehoshua.



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En el texto hay: acción , misterio y aventura

Editado: 31.01.2019

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